Para concluir con nuestro anterior artículo, vamos a concentrar nuestra atención en la tercera frase que el Señor transmite a las siete iglesias del Asia Menor:El que venciere,o
Al que venciere (1).
Hay diferentes opiniones sobre el significado que tiene el verbo
‘vencer’ en esa frase, siete veces repetida.
¿Quién es ‘el vencedor’ o ‘la vencedora’?
¿A quién o a qué se debe vencer?
Antes de responder estas preguntas digamos que
tres de las opiniones más difundidas sobre los destinatarios de la promesa de victoria de parte del Señor Jesucristo son las siguientes:
a) Que está dirigida a todos los creyentes. Solo los salvados por Jesucristo, son los vencedores. Los no vencedores son los que aún no alcanzaron su salvación
(2).
b) Igual a la anterior; pero, los no vencedores son aquellos creyentes que no han sido fieles y desobedecieron, por lo cual pierden su salvación
(3).
c) Que está dirigida a los creyentes fieles y obedientes que hacen lo que el Señor les encomienda; éstos son los vencedores. No vencerán los desobedientes y los infieles; perderán la recompensa, pero no su salvación
(4).
Investiguemos, con ayuda de la Palabra inerrante de Dios, las respuestas a nuestras preguntas y analicemos cuál de estas tres posiciones es la correcta. Leyendo el contexto en el que el Señor habla, notamos que la frase sigue a una orden y a una recomendación específicas a cada una de las siete iglesias.
Como estamos considerando a la primera de esas congregaciones de fieles, el Señor recomienda y ordena: “
Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras.”(5)
Notemos bien cuál es el contexto en el que se promete la recompensa a los efesios. En los estudios hermenéuticos siempre se aconseja conocer la situación real antes de interpretar. Una vez verificado el estado actual recién podremos compararlo con el inicial; entonces sabremos si ha habido un avance o un retroceso cualitativo.
Los seres humanos – en general - tropezamos con la misma piedra más de una vez; los cristianos – en particular- somos propensos a perder la memoria. Porque, tarde o temprano, todos cometemos el mismo error debiéramos frecuentemente hacer un ejercicio que nos ayude a ‘recuperar la memoria’; eso debían hacer los efesios
(6).
El resultado de ‘recuperar la memoria’ es ‘darse cuenta’. Este es un proceso penoso. Al recordar sus comienzos como congregación de fe, los efesios se darían cuenta de su estado real; verían que –lejos de estar bien, como erróneamente les habrían inculcado sus líderes - estaban alejados del nivel requerido por el Señor. Llegarían por la vía del auto examen a ver el verdadero nivel espiritual que tenían, y que era inadmisible a los ojos de Dios.
Por tanto, la orden es: ‘arrepiéntete’.
¡CUÁNTA FALTA NOS HACE EL EJERCICIO DEL ARREPENTIMIENTO!
En occidente la lista de valores sociales aceptables y recomendables no incluye al arrepentimiento. Arrepentirse es admitir haberse equivocado; y nadie destaca en la sociedad por sus errores. Ahora, un ‘arrepentido’ es sinónimo de transgresor pasado a colaborador de la justicia; es noticia del día, y le brindan protección para preservar su vida. Muchos de ellos terminan viviendo en el anonimato para siempre. Lo paradójico es que la amplia cobertura dada al policíaco ‘arrepentimiento’ contribuye a confundir aún más su verdadero significado.
Nos enseñaron de pequeños a no equivocarnos. Nos castigaban cuando caíamos en un error; y después hicimos lo mismo con nuestros niños. Todos, desde la escuela primaria, sabemos lo duro que resulta equivocarse; por eso la temible papeleta de calificaciones escolares da lugar a situaciones extremas e inimaginables
(7).
Como contrapartida, muchos adultos que destacan en estratos del poder político, social, económico, cultural, religioso, deportivo o científico se sienten realizados por sus logros y se comportan como si nunca se equivocasen. Algunos hasta hablan como si fuesen infalibles. No reconocer errores propios, fijarse sólo en los errores ajenos, y buscar destinatarios para nuestra culpa conduce a toda clase de autoritarismos. Ninguna iglesia es ajena a ellos.
