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Protestante Digital

 
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J.L. Andavert: Sólo como minoría unida y diversa seremos influyentes

“Sacralizar una traducción es un error”. “La transición religiosa, al contrario que la política, se quedó a medias”
MUY PERSONAL AUTOR Jacqueline Alencar 29 DE SEPTIEMBRE DE 2012 22:00 h

Nuestro entrevistado de hoy es José Luis Andavert, recién estrenado Presidente de FEREDE (Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España), pero ante todo director general de la Sociedad Bíblica de España, donde lleva realizando una labor encomiable junto a todo un equipo, con la finalidad de hacer posible que la Biblia pueda ser leída por más personas.

El último proyecto se llama La Palabra; con esta versión, desde la SB pretenden que el mensaje de Dios se adapte a todos los niveles de comprensión. Es una versión con un lenguaje literario de hoy, pero fiel a los originales y con la riqueza de la lengua española. Según ha dicho Andavert, “Tiene el nivel y solera de la Reina Valera, pero con la riqueza literaria de nuestro tiempo”.

La Palabra está teniendo gran aceptación en nuestro ámbito evangélico en España. Y también en América Latina, donde se está dando un crecimiento espectacular de los evangélicos. Hombres y mujeres amantes de la Palabra de Dios que apoyan a la Sociedad Bíblica, tal como aquí sucede.

Pregunta.- Como director general de la Sociedad Bíblica, le pregunto: ¿A cuántos idiomas del mundo está traducida la Biblia y qué perspectivas de nuevas ampliaciones existen?
Respuesta.- Cuando hablamos de lenguas del mundo es difícil precisar cuántas hay exactamente. Pero hablamos de unas 6.600 que afectan a más de 6.900 millones de personas. De estas lenguas, la Biblia completa está en 451 lenguas, de las cuales las SBU hemos realizado 326. El Nuevo Testamento está disponible en otras 1.185 lenguas, y alguna porción de las Escrituras lo está en 843 lenguas. Esto quiere decir que 2.479 lenguas tienen acceso a las Escrituras completas o en parte y que se sigue trabajando en las lenguas que aún no tienen toda la Biblia.
Considerando las cifras, el reto que tenemos por delante es inmenso. En este momento se está trabajando en 2.000 lenguas más. El trabajo de traducción es tan amplio que sería imposible para una sola agencia misionera realizarlo. Así pues, nos hemos repartido el trabajo de tal modo que las Sociedades Bíblicas nos concentramos en lenguas con gran número de población y trabajamos en este momento en 540 proyectos que afectan a unos 4.600 millones de personas. Por su parte SIL/Wycliffe trabaja en lo que denominamos lenguas minoritarias (por el número de hablantes por lengua) en 1.525 proyectos que afectan a unos 2.600 millones de personas. Hay que decir que en estos proyectos de Wycliffe las Sociedades Bíblicas Unidas colaboramos a diversos niveles de cooperación. Además colaboramos en otros 111 proyectos en marcha llevados a cabo por tres pequeñas agencias misioneras, a saber: Pioner Bibles Translators (31); Institute for Bible Translation (58) y LTB (22).
A pesar de toda esta ingente tarea en marcha, queda por comenzar trabajo en unas 2.252 lenguas que afectan a una población de 353 millones de personas, la mayoría de ellas en países cerrados al evangelio.
La gran dificultad para desarrollar este trabajo de traducción es tener el personal adecuado y los recursos financieros que lo hagan posible, de modo que en un periodo de 10 a 15 años, que es lo que suele durar un proceso de traducción de toda la Biblia, no falten los recursos para llevarla a cabo. El costo medio de una traducción es de unos 300.000€.

