Irene de Federico: Esperanza para Haití

Hablamos con Irene De Federico, de Barcelona. Es licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Pompeu Fabra. Además, entre otros, ha realizado un Postgrado en Dirección y Gestión de Organizaciones No Lucrativas y de Economía Social (Fundación Pere Parrès) y está concluyendo un Máster en Necesidades, Derechos y Cooperación al Desarrollo en Infancia (Universidad Autónoma de Madrid- UNICEF).

Pero sobre todo es la responsable de Comunicación y Proyectos de Alianza Solidaria. Tiene el corazón decantado en llevar el amor de Dios allá donde él mande, y donde se oye el clamor de los menos privilegiados: los niños y sus familias, ya sea en Huaraz, Ibagué, Tierralta o Lastic, entre otros lugares; de esos que apenas o nunca hemos oído hablar. Pero Dios no se olvida ni es descuidado, por eso mueve a personas como Irene y otras que tienen oídos para oír.

Desde que la conozco, puedo destacar su compromiso, perseverancia y eficiencia en la realización de una labor que no genera rentabilidad económica, pero que compensa cuando la calidad de vida de un niño mejora, puede vivir con más dignidad, ver cumplidos sus derechos, sonríe, acepta que Jesús le cuide, recibe afecto…

Pregunta.- Hola, Irene, tú que desempeñas diversas funciones dentro de Alianza Solidaria (brazo social de la AEE) en las áreas de comunicación y proyectos…, háblanos un poco de esta organización. Cómo desarrolla su labor, sus fines…
Respuesta.-Alianza Solidaria, como bien dices, es el brazo social de la Alianza Evangélica Española y su misión es combatir la pobreza y sus causas a través del desarrollo integral de la infancia y la promoción del desarrollo auto sostenible de colectivos en situación de alto riesgo de exclusión social.
Actualmente estamos enfocados en América Latina y para ello trabajamos junto con entidades locales e iglesias con las que compartimos una misma misión y principios. Todo ello lo hacemos a través de tres programas: Turmanyé, Moisés y Esperanza para Haití.

P.- ¿Cómo te decantaste por luchar a favor de los menos privilegiados, pudiendo haberlo hecho por otros campos más rentables?
R.-Desde antes de empezar mis estudios universitarios Dios había puesto en mi corazón el poder dedicarme de alguna manera a trabajar a favor de la población vulnerable y especialmente con la infancia, aunque en aquel entonces no tenía claridad sobre cómo podría hacerlo y no había vivido aún ninguna experiencia en particular que me llevara a decantarme por ese área, más que haber visto múltiples reportajes y noticias en la televisión acerca de la pobreza y sentir que no podía quedarme de brazos cruzados.

No fue hasta que pude hacer mis prácticas universitarias en una ONG en Chile que tuve un primer contacto directo con el ámbito de la Cooperación Internacional al Desarrollo. A partir de ahí, tuve claro que quería dedicar mi tiempo y esfuerzo a servir a Dios en este campo, y Él fue abriendo puertas y confirmando esa responsabilidad que, aún más a la luz de Su palabra, es ineludible.


P.- Acabas de llegar de Haití. ¿Cuál es el mayor impacto de la realidad haitiana?
R.-Dado que estoy especialmente sensibilizada con el tema de la infancia, diría que lo que más me impactó es la tremenda desprotección y vulneración de los derechos que padecen los niños y niñas en este país: el abandono, el maltrato, el elevado índice de desnutrición… son cuestiones que se palpan a primera vista. Desde luego estas problemáticas, lamentablemente, no son exclusivas de Haití, pero no podemos olvidar que este país, por ejemplo, tiene la tasa de mortalidad infantil de menores de 5 años más elevada en toda la región de América Latina y el Caribe.