Todo es diferente desde la óptica de Dios. Él rechaza a los soberbios y da gracia a los humildes (8). Por eso, nunca rechaza al arrepentido. Es más, sin arrepentimiento no hay perdón divino; menos aún, recompensa eterna (9). Al que se arrepiente de corazón, el Señor le indica cómo ser restituido; los efesios serían restituidos por seguir una instrucción precisa y concreta de parte del Señor: haz las primeras obras.
¿Cuáles habían sido las primeras obras de los efesios cuando aún estaban en su primer amor a Jesucristo? Veamos:
1. Trabajar arduamente por amor del nombre del Señor.
2. Tener paciencia.
3. No soportar a los malos.
4. Probar a los que dicen ser apóstoles, y no lo son, y hallarlos mentirosos.
5. Sufrir.
6. No desmayar.
(10)
COMER DEL ÁRBOL DE LA VIDA
Los que obedecieran haciendo estas obras típicas del primer amor recibirían una maravillosa recompensa: “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.
El árbol de la vida se menciona sólo al comienzo y al final de la Biblia(11). Según el Génesis, la primera pareja humana desobedeció a la orden del Creador, comió del árbol del conocimiento; dejaron de tener intimidad con Dios; por lo que Él procedió a proteger el árbol de la vida para evitar que, al comer de él el hombre y la mujer eternizaran su nueva y mortal situación.
El mismo árbol reaparece en el Apocalipsis, ubicado en un sitio central del
paraíso celestial
(12) espera que el Señor de señores consume el Plan de Redención de Su creación. Cuando haga entrar en la Nueva Jerusalén a su prometida, la iglesia, el Señor le dará de comer del árbol de la vida cuyas hojas son para la sanidad de las naciones.
Imposible hallar mejor figura que muestre con perfección la obra de la redención consumada por Jesucristo.
La recompensa es comer de ese árbol, vivir por la eternidad en salud, en plena comunión con el Rey de reyes. Se comprueba por la recompensa prometida, que no hay posibilidad alguna para la pérdida de la salvación
(13).
Padre nuestro, perdónanos por haber dejado de hacer lo que hacíamos cuando nos adoptaste como a tus hijos e hijas; nos arrepentimos por descuidar nuestra salvación amoldándonos a pautas y metas mundanas. Te rogamos nos ayudes a volver a hacer aquellas primeras obras por amor de Tu nombre y para gloria de Tu Hijo. Amén.
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Notas
1. Apocalipsis 2: 7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21. ‘El que venciere’, o ‘Al que venciere’, anticipa la recompensa, que es individual y diferente en cada caso. No se le da la misma recompensa a otra iglesia
2. Basan su posición en 1ª Juan 5:4,5, ‘Porquetodo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
3. Basan su posición en Hebreos 2:1-3ª, ‘Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?
4. Basan su posición en 1ª Corintios 3:15, ‘Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego’
5. Apocalipsis 2:5a; nótese, también, que en Apocalipsis 2:7b los efesios reciben del Señor un reconocimiento por aborrecer a los nicolaítas, un grupo de herejes al que el Señor también aborrece; tema que vimos en nuestra anterior y sobre el que volveremos oportunamente
6. Efesios 2:1, 12, 13, 17
7. Estando en Tokio en oportunidad de dar unas conferencias, mis anfitriones japoneses me comentaron con gran tristeza que el hijo de un matrimonio amigo, cursando la secundaria, se había suicidado al recibir calificaciones inferiores a las esperadas
8. Santiago 4:6; 1ª Pedro 5:5
9. Lucas 5:32; 15:7; 24:47; Hechos 5:31; 11:18; 26:20; Romanos 2:4; 2ª Corintios 7:9; Hebreos 6:1
10. Apocalipsis 2:2,3
11. Génesis 3:22, 24; Apocalipsis 2:7; 22:2, 14
12. El término ‘paraíso’ es el mismo que usara Jesús al responderle al delincuente arrepentido, crucificado junto a él (Lucas 23:43). El apóstol Pablo lo usa cuando narra su experiencia sobrenatural: “que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” (2ª Corintios 12:4); también se refiere a él como ‘el tercer cielo’ (Ibíd. 12:2). Ver también Apocalipsis 22:2
13. Que es la tercera opinión (c.) antes citada
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