P.- ¿Cómo se desarrolla la labor de esta organización? ¿De dónde se obtienen los recursos?
R.- La tarea primordial de una Sociedad Bíblica es procurar que cada persona en su país tanga fácil acceso a las Sagradas Escrituras en una lengua que pueda entender, en el formato más adecuado y a un precio asequible. En esta tarea somos siervos de las iglesias y organismos cristianos, colaborando con ellas para que la Palabra de Dios llegue a cada persona. A su vez las iglesias, organismos cristianos y personas creyentes a modo particular, colaboran con sus ofrendas en el sostenimiento de la Sociedad Bíblica de modo que ésta pueda cumplir su misión; esto en el contexto amplio de la misión general de la iglesia.
En este servicio misionero procuramos que haya disponibles traducciones de la Biblia a diversos niveles de lenguaje. Esta es la tarea medular de una Sociedad Bíblica. Se trata de un trabajo delicado, dedicado y académicamente exigente. Además de esto, promovemos la lectura de la Biblia y abogamos por la Biblia como Palabra de Dios para la persona de hoy; editamos el texto bíblico en ediciones para el uso regular de los creyentes y también para la tarea de evangelización en ediciones económicas; realizamos seminarios y talleres de actualización bíblica pastoral y de traducción; subvencionamos y donamos Escrituras para la tarea misionera de las iglesias y organismos; y por supuesto, promovemos donativos para el ministerio en España y en el mundo.
Nuestra involucración en la obra bíblica mundial es a través de las Sociedades Bíblicas Unidas, fraternidad de la que formamos parte.
Nuestras fuentes principales de financiación hoy en día son dos: Las ofrendas y donativos de Iglesias, organismos y particulares en España y la venta de las Biblias que, de no ser subvencionadas, generan recursos. De modo extraordinario también contamos con donaciones para proyectos específicos que podamos recibir de alguna otra Sociedad Bíblica que esté dispuesta a apoyar dicho proyecto, e incluso alguna subvención para exposiciones bíblicas o traducción.


P.- ¿Piensa que la publicación de las Escrituras en Internet puede quitarle el lugar a las ediciones en papel?
R.- Esta es una pregunta que está en el aire desde la revolución digital en el libro. Sinceramente yo creo que difícilmente desaparecerá el libro de papel y menos aún la Biblia en papel. Lo que sí ocurrirá es que se usarán formatos distintos para distintos usos y momentos. Yo, por ejemplo, siempre llevo mi Biblia al culto y me gusta realizar mi meditación diaria con la Biblia en papel. Pero en otros momentos acudo al texto online para preparar un mensaje o hacer una consulta puntual. Incluso para seguir un plan de lectura diario llevo mi Biblia en el móvil y siempre a mano. Tengo 57 años y creo que mis costumbres no son las de los más jóvenes en relación al mundo digital. Está por ver en los próximos 5 a 10 años hacia dónde va la tendencia. Los jóvenes ya tienen otras inclinaciones. Mi nieta tiene tres años, acaba de comenzar el colegio y ¡ya tiene un ordenador en el aula!
Creo que el gesto de entregar una Biblia no desaparecerá; qué cosa tan hermosa es regalar un libro y aún más si es la Palabra de Dios. Por otro lado, el texto digital y las tecnologías nos permiten enviar un versículo a un amigo, llegar con la Biblia a un país cerrado, etc. Yo creo que ambas realidades convivirán mucho tiempo. Es cuestión de ajuste y encontrar los espacios; el usuario tiene la palabra.

P.- De las versiones que tenemos a mano: ¿cuál es la que es más demandada?
R.- En el mundo protestante hispanohablante la Biblia más distribuida es, aún hoy, la Reina Valera en su revisión de 1960. Este es un texto clásico que muchos han canonizado como “el texto”. Es interesante constatar que este texto ha conformado una forma de hablar, una himnología e incluso una teología en nuestras iglesias evangélicas. Aquí se corre el peligro de consagrar una traducción, de sacralizarla. Este sería un gran error que se debe evitar pues hoy podemos disfrutar de otras traducciones fieles que nos ayudan más en la comprensión del texto.

