El Vaticano II (1962-1965) es ampliamente considerado como uno de los acontecimientos más significativos del Siglo XX. El día 11 de octubre próximo señalará el 50 aniversario de su apertura y el “Año de la Fe”, que Benedicto XVI está a punto de inaugurar oficialmente, proporcionará la oportunidad de tener un año más para reflexionar sobre su legado.
Llegar a un acuerdo con el Vaticano II no es una tarea sólo para los católico romanos. Incluso los cristianos no católico-romanos están llamados a lidiar con ella. Su percepción del catolicismo romano actual depende en gran medida de la forma en que interpreten el Vaticano II.
Durante y después del Concilio, tres teólogos protestantes evangélicos se ocuparon del mismo a fondo y con detalle.
Estos tres enfoques son probablemente indicativos de las diferentes lecturas evangélicas del Vaticano II, que a su vez han contribuido a la configuración de tres maneras de relacionarse con Roma como un todo.
1. GERRIT BERKOUWER Y EL NUEVO CATOLICISMO
Gerrit Berkouwer (1903-1996) fue un teólogo reformado holandés que tuvo una experiencia de primera mano en el Vaticano II como observador oficial en representación del “Gereformeerde Kerken” (Iglesias Reformadas). Esta experiencia dio lugar a la escritura de su libro
“The Second Vatican Council and the New Catholicism” (El Concilio Vaticano II y el nuevo catolicismo) (1965), el cual lo escribió a pesar de que los debates del concilio estaban todavía en plena marcha y los dos principales documentos eclesiológicos (
Lumen Gentium y
Gaudium et Spes) no habían sido aún aprobados.
Según Berkouwer, el Vaticano II debe mucho a la Nouvellethéologie (o sea, la nueva teología) que él ya había estudiado en el libro que escribió en 1958
“Recent Developments in Roman Catholic Thought” (Desarrollos recientes en el pensamiento católico romano). El Concilio podría considerarse como la aceptación cautelosa de la Iglesia oficial, incluso con sus tensiones y conflictos, de la agenda propuesta por los “nuevos” teólogos que habían sido la oposición a la Curia en años anteriores.
El “Nuevo Catolicismo” que Berkouwer contempla está basado en el ressourcement, es decir, la apreciación de nuevo de las fuentes patrísticas y bíblicas, y el aggiornamento, o sea, una actitud marcada por la apertura hacia una renovación interior y nuevas formas de relacionarse con el mundo.
Si el libro pre-Vaticano II Conflict with Rome (1958) (Conflicto con Roma) de Berkouwer se centra en la fisura entre las teologías católicas y protestantes relativas a la doctrina de la gracia, su “Nuevo Catolicismo” post-Vaticano II gira en torno a la doctrina de la Iglesia como la cuestión real que todavía sigue en pie entre ellos.
Por supuesto, Berkouwer es completamente consciente de que estos nuevos énfasis no sustituyen a los antiguos sino que están simplemente añadidos al panorama tradicional católico romano, haciendo así la agenda ecuménica con Roma más fácil, por una parte, pero más matizada por la otra.
Antes de establecerse este escenario, Berkouwer hizo un llamamiento para un “ecumenicidad realista” –una ecumenicidad que superara antiguas actitudes polémicas mientras se esperaban posteriores evoluciones dentro del catolicismo romano.
2. DAVID WELLS Y LA CONFUSIÓN EVANGÉLICA
En los años setenta, David Wells (nacido en 1939) era uno de los pocos teólogos evangélicos que contendía con el catolicismo romano sobre las repercusiones del Concilio. En los últimos años, el interés de Wels se volvió progresivamente hacia otro campo de investigación, a saber, el evangelicalismo en sí mismo, y este cambio dejó un vacío importante en la reflexión evangélica sobre el catolicismo romano.
