Nos vamos hasta Almería, tierra cálida de Andalucía, para hablar con Manuel Martínez Muñoz, profesor de Lengua y Literatura, y Francés (de la ESO), actualmente director del CEIP “Profesor Tierno Galván” de Vícar (Almería) y experto en nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación aplicadas a la Enseñanza. Además, es miembro de la Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos (ADECE). Junto con su esposa Nancy Clarneau han creado “Los Dos Olivos”, un servicio para proyectos de todo tipo en Internet.
Pregunta.- Manolo, preséntate, por favor. ¿Cómo te definirías a ti mismo?
Respuesta.- Bueno, creo que lo que puede interesar al lector/a acerca de mi humilde persona, es que soy maestro desde hace unos 36 ó 37 años (tendría que mirarlo, porque soy muy malo para esto de las fechas), que soy un cristiano evangélico desde hace unos 15 ó 16, que soy padre de tres maravillosos hijos, y que soy esta mitad de la pareja que formamos mi esposa Nancy y yo.
Añadiría que, puesto que vamos a hablar de Enseñanza y de Educación, toda opinión que yo pueda verter en esta entrevista debería verse entre dos luces: la primera, a la luz de la experiencia a lo largo de todos estos años, “a pie de obra”. Y la segunda, a la luz del Evangelio, al que me debo desde que conocí al Señor. Es decir, que no puedo dejar de ser maestro y cristiano, o cristiano y maestro, las veinticuatro horas del día, y las dos cosas a la vez.
P.- Como profesor y director de un colegio público, ¿cuáles crees que serán, a corto y a largo plazo, las consecuencias de la reforma educativa que está emprendiendo el actual gobierno?
R.-Puestos a decir la verdad -como no podría ser de otra manera-, creo sinceramente que esta reforma no va a ir a ninguna parte. Nace ya muerta. O peor, huérfana, pues vistas las reacciones, parece que nadie la quiere, salvo el Sr. Ministro. Y es que hay que ser muy torpe -y llevamos décadas de torpeza- para no entender que las reformas en Educación o se hacen con el mayor consenso, o vamos abocados a que dentro de 4 u 8 años, el siguiente gobierno la vuelva a cambiar.
Pero, supongamos que me equivoco, y que esta reforma, que no es sólo una más, llegará a tener vida. En ese caso, y de verdad que siento decirlo, a mi modo de ver, me da un cierto vértigo. Aunque lo más probable es que, para cuando empiece a implantarse, yo ya esté jubilado; esto no le quita hierro al tema. El ser maestro o maestra, profesor o profesora de verdad, conlleva siempre un gran componente de abnegación, de entrega y de solidaridad. Y es por eso por lo que siento vértigo ante lo que viene o podría venir con esta reforma. Porque, aunque parezca que no, en estas últimas tres décadas el Sistema Educativo en nuestro país ha mejorado y ha mejorado muchísimo. Esto sólo podrán apreciarlo los que peinan canas, como yo.
Que el sistema podría ser mejor. Sí, puede que sí. Que si nos comparamos con ciertos países no salimos muy bien parados. También. Pero si comparamos nuestros niños y jóvenes de hoy, con los que éramos de la década de los 70, no hay punto de comparación.
Es por eso, por lo que, con las líneas maestras que inspiran esta reforma, siento vértigo. Porque, sencillamente, rompe con una de las ideas fundamentales de la Enseñanza Pública, que es la salvaguarda de los más débiles (débiles en todos los sentidos), frente a los fuertes y poderosos. Es decir, en crear las condiciones en las que todos, absolutamente todos, tengan igualdad de oportunidades para desarrollarse como personas integrales. No sólo como profesionales -que también-; no sólo como individuos en competencia pura y dura, que es lo que veo en esta reforma.
¿Consecuencias a corto plazo?, me peguntabas. Pues conflictos sectoriales (padres, profesores, sindicatos…). Pero, a largo plazo, mayor segmentación y fractura social, desigualdad, insolidaridad, valores claramente anticristianos, a mi modo de ver.
