Muchos avivamientos cristianos no se convierten en pandemia, considerando pandemia el caso de la iglesia del primer siglo o en la china comunista. ¿Por qué esos cristianos dinámicos y contagiosos con el tiempo acaban sentados y atrapados en burbujas?
Estoy convencido de que el estilo de liderazgo tiene mucho que ver en estos asuntos, de ahí la importancia de revisarnos al respecto.
Estamos acostumbrados a un liderazgo estructurado jerárquicamente de manera piramidal, donde un líder aparece en la cumbre y tiende a monopolizar la mayor parte del tiempo en que nos reunimos. En parte, esto es así, porque leemos los pasajes bíblicos sobre ancianos, obispos y presbíteros con gafas muy concretas, basadas en modelos políticos, religiosos y empresariales.
Curiosamente, el Nuevo Testamento no nos ofrece la imagen de ningún líder monopolizador de reuniones. La primera carta a los Corintios, nos habla de la participación de todos los miembros en las reuniones regulares de la iglesia. Las cartas apostólicas, aun cuando muchas tratan de corregir herejías, se dirigen a toda la comunidad (exceptuando las dirigidas a los colaboradores apostólicos como Timoteo o Tito, a quienes no debemos confundir con la figura moderna del pastor). Esto nos hace pensar que
el liderazgo del S.I no dejó a los miembros pasivos, sino que los trató de la manera adecuada para que no fueran víctimas del consumismo religioso al que hoy asistimos. La doctrina del sacerdocio universal de todos los creyentes tenía unas implicaciones muy prácticas para la iglesia primitiva, que desgraciadamente hemos ido perdiendo por el camino.
El autor Alan Hirsch en su obra
“Caminos Olvidados”, propone un liderazgo basado en los 5 ministerios de Efesios 4:11, donde las funciones apostólicas, proféticas, evangelísticas, pastorales y de enseñanza, deben estar presentes en las comunidades cristianas y aun desde cada miembro. Hay que entender primero que Alan Hirsch no está poniendo el énfasis en títulos piramidales al hablar de estos 5 ministerios, sino que está pensando en aquellos
miembros de la iglesia que abren nuevos caminos para la extensión del reino (apóstol), aquellos otros que denuncian las injusticias cuando no se alinean con la voluntad de Dios (profeta), los que enrolan a otros para la causa del evangelio (evangelistas), los que cuidan a los nuevos cristianos (pastores) y los que se preocupan porque tengamos un fundamento sólido (maestros).
Desde Constantino, hemos “cortado la cabeza” a los apóstoles, profetas y evangelistas y hemos colocado la función pastoral y de enseñanza como centro de la vida comunitaria. Esto, unido a que hemos adoptado un modelo piramidal y con seria influencia consumista, nos lleva a liderar desde plataformas, pidiendo a los hermanos que nos escuchen, creando sin querer una tendencia pasiva donde el 95 % de la comunidad se sienta a consumir el ministerio de un 5 %.
Muchos apóstoles, profetas y evangelistas han tenido que abrirse paso en organismos “para-eclesiales” porque en los denominados “eclesiales” tenían poco margen de movimiento.
Una de las frases que más he oído en los últimos años en boca de mis amigos pastores es: “la iglesia no me hace caso”. Creo que detrás de ella se esconde la idea de que la mera transmisión de información debería poner en acción a los discípulos. Es por ello que revisamos el concepto de discipulado en un artículo anterior. No somos buenos maestros si cuando no obtenemos los resultados deseados señalamos a nuestros alumnos sin revisar nuestro modelo educativo.
He observado que parte de
la dificultad para cambiar nuestro modelo educativo se debe a la organización del liderazgo de manera piramidal, con la fuerte tendencia a concentrar el ministerio “más importante” en unos pocos. Por mucho esfuerzo y buena intención que tengamos, desde este paradigma no podemos evitar enviar mensajes indeseados como: “tú, mejor sentado y callado”.
Cuando comenzó la comunidad
www.andandoenelcamino.com tuvimos que aprender que a aquellos que llevábamos más tiempo en el evangelio nos venía bien estar entre bastidores. Los primeros dos chicos que decidieron seguir a Jesús fueron bautizados por su joven amigo, el mismo que les compartió inicialmente el evangelio. Desde un principio vislumbramos roles pastorales, evangelísticos, proféticos, apostólicos y de enseñanza entre los nuevos cristianos. Algunos de los que desarrollan estos roles apenas tienen 18 años y quizás no los identificarías con la palabra ancianos, de todas formas, los ancianos en nuestro caso, surgen como un proceso natural debido a la autoridad moral de los más maduros y hasta el momento, no ha sido necesario ponerles título ni otorgarles una posición oficial para que estén presentes o cumplan sus funciones. Esto nos ayuda a que sea más visible la manifestación de Cristo y su voluntad en la eklessia desde cada miembro y no solamente desde unos pocos.
En nuestro caso, cambiar el paradigma de la iglesia organizada por el de la iglesia orgánica y del liderazgo piramidal por el de facilitador, está siendo clave para que toda la comunidad se movilice hacia un estilo de vida misional. No son los eventos sino la vida cotidiana el mejor lugar para conectar con Dios, estar presente y ser luz.
Evaluar cómo vivimos la fe en el día a día nos está siendo más práctico que evaluar el éxito de la asistencia a un programa o evento.
No creo que los pastores y ancianos, tal como los conocemos en las iglesias convencionales, debieran desaparecer, por ello aclaro que nuestra experiencia en
www.andandoenelcamino.com responde a un tiempo y contexto concreto y no necesariamente es el más adecuado para cada situación. He de decir, que conozco a muchos pastores y ancianos que entienden los peligros del consumismo religioso hoy y la relación que éste tiene con el estilo de liderazgo. Ellos son un maravilloso ejemplo de cómo ayudar a la comunidad a ser activos cuando se reúnen y a formar en cada miembro un estilo de vida misional.
Estos pastores y ancianos no sólo oran a principio de curso por los profesores de escuela dominical frente a la comunidad, sino que junto a ellos, sacan a todos los miembros que trabajan en la educación, en los colegios y en los institutos.
Son conscientes de que el ministerio más importante no se desarrolla siempre entre cuatro paredes. Permiten que la revelación de Jesús se lleve a cabo por la acción de cada miembro del cuerpo. Enseñan a valorar la fe que se expresa cada día en la vida cotidiana. Huyen de monopolizar los tiempos de reunión, basan sus ministerios en relaciones y no en eventos, y se enfocan en los procesos.
Quiero invitar a los lectores a pensar en ellos mismos como líderes, ya que en un sentido todos somos de influencia para otros.
Si crees que la Gran Comisión es para ti, entonces no tienes escapatoria. No somos responsables de cómo cada persona usa su nivel de influencia, ¿pero cómo lo estamos usando nosotros?, ¿qué tipo de líderes somos para los que nos ven como modelo?.
No escribo este artículo con el propósito de que identifiques actitudes absolutistas en otros, sino con la intención de que te animes a facilitar el desarrollo integral de tus discípulos y evites convertirlos en cristianos consumistas. Pablo dijo “Capacita así a los creyentes para que desempeñen su ministerio y construyan el cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12). Según estas palabras, si los creyentes están desempeñando los ministerios, estamos siendo capacitadores al estilo del nuevo testamento.
El siguiente video nos hace pensar en cómo el modelo de liderazgo afecta a nuestras comunidades para que nuestras iglesias sean más o menos misionales:
Este artículo forma parte de la revista P+D Verano/07. Descárgalaaquí en PDF, o puedes leerla a continuación:
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