En mis 40 años de docencia, he visto no sólo una época, sino varias. Y ésta que se anuncia me da… no sé si miedo, pero me siento muy descorazonado
No somos unos seres medio celestiales, medio terrenales, sino ambas cosas al 100%
Ante la creciente polémica en torno a la nueva reforma educativa, la cual ha generado manifestaciones e intenso debate en los medios de comunicación y en la calle, queremos conocer de cerca la opinión de un profesor con cuatro décadas entregadas al servicio de la enseñanza pública, como es el caso deManuel Martínez Muñoz, profesor de Lengua y Literatura, y Francés (de la ESO).
Actualmente es director del CEIP “Profesor Tierno Galván”, de Vícar (Almería) y miembro de la junta directiva de la Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos (ADECE).
Pregunta.- ¿Cuáles serán las consecuencias de la aplicación de la Ley Wert, en lo que se refiere a los recortes y a la reforma de la educación?
Respuesta.-Hay que entender desde el principio que “Recortes” y “Reforma de la Enseñanza” son dos cosas distintas, pero que han coincidido en el tiempo, en un país como el nuestro especialmente proclive a dar bandazos en función de quien gobierne.
Primero, los recortes en la financiación de los servicios públicos son la consecuencia natural de la política de ajuste presupuestario que acordaron los dos partidos mayoritarios, firmando la primera y única modificación de nuestra Constitución (única cosa en la que se han puesto de acuerdo en los últimos años) por imposición de la política europea. Pero esto –siendo intrínsecamente malo, desde mi punto de vista, porque recorta o suprime prestaciones a los más desfavorecidos- es algo que debería ser circunstancial y temporal, que, con la venida de otra época de vacas gordas, debería cambiar. Sin embargo, creo que no va a ser así.
Segundo, la reforma de la Enseñanza que promueve la nueva LOMCE, debería ser algo positivo como su propio nombre indica: “Ley Orgánica para la Mejora de la Enseñanza”, pero para ello debería haber sido consensuada en unos mínimos y, desde luego, ser más solidaria. Se trata de que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid; es decir, la crisis, hacer todos aquellos cambios que los sectores más reaccionarios de nuestra sociedad han querido hacer desde siempre en la Escuela Pública, dejándola reducida a una expresión mínima y testimonial en favor del sector privado. Por lo tanto: Escuela Pública y Universidad Pública para aquellos que no puedan pagarse las privadas de más “calidad”.
P.- ¿Piensa que muchas familias dejarán de enviar a sus hijos a la Universidad por no poder asumir los pagos de la misma?
R.- Bueno, no es que lo piense, es que ya está ocurriendo. Basta leer la prensa o escuchar la radio.
Si este es el presente, con lo dicho en mi respuesta anterior, creo sinceramente que si la LOMCE sale adelante se consagrarán “orgánicamente” tales despropósitos por bastante tiempo.
P.- O sea que hablamos de retroceso… Pareciera que volvemos a la época de la posguerra…
R.- Evidentemente. En mis 40 años de docencia, he visto no sólo una época, sino varias. Y ésta que se anuncia me da… no sé si miedo, pero me siento muy descorazonado.
P.- ¿Se convertirá la enseñanza en un privilegio para unos pocos?
R.- Mire, en la Enseñanza, o la Sanidad, hay mucho dinero a ganar. ¿Qué familia que pueda pagar una educación o una asistencia sanitaria privada, supuestamente mejor, no lo va a hacer? Descontarán ese gasto familiar de otras cosas, y mandarán a sus hijos e hijas a una escuela privada “de pago”, con lo que se estará estableciendo una selección basada en el nivel de las familias o en su esfuerzo económico, y no en las capacidades y talentos de los alumnos.
P.- ¿Estima que con las movilizaciones habrá algún cambio? ¿Cree que la sociedad se está implicando en esta cruzada?
R.- Espero que sí. Puede que no se cambie de momento. Pero a nadie se le escapa que el pasado día 24 de octubre, en España hubo una huelga general de la Enseñanza en la que estuvieron de acuerdo los docentes de todos los niveles (desde la Educación Infantil a la Enseñanza Universitaria), las familias (federaciones y asociaciones de madres y padres de todo el arco político), el alumnado, los sindicatos (todos ellos), etc. Y además, desde todas las Comunidades Autónomas de España.
Alguien debería aprovechar tal consenso para sentarse a negociar, de una buena vez, una ley de Educación que no sea pendular en función de quien gobierne.