P.- Se dice que España es campeona en fracaso escolar. Según datos de la UNESCO, uno de cada tres jóvenes españoles de entre 15 y 24 años dejó sus estudios antes de acabar la enseñanza secundaria, mientras en Europa abandona uno de cada cinco… Datos de hace pocos días indican que el abandono escolar se dispara, y que uno de cada cuatro alumnos que empieza la ESO ya no la termina. Y por otro lado, el paro es una lacra y negro futuro tienen los jóvenes a la hora de conseguir cualquier trabajo. Con este panorama, ¿cómo podrán estos jóvenes ayudar a que nuestro país salga adelante?
R.-Son muchas cosas las que se tocan en esta pregunta. Vayamos por partes. A nadie en su sano juicio se le escapa que España tiene demasiado “fracaso escolar”. Para un maestro, si de sus 20 alumnos repitieran o abandonaran 2 de ellos, eso ya sería fracaso escolar. Que muchos estudiantes de ESO y Bachillerato en los últimos años dejaban de asistir a clase, unos para gastar lo que sus padres les daban, y otros para ganar dinero fácil, en la época de bonanza, pues… eso también debería contar como “fracaso escolar”. Pero el “fracaso escolar” ¿es de la Escuela? ¿Es sólo de la Escuela, como pretenden hacernos creer? ¿No será más bien el fracaso de toda una sociedad, sin más valores que el rendimiento económico y el mal llamado “bienestar”?
Así que, yo al menos, y, sobre todo, a la luz de una ética cristiana, llego, después de mucha reflexión, pues he dedicado mi vida casi entera a enseñar y a educar, digo que llego a la conclusión de que no me valen las comparaciones entre sistemas educativos si no comparamos también las sociedades que los sostienen.
Por ejemplo, Finlandia, paradigma del éxito escolar, es una sociedad que valora la Educación por encima de cualquier otro valor. ¿Comparamos eso con el valor que se le da a la Educación en nuestro país? Es una sociedad, la finlandesa, que selecciona a su personal docente de tal manera que sólo los mejores, los mucho mejores, llegan a entrar en un aula para enseñar. ¿Comparamos nuestras oposiciones también? Las familias, en Finlandia, se consideran a sí mismas como las máximas responsables de la educación de sus hijos e hijas, y tienen un respeto por los profesores y por los maestros que yo no he conocido nunca en nuestro país.
Resumiendo, que estoy firmemente convencido de que los factores que causan esa desventaja comparativa de nuestros resultados escolares, frente a los de otros países, son factores en su mayoría extraescolares, es decir, de fuera de la Escuela. Y nunca he visto una reforma educativa en toda mi vida profesional que cogiera al toro por los cuernos, como se suele decir. Antes bien, y ahora tenemos un ejemplo clarísimo, ven la Enseñanza como otra oportunidad de negocio, o como una oportunidad de manipulación social, sin importarle sus consecuencias.
Si convencemos a la población española de que la Escuela Pública es mala, y que la privada es buena, ¿qué padre, pudiendo hacerlo, no asumirá ese gasto? Lo malo es ¿y el que no pueda?, pues tendrá que admitir un servicio público casi de beneficencia.
Y es que no es verdad. La Escuela Pública en España no es mala. Sino que está desatendida. Desatendida por todos.
En todos mis años he conocido algunos maestros que no trabajaban lo suficiente, es cierto, o trabajaban mal; pero he conocido cientos, tal vez miles, de compañeros y compañeras que se han dejado literalmente la salud y la vida en un trabajo mal pagado y mal reconocido, pero que lo desarrollaban con toda la ilusión del mundo.
