Ian O’Leary es, actualmente, jugador del Blancos de Rueda Valladolid, equipo que milita en la primera división española de baloncesto, la Liga Endesa. O’Leary se trasladó a España hace tres años, para disputar la temporada 2009-10, procedente de Estados Unidos.
Pero él no es como muchos otros jugadores que llegan cada año a nuestro país para jugar a baloncesto de manera profesional.
“Dios es el centro de mi vida” explica el estadounidense.
A LA IGLESIA DESDE PEQUEÑO
“Conocí a Dios gracias a mis padres”dice Ian. Nacido el 20 de octubre de 1986 en Woodlands Hills, un distrito de la ciudad de Los Ángeles, California, el actual jugador de baloncesto es hijo de Michael y Halline O’Leary, y tiene dos hermanos, Andrew y Matt.
El californiano acudió a la iglesia desde que nació.
“Mis padres tenían una estrecha relación con Dios, y tanto mis hermanos como yo asistimos desde pequeños a la iglesia, crecimos allí”. El pívot del Valladolid recuerda el momento en que aceptó a Jesús como Salvador.
“Debería ser cuando estaba en séptimo, con 13 años aproximadamente. Empecé a entender más sobre la fe y comencé a tener experiencias”.
Al acabar el colegio, Ian fue a estudiar al instituto de Woodland Christian, en su mismo distrito. Allí ya comenzó a mostrar uno de sus dones: el baloncesto. En su tercer año de secundaria, O’Leary promedió 20.3 puntos y 12.6 rebotes, siendo la referencia del equipo. Algunas universidades se interesaron en él para ofrecerle una beca, pero en su último año de instituto una lesión no le permitió disputar ningún partido.
CUATRO AÑOS EN LA UNIVERSIDAD DE ST. MARY’S.
A pesar de ese contratiempo, Ian consiguió la beca en una universidad cristiana, llamada St. Mary’s College of California, cerca de Oakland, en su mismo estado natal pero a unos 600 kilómetros de su casa. Con el número 4 a sus espaldas, O’Leary promedió durante sus cuatro años en la NCAA, la primera división universitaria, 6.6 puntos y 4.4 rebotes por encuentro, unos números que no le sirvieron para llamar la atención a los ojeadores y poder dar el salto a la NBA.
LA LLEGADA A ESPAÑA
“Quería continuar jugando y me llegó una oferta del Vigo”. Ian sabía que podía dedicarse profesionalmente al baloncesto y decidió trasladarse a España, aunque fuera a disputar la Adecco Oro, la segunda división española de baloncesto. Después de 23 años en el mismo país, Estados Unidos, y en el mismo estado, California, llegaba el momento de hacer las maletas.
“Jugué cuatro años en la NCAA y pensé que venir a Europa podía ser una oportunidad para mí. Ahora he empezado mi cuarta temporada en España, y le estoy muy agradecido a Dios” dice O’Leary.
A Vigo llegó con su mujer, pero como reconoce, no fue fácil adaptarse, y eso provocó que en algunos momentos dudara si había tomado la decisión correcta.
“En mi primera temporada en España, las cosas no salieron del todo bien. El club no nos pagaba y los jugadores estábamos enfadados” explica el californiano.
“Uno no puede controlar todo lo que pasa a su alrededor, pero hay que ser fuerte, confiar en Dios”. O’Leary tenía claro quién podía ayudarlo a él y a su mujer, y no tardó mucho en ver su mano.
“Él nos ayudó, tanto a mi mujer como a mí, y pudimos pasar estas primeras dificultades”.
LA ADAPTACIÓN AL PAÍS
Después de ese primer año complicado en Vigo, donde no rindió deportivamente al nivel que se esperaba, O’Leary se trasladó a Oviedo. Esta vez, con un equipo que disputaba la Adecco Plata, sí pudo disfrutar de nuevo.
“En la temporada 2010-11, cuando estaba en Oviedo, tuve un compañero americano, Kevin Ratzsch, que también era un gran creyente. Era divertido compartir vestuario con él y nos ayudamos mucho”.