P.- Usted es un padre de familia más. ¿Cómo ve el futuro de los jóvenes españoles? ¿Qué piensa de la fuga de capital humano a otros países?
R.- En mi caso, después de trabajar casi 40 años en la Escuela Pública, me veo en la tesitura de no saber si mis dos hijas podrán acabar sus estudios. No exagero si digo que las matrículas este año nos han costado 2,5 veces las del año pasado. Conozco casos muy cercanos en los que jóvenes prometedores ya han dejado los estudios.
Nuestro país tiene una larga tradición de menosprecio por el ingenio y la investigación; “
que inventen ellos” llegó a decir nuestro admirado don Miguel, así que no es de extrañar que cuando se nos va lo mejor que tenemos, nuestros profesionales jóvenes, nos quedemos mirando para otro lado.
¡Pero ¿es que nadie se da cuenta de lo que cuesta al país tomar un niño o una niña de tres años y, al cabo de dos décadas, hacerlo un ingeniero, un médico o un profesor, para que luego vaya a trabajar y a rendir a Alemania, Inglaterra, EEUU…?!
P.- ¿Tenemos algo que decir los cristianos ante tanto recorte y reforma? O toda esta convulsión no nos afecta en nada… ¿Tenemos derecho a criticar a los padres, profesores, alumnos que reivindican sus derechos?
R.- ¿Cómo no vamos a tener nada que decir? Tenemos que decir más que ningún otro colectivo, puesto que poseemos la Verdad revelada en el Evangelio. Somos conscientes de que es la fractura moral del país la que nos ha traído a todo esto, pero permanecemos callados en aras de una falsa idea de la mansedumbre que se convierte en apatía y desánimo.
Nos encerramos en nuestros locales de culto, alabamos y adoramos a nuestro Dios, oramos por España para que las cosas cambien, mientras Dios –seguramente- está compungido de ver que sus brazos, sus lenguas, sus mentes en la Tierra, que son las nuestras, las de sus hijos, prefieren esperar apartados al borde del camino. Esta idea de discípulo de Cristo no me casa mucho con la imagen que tengo de Él cuando caminó sobre la Tierra.
En cuanto a si tenemos o no derecho a criticar a los agentes educativos reivindicadores de sus derechos, pues ¿qué decir a esto? Un cristiano es un ciudadano más. No somos unos seres medio celestiales, medio terrenales, sino ambas cosas al 100%. Tenemos derecho a criticar y a reivindicar, a airarnos con las injusticias, a procurar el bien común. Pero todo ello, sin pecar. Es decir, sin olvidar para quién vivimos y trabajamos, a sabiendas que ese vaso de agua al necesitado es a Él a quien se lo damos.
Desde aquí, mi más respetuoso agradecimiento a las organizaciones sociales y a los ministerios cristianos que desarrollan su labor por los pobres. No podemos olvidar ese trabajo callado. Pero me pregunto, ¿es suficiente?
P.- ¿Será que a Dios no le importa la educación, la sanidad, el enriquecimiento de unos pocos, la codicia, la falta de ética, la corrupción…?
R: Veo que es una pregunta casi retórica. Pues claro que le importa, ¿se habría hecho hombre, se habría encarnado si no? Me pregunto qué fue lo que hizo sentir tan mal a Jesús cuando, a su llegada a Jerusalén, literalmente se le “revolvieron las entrañas” al ver a las ovejas sin pastor. Y no olvidemos que la palabra “pastor” etimológicamente deriva de “pasto”, comida. Pensemos en cómo de corrompidos estaban aquellos que debían cuidar del pueblo (reyes, sacerdotes...) y en manos de quiénes estaba el poder, la economía, el comercio y los impuestos, con el beneplácito de los habitantes del Templo.
Yo, desgraciadamente, y salvando las distancias, veo muchas similitudes con nuestra sociedad. Hemos dejado crecer una nueva religión llamada “Mercado”.
P.- ¿Nos dejó Jesús la misión de encerrarnos entre cuatro paredes para no contaminarnos con la coyuntura de fuera?