En cuanto a si nuestros jóvenes ¿están preparados para sacar a nuestro país adelante? Preguntémosles a los dirigentes empresariales alemanes, norteamericanos y de países emergentes, si valen nuestros jóvenes, si están preparados; y, de paso, preguntémosles si les ha salido muy caro a ellos el formarlos. Si se los formamos gratis…
P.- Se recorta en Salud, Educación, Justicia… Por lógica pienso que una población activa debe estar sana y bien preparada. Pero ¿cómo motivar a nuestros jóvenes en medio de tanta corrupción y escepticismo ante las instituciones que deberían garantizar el buen funcionamiento de estos pilares de una sociedad democrática?
R.-Claro. Ése es el problema. Pero no es un problema de la Escuela Pública, ni de la Sanidad Pública. Es el problema de un país caído moral y éticamente en un alto porcentaje. ¿Cuándo se ha visto, por ejemplo, que los viejos, los jubilados mantengan a los jóvenes en edad de trabajar y de producir?
Desde mi punto de vista, de maestro de escuela, si tuviera que poner un ejemplo entendible para todo esto, diría lo siguiente: Hay dos maneras de entender los servicios públicos como la Sanidad, la Enseñanza, la Justicia y otros. La primera es la de verlos con un enfoque familiar, es decir, la del padre que da de comer, viste, lleva al médico a sus hijos y los educa, aunque a final de año haya contraído una cierta deuda, que tendrá que ir pagando, por supuesto. Pues en ello va el oficio de ser padres. Y la segunda manera de asumirlo es ver los servicios públicos como empresas, que tienen que ser rentables, dar beneficios, aunque nuestros hijos estén mal alimentados, mal vestidos o no muy sanos. Si a final de año reparto beneficios, todo está bien. ¿No? Pues no. Porque el resultado es fractura social, insolidaridad y subdesarrollo.
P.- Mucho rescate de bancos y demás entidades financieras, que nos llevaron a esta crisis, y poco rescate de las personas inmersas en dramáticas situaciones de desahucios, desalojos, deudas interminables… ¿Cuál su opinión frente a esta situación? ¿Puede ser, también, que algunos ciudadanos quisieron poseer más allá de lo que le permitían sus ingresos?
R.-Creo que si digo crudamente lo que pienso, puede que se me tome por lo que no soy, uno del movimiento de los indignados, un revolucionario o, como se me ha llamado alguna vez, un comunista. Pero es que ayer, precisamente ayer, se quitaron la vida dos ancianos, al recibir la notificación de desahucio; pero hoy, también han encontrado muerto a otro hombre de unos 50 años, chófer en paro. ¿Cómo puede una persona que dice leer la Biblia a diario mirar para otro lado?
Decía William Barclay que “
Decir la verdad con valentía no sólo es el privilegio del siervo de Dios, sino también su obligación”.
La catadura y la estatura moral de una sociedad se mide muy bien atendiendo a cómo trata a dos de sus colectivos: a sus viejos, puesto que son los agentes de hasta dónde ha llegado esa sociedad; y de cómo trata a sus docentes, que son los responsables de llevarla hasta dónde quiere llegar.
Ayudar a bancos y entidades financieras es pensar en la rentabilidad de hoy. Y si esas entidades ayudadas son precisamente las que han llevado la economía al estado de postración en que nos encontramos, pues eso. Vamos, que eso lo entiende cualquiera.
P.- Los cristianos estamos de paso… Pero también sé que debemos hacer las cosas con excelencia. Con la educación por los suelos esto es imposible… ¿Debemos entonces hacer oír nuestra opinión? Tenemos hijos o nietos.
R.-Efectivamente, pero no sólo por nuestros hijos y nuestros nietos. Para preocuparse por los nuestros no hace falta ser cristiano, lo dice la misma Biblia. Las Escrituras están llenas de mensajes que son ambivalentes. Creo que no hace falta citar Mateo 22:21 para saber que hay que sostener al Estado; ni a Santiago 2:18, para saber que nuestra fe se tiene que concretar en obras. Los cristianos tenemos esa doble nacionalidad. Somos de aquí, y somos ciudadanos del cielo.
P.- Y sobre la educación cristiana… ¿cuál el panorama? ¿Lo estamos haciendo bien?