P.- A.S. ya lleva muchos años trabajando a favor de colectivos en situación de pobreza y riesgo de exclusión social en otros países de América Latina. ¿Por qué se decidió apoyar a Haití?
R.-A raíz del terremoto del 2010, un anciano de la iglesia de Vecindario sintió el llamado del Señor a servir en ese país. La iglesia, colaboradora de Alianza Solidaria desde sus inicios, compartió con nosotros su visión y después de varias reuniones decidimos intervenir juntos en este necesitado país.
Junto con el pastor y el presidente de la Asociación Manos de Esperanza (de la propia iglesia) tuvo lugar un primer viaje de la Presidenta (Francisca Capa) y del Secretario General (Jaume Llenas) de Alianza Solidaria, donde se pudo ver de primera mano la situación del país así como conocer las diversas iglesias y entidades locales con las que se podría colaborar, y en fe se decidió empezar a trabajar en Haití, concretamente en Fonds Parisien, a unos 15 km de la frontera con República Dominicana.
Para ello, hemos puesto en marcha el programa “Esperanza para Haití”. A través del mismo, particulares e iglesias pueden colaborar en las diferentes líneas de trabajo que estamos poniendo en marcha y para lo cual se requieren recursos:
Apoyo a niños en situación de abandono o desamparo.
Mejora de las condiciones de vida de los habitantes de Lastic, una comunidad rural comprendida por unos 50 hogares (350 personas aproximadamente).
Después de la realización de un diagnóstico multi-sectorial en dicha comunidad, vimos que las problemáticas que afectan severamente la calidad de vida de la población son, entre otras: carencia de acceso a agua potable, desnutrición, inseguridad alimentaria, viviendas precarias, difícil acceso a servicios de salud y deforestación.
Ante este panorama, desde Alianza Solidaria, y junto con la población local y otras organizaciones, queremos contribuir a que la población de Lastic pueda tener una vida digna en todas las áreas a través de la implementación de diversos programas y proyectos que se dirijan a subsanar las causas de las situaciones anteriormente mencionadas.

P.- ¿Realmente hay esperanza para Haití? ¿Cuáles son los desafíosque enfrentan los que trabajan por un futuro mejor para ese país?
R.-Sí, desde luego hay esperanza, y con el respaldo de Dios, ¡mucho más!
Los desafíos que tenemos por delante son varios, pero podríamos destacar tres: El primero de los desafíos es cultural. Dadas las condiciones tan difíciles en las que tiene que vivir la población, la mayoría de la gente tiene una visión más a corto que a medio o largo plazo. Hace poco se ha visto en las noticias las consecuencias del huracán Sandy y de la tormenta Isaac. ¿Por qué, ante un mismo fenómeno, en un país mueren 10 personas y en países como Haití cientos o miles? Entre otros motivos porque no hay suficientes políticas de prevención de riesgos y porque mucha gente, como puede ser comprensible en esas circunstancias, piensa en sobrevivir hoy y no tanto en cómo vivir mejor mañana, o cómo prevenir las consecuencias de futuros desastres naturales que además de vidas, se lleva también sus fuentes de ingresos y de supervivencia como por ejemplo, las cosechas.
El segundo desafío que tenemos al trabajar en un país como Haití es la gran carencia de infraestructuras y servicios. Al ser un país en vías de desarrollo, muchos materiales o equipos que pueden ser accesibles y de bajo coste en otros lugares, en Haití el coste es considerablemente más elevado y no siempre están disponibles.
El tercer desafío, que es común a otros programas, son los recursos económicos. El trabajo que se requiere hacer junto con la comunidad de Lastic implica intervenciones de diversa índole, entre ellas, de infraestructura pero también, y muy importante, de capacitación a la población. Obviamente, lo primero siempre supone una mayor inversión económica, pero en cuanto a la formación y suministros básicos, los costes son menores y el impacto en la calidad de vida de la población puede ser notable. Por ahí es por donde quisiéramos empezar.
Por ejemplo: la capacitación en tratamiento domiciliario de agua, junto con implementos de almacenamiento y tratamiento, así como una pequeña planta productora de cloro, se podría poner en marcha con un presupuesto de alrededor de 5.000 euros.


P.- ¿Piensas que los cristianos no tenemos excusa para no ser voz de los que no la tienen? ¿Nos respalda la Biblia?
R.-Desde luego que no tenemos excusa y por supuesto que nos respalda la Biblia. Un clarísimo ejemplo lo encontramos en Proverbios 31.8-9, donde Dios nos insta claramente a no ser indiferentes ante las injusticias, a actuar y a ser voz de aquellos que no son escuchados: “¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados!”. Como cristianos nuestra misión debe ser integral. Jesús trabajó por las necesidades espirituales y también por las físicas cuando atendió a las más de cinco mil personas que no habían comido en tres días y las alimentó (Marcos 8:2-3). Así que no tenemos excusa. Podemos cambiar de canal, mirar hacia otro lado, pero recordemos lo que nos dice el mismo Jesús en Mateo 25:45 “En verdad os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de los más pequeños de éstos, tampoco a mí lo hicisteis”.