Esta vez, sin problemas económicos, el pívot pudo completar la que, hasta el momento, ha sido su mejor temporada en el aspecto deportivo. Ian promedió 16 puntos y 9.5 rebotes por partido, y algunos equipos de la Adecco Oro se volvieron a interesar en él. Llegó el momento de volver a hacer las maletas y esta vez irse a Palencia, para completar una gran temporada con el equipo castellano y despertar interés en algunos equipos de la primera división española de baloncesto, la Liga Endesa.
UN SUEÑO CUMPLIDO
A finales de agosto de este año, el Blancos de Rueda Valladolid publicaba una nota de prensa anunciando el fichaje de un pívot estadounidense llamado Ian O’Leary. En ese teletipo, el club decía que este jugador llegaba a Valladolid después de cuajar una muy buena campaña en Palencia.
Ian había cumplido uno de sus sueños: poder dedicarse profesionalmente al baloncesto, esta vez llegando a la segunda mejor liga del mundo, sólo por detrás de la NBA. Pero O’Leary sabe que no todo es tan fácil como parece, y que en el mundo del deporte profesional hay muchas tentaciones.
“Ser un jugador profesional provoca que sea más fácil caer en tentaciones. Sales en televisiones, en diarios, eres conocido, y es más fácil hacer cosas que no debes hacer”. A pesar de eso, el californiano reconoce que Dios siempre le ha ayudado y en este caso
“me ha dado una gran mujer y un hijo, que también me apoyan”.
Hasta el momento, O’Leary ha disputado siete partidos con el Valladolid, saliendo de titular en cuatro de ellos y siendo una de las piezas claves para el buen, pero a la vez inesperado, comienzo del equipo pucelano. Ian está promediando 11 puntos y 5.9 rebotes por encuentro, siendo uno de los jugadores interiores más regulares de toda la liga.
SU VIDA CRISTIANA EN ESPAÑA
“Este año, en Valladolid, es cuando realmente he conocido más a los creyentes de aquí. Lo que sí he visto es que en España hay una gran influencia del catolicismo”dice el estadounidense. O’Leary seguía los cultos de su iglesia, en Estados Unidos, por Internet, pero consiguió contactar con gente de la ciudad pucelana.
“Hace unas semanas fuimos con mi familia a una reunión de la iglesia, y la verdad es que nos gustaría volver algún domingo, aunque normalmente es cuando jugamos los partidos”.
Sobre su relación con los compañeros de equipo, Ian dice que
“siempre ha sido muy buena, con todos los jugadores con los que he compartido vestuario”. Él sabe que tiene una gran oportunidad para hablar de Dios a personas con las que está cada día unas cuantas horas, pero no siempre es fácil hablar con ellos.
“Es complicado, porque yo hablo un poco el español, pero no mucho, y muchos compañeros tampoco dominan el inglés, así que mantener una conversación sobre la fe no es fácil ya que se pueden malentender cosas”. O’Leary también reconoce que
“estoy mejorando en este aspecto, y creo que es un reto para mí”.
“Siento que Dios está en mí, influye en quién soy, en mi personalidad”dice Ian.
“Me da fuerzas para poder hacer mi trabajo cada día, me ayuda a mentalizarme para ser la mejor persona posible”. Preguntado muchas veces sobre sus fuertes creencias, O’Leary explica que
“mis hermanos y mis padres me han ayudado mucho, pero diría que mi mentor en la fe ha sido mi tío Steve. Comíamos siempre una vez a la semana, pasábamos los veranos juntos, y hablábamos mucho sobre cosas personales y sobre Dios. Seguramente él ha sido mi mayor influencia”.
Y el californiano, como nos ha explicado, ha notado que Dios estaba con él en las adversidades. Lejos queda 2009, cuando los problemas económicos de Vigo le hicieron plantearse su decisión. Ahora, tres años después, ya está en la Liga Endesa.
Si quieres comentar o