R.-Yo creo que no. Sinceramente. Del mismo modo que, en su inmensa mayoría, el casi millón de evangélicos que podemos estar en España, parecemos transparentes. Y no nos hacemos notar, cuando en realidad somos los portadores de las soluciones a tantos y tantos problemas. Pues así también, en lugar de querer cambiar las Escuelas, los Institutos con nuestro testimonio y nuestro ejemplo, nos recluimos también en nuestros propios Colegios. Sé que esto, dicho así, puede parecer injusto para los hermanos que están levantando centros educativos cristianos, con tanto sacrificio. Pero si nos paramos a pensar qué es lo que deberíamos hacer a la luz del Evangelio, quizá no vaya tan desencaminado.
P.- ¿Cree que la educación cristiana es una responsabilidad compartida entre la familia cristiana y la iglesia?
R.- Por supuesto. Primero la Familia, y, después, la Iglesia. La Escuela Pública, ni siquiera en las Comunidades Autónomas donde se han firmado acuerdos con los Consejos Evangélicos Autonómicos, va a facilitar nada la educación cristiana de nuestros hijos. Y eso es bien sencillo de entender. Esto es España. Nos movemos políticamente como un péndulo que va de la izquierda filo-laicista a la derecha ultra-católica. ¿Quiénes de ellos nos va a ayudar en cuanto a la Educación Cristiana por la que me preguntabas? Con esto no digo que la solución sea apartar a nuestros niños de los demás, sino a cumplir con ellos también lo de estar en el mundo sin ser del mundo.
P.- Nos asusta todo lo que pasa en el mundo, fuera de nuestras fronteras, ¿pero estamos poniendo un granito de arena para transformar todo lo que nos rodea?
R.-Esta pregunta tiene una respuesta que se escapa a mi perfil de maestro cristiano entrevistado. Pero como ciudadano español que también soy, diría que España es un pueblo solidario a pesar de todo. Y da muestras de ello a cada paso. Lo que ocurre es que en estos tiempos nos estamos enfrentando, por primera vez en nuestra historia, a que una generación de españoles viva en peores condiciones que sus padres y que sus abuelos. Vivo en una provincia con un alto número de personas inmigrantes. En mi pueblo conviven más de 110 nacionalidades. Y los pocos conflictos que hay están más motivados por la miseria que por la xenofobia o el racismo.
P.- ¿Cómo alcanzar una sociedad más justa y solidaria, donde se defiendan los derechos de todas las personas y no sólo los intereses de determinados grupos?
R.-¡Ay! Si yo lo supiera, no les quepa duda de que daría mi vida por ello. Soluciones hay tantas como mentes humanas, tantas como soluciones en la Historia de los Pueblos. El problema es preguntarnos ¿cuál debería ser la solución aportada por los cristianos? Me viene a la mente Hechos 2:42-46, cuando las paredes de la Iglesia estaban ciertamente difusas, pero los lazos de unión entre sus miembros eran fuertes.
P.- ¿Cuál piensa que es el gran reto que tenemos los evangélicos de nuestro país en este siglo XXI?
R.-El mismo reto que hemos debido de tener desde siempre: Predicar el Evangelio, a tiempo y a destiempo; en la calle y en los trabajos; con los familiares y con los extraños. Y, cuando digo predicar, no me refiero sólo a sermonear, sino a vivir de tal manera que reflejemos la luz de Cristo, de tal forma que los demás digan lo que en una ocasión comentó un vecino: “Es que vosotros los ‘evangelistas’ queréis llevar la fe y la religión a todas las cosas de la vida”. Respuesta: Ahora, ahora nos estás entendiendo.
Finaliza la entrevista. Gracias, Manolo, por hacernos una radiografía acerca de cómo se encuentra el sistema educativo español, con sus reformas, recortes, retrocesos; permitiéndonos plantear una pregunta: ¿Qué podemos hacer como ciudadanos cristianos?
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