P.- ¿Crees que a través de la Acción Social se puede llevar el mensaje del evangelio a una sociedad decantada por los antivalores cristianos?
R.-Como Alianza Solidaria tenemos una visión holística del ser humano, y por tanto, igual que hacía Jesús, nos preocupamos por todas las áreas del mismo: la física, la emocional y, por supuesto, la espiritual.
La pobreza no solamente es material, sino también espiritual. Somos muy conscientes de que una verdadera transformación integral requiere cambios y restauración también en esa área y sabemos que eso solamente viene como resultado de una relación personal con Jesús.
De ahí que la transmisión del Evangelio sea algo transversal a todo lo que hacemos. Por supuesto, eso no quiere decir que solamente apoyemos a familias abiertas a escuchar Su mensaje, sino que nuestro trabajo lo llevamos a cabo sin ningún tipo de discriminación.

P.- ¿Cómo piensas que movilizaríamos a nuestros jóvenes a compartir su tiempo, recursos, afecto… entre aquellos que no tienen los mismos privilegios que ellos?
¿Y a las iglesias?
R.-Creo que el primer paso es informar e informar adecuadamente. Si no se informa, hay desconocimiento e ignorancia de las situaciones de pobreza. Cuando uno no conoce (o no quiere conocer), simplemente no actúa. En cambio, cuando somos conscientes de la situación en la que viven millones de personas, ya no podemos ser simplemente espectadores.
Por otro lado, hay que informar adecuadamente, desde una perspectiva más profunda y crítica. Que haga reflexionar sobre la pobreza, sus causas y maneras efectivas sobre cómo combatirla.
En ese sentido, creo que todas las organizaciones sociales, y también las cristianas, tenemos la responsabilidad de, en la medida de nuestras posibilidades y recursos (humanos y económicos), hacer una mayor labor de concienciación y sensibilización.
El segundo paso, con la ayuda de Dios, es lograr que todos nos pongamos en el lugar de las otras personas que están padeciendo esas situaciones. Para bien o para mal, estamos siendo “bombardeados” de noticias sobre conflictos, desastres naturales y hambrunas. Por un lado es excelente y muy necesario que la información fluya y nos abra los ojos ante esas realidades. Por otro lado, puede llegar un punto en que nos “acostumbremos” a que eso forme parte de la normalidad. Pero no debiera ser así y tenemos que hacer algo al respecto.
“El ayuno que a mí me agrada es que liberen a los presos encadenados injustamente, es que liberen a los esclavos…; es que compartan el pan con los que tienen hambre, es que den refugio a los pobres, vistan a los que no tienen ropa, y ayuden a los demás. Los que ayunan así brillarán como la luz de la aurora, y sus heridas sanarán muy pronto. Delante de ellos irá la justicia y detrás de ellos, la protección de Dios…”. (Isaías 58:6-8)

P.- ¿Puede verse afectada la labor de A.S. por causa de la crisis que vive España?
R.-Si bien nunca hemos dependido de recursos públicos, la crisis económica también está afectando la labor de Alianza Solidaria en un descenso de los ingresos, especialmente en el Programa Turmanyé, a través del cual apoyamos a niños y adolescentes en situación de abandono y desamparo en Perú. Sin embargo, y como escribía hace unos días Francisca Capa (Presidenta de Alianza Solidaria), estamos convencidos de que el Señor es el que levanta los recursos y pone en el corazón de sus hijos atender a los más desfavorecidos, estén estos a la puerta de casa o a miles de kilómetros.

P.- ¿Cómo pueden colaborar aquellos que se han sensibilizado ante esta dramática situación?
R.-Pueden colaborar de diversas maneras. En primer lugar orando por sabiduría y provisión de los recursos necesarios. En segundo lugar, colaborando económicamente a nivel particular o a nivel de iglesia con un donativo puntual o con una cuota periódica. Por último, organizando actividades solidarias como mercadillos, cenas, conciertos, tanto a nivel de iglesia como incluso con grupos más reducidos. No solamente permite recaudar fondos, sino también concienciar sobre la pobreza y ser de testimonio entre tus amistades y familiares.
Cada uno de nosotros podemos hacer algo, pues todos tenemos diferentes recursos: tiempo, dinero, habilidades... Es cuestión de voluntad.
Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad(Filipenses 2:12)

Finaliza la entrevista. Gracias, Irene, por hacernos mirar hacia otras latitudes, donde hay personas que viven en crisis permanente. Seguro que no es por casualidad que hoy hablemos de ellos. Que Dios te dé la fortaleza para seguir ayudando a marcar la diferencia en la vida de los más desprotegidos.