Su libro Revolution in Rome (Revolución enRoma) (1972) compendia muy bien un sentido evangélico de confusión antes del aggiornamento propuesto por el Concilio. El principal avance de su lectura del Concilio es la observación de que el Vaticano II, en algunas puntos estratégicos, parece aprobar “teologías incompatibles mutuamente”, una conservadora, la otra progresista; una reafirmando la tradición, la otra yendo más allá de la tradición. Estas dos tendencias conflictivas pueden hallarse en todas partes en los textos del Vaticano II y contribuyen a la formación de su completa teología marcada por un inconfundible modelo “ambos-y” católico.
Frente a la inherente estereofonía, si no cacofonía, del Vaticano II, Wells argumenta que el Concilio ha practicado la “yuxtaposición de ideas” de tal forma que la recepción y la interpretación de la redacción final de los documentos pueden localizarse tanto según las líneas tradicionales como según las más innovadoras.
El principal problema de luchar a brazo partido con el catolicismo romano es el hermenéutico, a saber, “¿qué interpretación es la correcta?”, “¿cómo debemos interpretar?”, lo cual está todo conectado a la cuestión de la autoridad magisterial: “¿quién habla hoy en nombre de Roma?” Desde la perspectiva del Vaticano II, Roma parece tener una “mente dividida”, como muestran claramente los títulos de los capítulos de
Revolución en Roma: “Autoridad: ¿interna o externa?”, “Dios: ¿en la ciudad terrena o la celestial?”, “Cristianismo: ¿una definición amplia o estrecha?”, “la Iglesia: ¿las personas o el papa?”.
El libro atestigua la confusión evangélica al llegar a un acuerdo con la complejidad de la mentalidad católica. Antes del punto crucial interpretativo, Wells propone el criterio de que el Concilio represente un equilibrio temporal y transitorio que finalmente conducirá a la afirmación de una parte sobre la otra. En otras palabras, “esperar y ver” lo que va a ocurrir.
Mientras tanto, los protestantes evangélicos necesitan analizar una “nueva apologética” en su conocimiento del catolicismo, porque el modelo apologético antiguo no se ajusta a Roma por más tiempo.
3. HERBERT CARSON Y LA TESIS SEMPER EADEM
En la escena británica, los escritos de Herbert Carson (fallecido en 2004) representan bien la forma menos académica pero más fuertemente apologética de mirar a Roma. Sus libros sobre el catolicismo (
Roman Catholicism Today, 1964 [El catolicismo romano hoy];
Dawn or Twilight? A Study of Contemporary Roman Catholicism, 1976 [¿Amanecer o atardecer?, un estudio contemporáneo del catolicismo romano];
The Faith of the Vatican, 1996 [La fe del Vaticano]) pueden considerarse como una obra única, revisada y actualizada cuyo principal avance interpretativo y crítica teológica permanece constante, incluso cuando interactúa con diferentes fases de la historia y la teología católicas recientes.
Carson lee el Vaticano II en términos de la tesis semper eadem, es decir, siempre lo mismo.
La estructura teológica de Roma puede haber cambiado en su envoltura lingüística, pero no en su orientación fundamental. Según él, a pesar de toda una apariencia que sugiere ser diferente, el Vaticano II de ninguna manera ha modificado su actitud Tridentina y anti-Reformista por la sencilla razón de que: primero, nunca la ha abandonado formal y abiertamente y, segundo, la nueva enseñanza puede estar plenamente armonizada con la antigua sin subvertirla.
Carson observa que “el tono puede que sea más amable y la presentación más adecuada a los lectores de finales del siglo XX, pero los decretos de Trento están todavía allí”, particularmente en lo que se refiere a la transubstanciación, la justificación por la fe y el purgatorio.
La inevitable conclusión de esta lectura es que si Roma es semper eadem, la aproximación evangélica al catolicismo romano será también siempre la misma.
CONCLUSIÓN
Después del Vaticano II, los protestantes evangélicos trataron el mismo de tres maneras diferentes: Roma realmente ha cambiado (Berkouwer), Roma todavía tiene que decidir donde situarse (Wells), Roma es siempre la misma (Carson).
Posteriormente los enfoques de los evangélicos respecto a la ICAR dependieron de cuál de estos tres enfoques del Vaticano II fue el elegido.
Traducción: Rosa Gubianas
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