P.- Acaba de iniciar su trayectoria como presidente de la FEREDE, ¿qué retos se le plantean en un futuro próximo?
R.- La FEREDE, como todos saben, es un organismo colegiado. Su Comisión Permanente, coordinada por el secretario ejecutivo, toma las grandes decisiones. En este momento se está trabajando en tres líneas de actuación —muy bien elaboradas y llevadas a cabo por el secretario ejecutivo Mariano Blázquez— en las que colaboro en la medida que sea necesario, a saber: Una Ley de lugares de culto; la cuestión aún no resuelta de las pensiones de los pastores jubilados; y la financiación y posible casilla en la declaración del IRPF. Estos temas aprobados por la Comisión Permanente son de absoluta prioridad y urgencia.
Hay otras cuestiones que forman parte de mi preocupación personal y que, como presidente de FEREDE, creo que deberíamos abordar. Algunas son de carácter formal jurídico y tienen que ver, por un lado, con impulsar una reforma de la constitución en la que no haya mención explícita de ninguna confesión y todas sean respetadas por igual, y por otro lado, es necesaria una actualización de la ley que regula el principio de Libertad Religiosa y deberíamos ser proactivos en este asunto que, de hecho, fue aparcado por el Gobierno de Zapatero. En España no olvidemos que hubo una transición política que afectó muchos otros aspectos de nuestra sociedad, pero la transición religiosa se quedó a medias.
Por otra parte, hay cuestiones de índole interna de nuestra realidad protestante que me preocupan. Son temas que requieren una reflexión profunda y pausada con todas las fuerzas vivas del protestantismo, y que especialmente tiene que ver con la identidad y relevancia del protestantismo español y su futuro en la sociedad contemporánea. Y aquí la cuestión es cómo ser una minoría que, unida en su diversidad, pueda llegar a ser minoría significativa e influyente con sus valores en la sociedad contemporánea.

P.- ¿Podemos esperar mejoras en cuanto a libertad religiosa con el nuevo gobierno?
R.- En nuestro país hay libertad religiosa, y está consagrada en la Constitución. Lo que ocurre es que una sociedad enmarcada durante tantos años en el nacionalcatolicismo, necesita saber vivir en democracia religiosa y aquí los comportamientos están viciados por el pasado.
Por otro lado, el desarrollo de la libertad religiosa no veo que sea, por ahora, un asunto prioritario en la agenda de los partidos políticos, ni de ninguno de los Gobiernos, en lo que a las minorías se refiere. Buenas palabras pero nada más. Sí lo es en cambio la relación con la Iglesia Católica. El agravio comparativo es notorio en todos los ámbitos. A nosotros tengo la sensación de que nos ignoran, o nos dan largas.

P.- ¿Debemos los evangélicos incursionar en el mundo de la política? ¿Sería ésta una manera de ser agentes de cambio en nuestra sociedad?
R.- Los cristianos somos agentes de cambio en la sociedad en la medida en que vivimos a la luz del Reino de Dios, y en la medida en que nuestras comunidades son sal y luz allí donde estamos. Nuestras iglesias deben ser voz profética que denuncia la injusticia y el pecado estructural, y anuncia una nueva manera de vivir que se sustenta en el amor al prójimo y al mundo creado por Dios. Y que además, tiene en cuenta el valor “todístico” de la persona, ¡todo su ser! Comunidades que defienden al débil, al huérfano y a la viuda, en lenguaje evangélico. ¡Esto es hacer política! Y se trata de no callar y de salir a la calle y denunciar, incluso con otros muchos que desde otros planteamientos claman por justicia.
Más allá de esto es cuestión de vocación. Quien quiera hacer del servicio a los demás su vida y vocación, en el ámbito del servicio civil y la política, que lo haga. Y que lo haga como independiente o como miembro del partido más afín a sus convicciones. En cualquier caso siempre estará el dilema de las cuestiones éticas, de valores y de conciencia. La cuestión no es fácil, porque en política se trabaja para todos los ciudadanos con pleno respeto de la libertad de conciencia de cada quien, y esto debe ser tenido muy en cuenta por quienes desean ejercer la carrera política.
Sí llamaría la atención a tener cuidado con “arrimarse” al poder político para obtener prebendas y/o ser notorios e “influir”. ¡Cuidado!

