El día de la Preparación (“de gran solemnidad” al decir de Juan) ya pasó, y el séptimo día o de reposo concluyó(1).Estos dos días que siguieron al de la crucifixión de Jesús obligaron a un paréntesis en el que la gente estuvo envuelta en numerosas actividades y rituales religiosos que relegaron a un segundo plano, aunque brevemente, lo sucedido en el Calvario. ¡Qué triste paradoja!: la ceremonia religiosa que preanuncia al Cordero de Dios, Jesús, quien “salvará a su pueblo de sus pecados”, se sigue celebrando ¡en paralelo con su cabal cumplimiento!
Jesús había dicho que descendería al corazón de la tierra donde estaría tres días y tres noches como Jonás había estado en el vientre del gran pez.
(2). Se equivocan quienes niegan que Jesús estuviera sepultado durante “tres días”. Los judíos cuentan el día a partir de la aparición de las tres primeras estrellas (seis de la tarde) y dura hasta la misma hora del subsiguiente. Además, para ellos, una parte de un día cuenta como “un día”. Podemos afirmar que este es el amanecer del tercer día desde la muerte de Jesús, cuyo cuerpo lleva sepultado tres noches consecutivas: la del día de su crucifixión, la del día de gran solemnidad, y la del día de reposo (sábado o séptimo día). Como vemos, Jesús cumplió en tiempo y forma con lo profetizado.
Era la madrugada del primer día de la semana, según Juan la oscuridad todavía mandaba en las calles de Jerusalén; los otros evangelistas dicen que era muy de mañana, o muy temprano.
No se sabe su número exacto, pero unas siluetas que se mueven presurosamente en la semipenumbra no pueden ocultar que se trata de un pequeño grupo de mujeres unidas por una misma tarea. Ocultas entre sus ropas llevan especias aromáticas y ungüento porque van a la tumba de José de Arimatea donde habían colocado el cuerpo de su amado Jesús. Marcos dice que ellas llegan al sepulcro ya salido el sol. El servicio de amor que han de prestar es una manera práctica de adorar a Jesús, el Maestro que había dado pruebas cabales de ser el enviado de Dios, cumpliendo con la Ley y los profetas. El sepulcro se transformará en un lugar de culto gracias a la intención del corazón de estas mujeres.
JESÚS PREPARÓ EL CAMINO A LA RESURRECCIÓN
Conviene recordar aquí que, a medida que se aproximaba la hora de su muerte, Jesús profundizaba su enseñanza sobre el propósito divino por el cual fue enviado a la tierra. Las señales y milagros eran cada vez más notables y la gente no sólo se preguntaba si no sería éste el Mesías anunciado por los profetas de Israel, sino que muchos de ellos lo creyeron. Esto habría de generar una escalada de envidia, celo y odio homicida en los religiosos y políticos, al coincidir en que era vano competir en popularidad con Jesús.
Aunque no sabe la hora fijada por el Padre, Jesús sabe que su sacrificio está muy próximo. Por eso afirma su rostro y camina al encuentro de su muerte voluntaria tal como Isaías describe en asombroso detalle.
(3) Entonces es cuando Jesús enseña sobre la resurrección a quienes deseen escuchar; el poder responde legalizando la violencia. Jesús sabe muy bien que con la resurrección se pondrán en evidencia los verdaderos intereses de la tradición religiosa, y también la fe genuina de sus seguidores. Mientras los últimos contribuirán al establecimiento de la iglesia, los primeros no dejarán de practicar su hipócrita religiosidad tanto en el Templo como en las calles.
Hay dos valiosos relatos, con Jesús como protagonista central, que serán de importancia clave a la hora de meditar sobre la iglesia de la resurrección.
“Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.) Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez.
Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él. Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Más también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama. Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él. Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?
Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.
Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Así que, desde aquel día acordaron matarle.” (4)
El segundo relata lo ocurrido poco después, días antes del juicio, condena y crucifixión de Jesús:
“Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.
Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, más a mí no siempre me tendréis.
Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos.
Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.”
(5)
Fue Caifás, quien siendo
“sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.” (6)
TESTIMONIOS DE LA RESURRECCIÓN
Las devotas mujeres de nuestra nota ya están llegando a su destino. ¿Estaban preparadas para enfrentarse con el hecho de la resurrección de Jesús? El relato que sigue parece sugerir lo contrario.
“El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
Entonces ellas se acordaron de sus palabras, y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. Más a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían. (7)
En el Talmud se categoriza el testimonio de la mujer como no válido, aunque excepcionalmente era aceptado si estaba respaldado por el testimonio de varias personas. (8) Por su parte el historiador secular Josefo cita que en esa época el testimonio de una mujer y el de un funcionario político, por igual, eran poco dignos de crédito.(9)
No podemos olvidar que Eva fue seducida por el Tentador y a su vez persuadió a Adán para desobedecer a la orden de Dios, cayendo ambos en pecado y transmitiéndolo a su descendencia; tampoco que Dios no hace acepción de personas, ya que la paga del pecado es la muerte y la sujeción a esclavitud de toda la Creación.
Pero ¡qué maravilloso es el plan divino! Contrariando la opinión humana, Dios tenía dispuesto que la mujer fuese la portadora de la buena nueva de resurrección al hombre; por esa razón los ángeles aparecieron a las mujeres en el sepulcro vacío, y el propio Señor resucitado es a María Magdalena que se presenta por primera vez.
(10) En su perfecta sabiduría, el Hacedor que diseñó a la mujer como ayuda idónea del varón ahora la utiliza para ayudar al hombre a salir de su duda, de la agobiante perplejidad y profunda tristeza causadas por la muerte de su líder.
Pedro y Juan reconocieron que María Magdalena había dicho la verdad; Jesús habrá de aparecer a otros en el mismo día y días subsiguientes
(11) porque Dios honra a sus hijos e hijas, tal como el apóstol Pablo narrará posteriormente en el Espíritu.
(12) Gracias a los testimonios de éstos y de muchos hermanos y hermanas más
(13)el gozoso anuncio: ¡Cristo ha resucitado! es el fundamento histórico de la iglesia para la que acaba de amanecer.
En nuestra próxima nota:
La visión de la iglesia. Hasta entonces, si el Señor lo permite.
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1. Lucas 23: 54
2. Mateo 12: 40
3. Isaías 50: 5-7; 53: 7
4. Juan 11: 6-53
5. Juan 12: 1-11
6. Juan 11: 49-53
7. Lucas 24:1-11
8. Talmud, Rosh Hashannah 1.8
9. Josefo, Antigüedades, 08/04/15
10. Mateo 28:1-10; Marcos 16:1-14; Juan 20:1-30
11. Lucas 24:12-49
12. 1ª Corintios 15:3-8
13. Hechos 2:32
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