Se han hecho muchas lecturas de las recientes elecciones presidenciales. Muchos de los ganadores asumen que esta elección anunció un cambio permanente en la dirección política del país. Y muchos de los perdedores están presentando interpretaciones que minimizan el significado de las mismas.
Una de las lecturas que se están dando tiene que ver con
la importancia del voto evangélico.
Después de las elecciones Albert Mohler, presidente del Seminario Bautista del Sur y un líder principal de esa denominación, dijo que las elecciones fueron “un desastre evangélico”. El hecho de que la mayoría del país no apoyó el agenda político de la derecha cristiana, fue visto como un desastre. El país está dividido, pero la derecha cristiana no pudo persuadir a la mayoría a votar por el candidato republicano.
Mucha de la prensa estadounidense hizo una interpretación similar, ligando el agenda y el voto evangélica con la derecha cristiana.
La verdad es que el voto evangélico blanco, como también el voto católico blanco apoyó a Romney. Pero el voto evangélico negro, el voto latino católico y el voto asiático evangélico votó abrumadoramente por Obama.
Los evangélicos latinos también lo apoyaron, aunque por una pequeña mayoría. Así que, al hablar del voto evangélico, es claro que Mohler estaba hablando del desastre para la derecha cristiana blanca, que ha estado ligada a la agenda republicana. La derecha cristiana blanca ha tenido mucho impacto sobre las elecciones desde 1980 cuando apoyaron a Ronald Reagan. Esta elección parece indicar que esa influencia está menguando.
Es evidente que la gran mayoría de los evangélicos de grupos minoritarios comparten la perspectiva de la derecha blanca sobre el aborto y el matrimonio del mismo género. Sin embargo, ellos también entienden que una agenda cristiana tiene que tomar en cuenta las necesidades de los más necesitados, incluyendo a los pobres, los inmigrantes y los grupos minoritarios, que tradicionalmente han sido marginados en la sociedad estadounidense.
Al tener que escoger entre su ética personal y su ética social escogieron a Obama.
La derecha evangélica blanca se está separando políticamente de sus hermanos y hermanas evangélicos minoritarios. Está por verse si la afinidad teológica los seguirá uniendo o si las diferencias políticas tendrán más peso.
También será interesante ver si los evangélicos blancos pueden aceptar que sus hermanos minoritarios tiene una perspectiva más amplia de lo que debe ser el agenda evangélica. Por ejemplo, el mismo Dr. Mohler se ha declarado a favor de una reforma migratoria justa e integral. Está por verse si otros evangélicos blancos deciden que su agenda política necesita tomar en cuenta a los inmigrantes.
Muchos de los que votaron por Obama comparten la inquietud del Dr. Mohler y otros evangélicos con relación a la secularización del país. Ellos también quieren ver un avivamiento y que la gente en EEUU buque al Señor. Sin embargo, saben que un verdadero avivamiento se reflejará en toda área de la vida y no sólo con relación al aborto y las relaciones sexuales.
Hasta ahora, tras las elecciones muchos comentaristas han asumido que los grupos evangélicos minoritarios están de acuerdo con toda la agenda política del presidente Obama, dado que votaron por él. Sin embargo, nadie debe dudar que su compromiso cristiano los siguen obligando a estar de acuerdo con la derecha cristiana en algunos temas, así como los están con los liberales en otros asuntos. El voto del 6 de noviembre demostró la realidad de esta división. Si se pueden unir estas dos partes de su compromiso entonces el voto evangélico podrá ser agente de transformación. Esto es mucho más importante que una victoria o derrota electoral.
Si quieres comentar o