R.- Mire, le voy a poner el mismo ejemplo que les pongo a mis alumnos, de 8/9 años. La vida, la Escuela, la Iglesia (en este caso) es como una góndola veneciana. En esa embarcación sólo entran dos tipos de personas: gondoleros y turistas. El gondolero rema y gobierna la góndola, la dirige, la cuida, la rentabiliza… Y los turistas, es verdad que la pagan y la disfrutan, pero no hacen nada más que estar inactivos, viendo lo que el gondolero quiere que vean, pero no deciden nada, ni a dónde van, ni de dónde vienen. ¿Qué pasa si el gondolero enferma o enloquece, o sencillamente no se preocupa lo más mínimo de ese turista que no puede dejarle propina?
Si nos encerramos en las cuatro paredes de nuestro local/iglesia, como dice usted, “para no contaminarnos”, creo que lo único de lo que no nos vamos a contaminar es del virus del amor del buen samaritano, pero sí del virus de la inoperancia y desamor de todos los demás personajes de esa parábola.
Podemos seguir siendo turistas, pero creo honradamente que Jesús querría que fuésemos gondoleros honestos.
P.- ¿Cómo están afectando los recortes al profesorado? Por ejemplo, en Andalucía, donde usted ejerce como profesor.
R.- Pues supongo que como en otras Comunidades de España: reducción y congelación de sueldos, pérdida de varios complementos retributivos, de las pagas extra, falta de medios en los Centros, falta de profesorado sustituto para los primeros 15 días de una baja médica. En resumen, más trabajo por menos sueldo. Eso lo puede entender todo el mundo. Pero, como decía antes, eso no sería lo más grave si esta etapa de penuria económica acabase alguna vez, pero con la LOMCE -me temo- no lo hará.
No sería justo si no dijera que Andalucía viene siendo un paradigma de la política educativa a tumbar por un determinado partido político, y a mantenella y no enmendalla por parte del otro. Es decir, que en Andalucía probablemente seamos el laboratorio de experimentación de dos políticas educativas ciertamente contrarias y enfrentadas. Eso en algunos casos nos beneficia (el número total de profesores en Andalucía no sólo no ha descendido en este curso 2013-2014, sino que ha crecido, aunque de manera insuficiente). Y en otros nos perjudica, puesto entiendo que somos el blanco, el enemigo a batir por el Gobierno Central, como ejemplo de que otras políticas sean posibles.
Resumiendo más aún: una pena.
P.- Se despiden a profesores, no se sustituye a los que se jubilan… ¿Incide esto en la calidad y las condiciones laborales de los mismos?
R.- Es cierto, no es que se despidan profesores, sino que no se vuelven a contratar (interinos, por ejemplo.), que para el caso es lo mismo. Tampoco se reponen más allá del 10% de las jubilaciones, es decir, ¡se jubilan 10 y se repone 1! Nos ahorramos 9.
Sin más comentarios.
P.- En el siglo XIX, cuando Manuel Matamoros es enviado a la cárcel muchos evangélicos de Europa se solidarizaron con él, incluso se preocuparon de la situación de su familia. ¿Piensa que si algún hermano estuviera en la misma situación hoy día todos haríamos una piña con él y su familia?
R.- Si la pregunta es si “todos los evangélicos de Europa” haríamos una piña…, mi respuesta es que no. La España y la Europa de hoy son otra cosa. La solidaridad brilla por su ausencia.
Estamos prestos a responder con aquellas actuaciones que no impliquen cambios en nuestras vidas cotidianas. Esa vida europea, y occidental, del trabajar, cobrar y consumir ha calado de tal manera en la sociedad que los cristianos hemos sido contagiados de forma profunda.
Desde este punto de vista, sí que estaría yo de acuerdo con Unamuno, cuando le escribió a Ortega y Gasset en su carta de 30 de mayo de 1906, “
Yo me voy sintiendo profundamente antieuropeo”.
Incluso llegamos a criticar a aquellos que hablamos del Evangelio integral, a aquellos que pensamos que no se puede ser cristiano completo si nos autorecortamos en las dimensiones sindicales, políticas o reivindicativas, porque no somos “carnales”.
Lo que creo que deberíamos hacer es estar presentes en todos esos ámbitos públicos para tratar de contaminar de cristiandad (si no podemos de cristianismo) las actuaciones de los sindicatos, de los partidos, de las asociaciones, de las universidades… Yo, al menos, así lo trato de hacer. Y pido humildemente al Señor que me ayude a mejorar el servicio desde mi torpeza.
Finaliza la entrevista. Gracias, Manolo, por ayudarnos, y de una manera imparcial, a entender esta época de reformas y recortes. Sobre todo porque tantos años de entrega y compromiso con la enseñanza pública avalan sus opiniones.
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