No es esto un paréntesis en la reflexión sobre el papado y el jesuitismo, sino una aplicación. Como en otras cuestiones, me interesa la Historia en su mediación existencial, por eso hoy les propongo ver a los jesuitas, con su servidumbre al papado.
Vivos y activos. Sin caer en mitos de control mundial, por supuesto, pero vivos y activos. Militando, y conquistando, bajo el señorío de su santo fundador, según ellos; bajo el control del Rey de reyes, según los redimidos.
Tuvieron una actuación tal que llevó a su expulsión de varios países, y la supresión incluso por el papa (suprimir una orden por la que uno de sus santos ha alcanzado la santidad es, cuando menos, interesante). Después el papado los “recuperó”, y siguieron en su obediencia a Ignacio, y por su través, al papa. Modificaron su adaptación, y ahí están hasta hoy. Con su lenguaje como arma de guerra; con su énfasis en la pedagogía de la comunicación (aquello que Pablo no quiso; “no fui a vosotros con palabras de humana sabiduría”).
Engañando y siendo engañados.
De nuevo tengo que recordar a aquella sabia mujer, que edifica su casa, y sabe defenderla de sus enemigos, entre ellos, principales, los jesuitas (=Juana de Navarra). Hoy también están al descubierto, para quien tenga ojos para ver.
De nuevo tengo también que recordar a algunos profesores, José Luis Villacañas, Antonio Rivera (de los que mucho he aprendido), y otros, que conocen las raíces jesuitas, raíces que existen en su natural contra lo que supuso la Reforma Protestante. Gratitud por sus trabajos.
Una cosa son las personas. Con ellas, siempre en un abrazo caminando en el camino de los redimidos. Los que Cristo compró son suyos; y todos somos su cuerpo. Otra cosa es la estructura.
Con los creyentes, caminando; con la estructura contraria a Cristo, derribando. No podemos pedir “venga tu reino”, y no procurar derribar su contrario. En eso estamos. Y el papado como estructura es contrario de raíz a Cristo. Problema: que hoy muchos “protestantes” solo ven en el papado
un aspecto del cristianismo. Así no hay manera.
Vean esta foto. (Sale en este diario; se trata del acto de inauguración de la nueva sede de la Fundación Pluralismo y Convivencia.) Anticipo que de dicha Fundación siempre he informado de su buen hacer, en lo que se refiere a mi experiencia de colaboración; siempre con libertad.
En el centro, el Ministro de Justicia, D. Alberto Ruiz-Gallardón Jiménez. Bachiller con los jesuitas (nada que objetar, pero que conste. Hay profesores jesuitas muy buenos en sus especialidades, por supuesto.) Licenciatura en San Pablo CEU. No pasa nada, pero pasa. San Pablo CEU depende de la Asociación Católica de Propagandistas. No pasa nada, pero está pasando. Esa asociación (al principio con otro nombre que incluía “jóvenes”) la fundó un jesuita, para que la minoría selecta de católicos de las clases altas fuera levadura en la masa del resto de españoles. Que lideren los espacios de la nueva sociedad.
Ahí están. ¿Y los “protestantes”? Pues ahí también, en la foto.
Al lado del Ministro, D. Juan Antonio Martínez Camino, con alzacuello. Es el secretario y portavoz de la Conferencia Episcopal Española. Jesuita. Años de responsable en España de la Inquisición romana. ¿Qué pinta en ese acto? ¿Se dan cuenta del mensaje?
Además, ya lo declara el Ministro (según transcribe entrecomillas este diario). “España es un país de confesión mayoritariamente católica, pero tengo que decir que la propia Iglesia Católica nos ha enseñado que la tolerancia es una exigencia de las normas de convivencia”.
Este es el “discurso” que se oye en la imagen. Es falso lo que se dice, pero cuela como una gran verdad. Mentira, mentira. Una política basada en la mentira. Claro que eso es lo que tenemos.
(Una apreciación, quizá por ilusión de que se empiece a despertar el pueblo evangélico; me parece que D. Mariano Blázquez, secretario ejecutivo de la Ferede, no está cómodo. Algo es algo.)
No, no, y no. Así, no.
La semana próxima, d. v., seguimos con los jesuitas y su perversión política.
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