P.- Hablamos de temas como el aborto, el divorcio, etc. Pero me pregunto cuánto hacemos para evitar que miles de niños menores de cinco años mueran por falta de una simple vacuna o de disentería… Qué hacemos desde nuestras entidades e iglesias para salvaguardar la familia.
R.- Bueno, vamos por partes. Si hablamos de la niñez creo que el pueblo evangélico hace y mucho. Son cada vez más las agencias cristianas —algunas muy grandes, otras más pequeñas— que alrededor del mundo trabajan por el desarrollo integral de los pueblos, y centrados especialmente en la niñez y su educación como clave de futuro. Son varias las denominaciones, miembros de la FEREDE, que tienen trabajo en esta área, y entidades evangélicas, asociadas o no a la FEREDE, que están haciendo un gran trabajo. Como familia, desde hace muchos años apadrinamos niños en países en desarrollo y, personalmente, colaboro estrechamente con World Vision; y como yo muchos otros. El problema es que la necesidad es inmensa y hay que trabajar políticamente para mover a los Gobiernos a destinar fondos al desarrollo; y por otro lado, en la parte receptora hay que trabajar para erradicar la corrupción y asegurarse de que la ayuda llega. Aquí es donde sí hay que tener cuidado y saber a quien damos nuestro dinero.
La cuestión de salvaguardar la familia creo que comienza en nuestras propias congregaciones y en ser capaces de crear modelos de vida cualitativamente adecuados a las enseñanzas del evangelio. Núcleos familiares donde se vive y comparte la Palabra de Dios y para esto estoy convencido que no hay nada mejor que el modelo de la Escuela Dominical, con las adaptaciones necesarias a los tiempos, en el que toda la familia crece alrededor de la Palabra de Dios. A partir de ahí surgirán acciones pastorales que ayuden en el barrio o a las familias de nuestros amigos en su propio itinerario.

P.- ¿Cuál es la misión de la iglesia para este siglo XXI?
R.- Predicar a Jesucristo y a éste crucificado. Es decir, vivir y morir por la misma causa que Cristo vivió y murió, el Reino de Dios. Esto tiene muchas implicaciones, pero fuera de esto la iglesia no tiene nada que hacer.

P.- ¿Se está institucionalizando la Iglesia?
R.- Alguien dijo que el recorrido de las instituciones es el siguiente: Movimiento-maquinaria-monumento.
Todo comienza con una persona que origina un Movimiento con ideales y programa de vida.
Se sigue con una institucionalización del movimiento que engendra toda una maquinaria que, al final, vive para sí misma, y los ideales del movimiento se convierten en su excusa –en el medio- pero dejan de ser el fin. Y Finalmente, la maquinaria se convierte en un monumento que ya nadie quiere por costoso e inútil.
La pregunta sería: ¿Tenemos una iglesia que es “movimiento de Jesús” o tenemos maquinarias eclesiales, o lo que es peor, monumentos? Probablemente tenemos de todo como en botica y es urgente revisar dónde estamos, el punto en el que nos encontramos como iglesia de Dios.
Hoy, como ayer, no nos vale una iglesia que haya dejado de ser movimiento de Jesús por un mundo nuevo y que no encarne los valores del Reino. ¡Por esto precisamente llegó la Reforma!
Y cuidado, no nos engañemos, no nos vale una iglesia convertida en ONG que disuelve el Reino de Dios en puro asistencialismo material. Y tampoco nos vale una iglesia que, en escapismo espiritualista, disuelve el evangelio en puras experiencias espirituales. No.
No nos vale una iglesia aparato y maquinaria, que solo tiene interés en su permanencia y subsistencia, en su crecimiento y en su influencia social para perpetuarse. No. No nos vale una iglesia que disuelve el evangelio en su propio programa convirtiendo la Buena Noticia en excusa de sus propios intereses ajenos al mensaje de Jesús. Tampoco nos vale una iglesia que es museo de la religión y que nada aporta al presente, más que la memoria histórica de un pasado más o menos glorioso.
Necesitamos una iglesia dispuesta, comunidad de creyentes, que viven el evangelio como un movimiento de hombres y mujeres levadura, que leudan la masa de este mundo con sus vidas como una realidad integral. Una comunidad de creyentes que vive un mundo en el que no aceptamos la separación de secular y religioso, de lo espiritual y lo profano, y que ve siempre en el prójimo el rostro de Dios.
Una comunidad de creyentes transformada por la renovación de su comprensión de la realidad. Una comunidad que celebra su fe en Dios estando presente e involucrada en el mundo, que se identifica con su dolor y por ende se hace relevante.
Necesitamos una iglesia, comunidad de creyentes, que recobra el espíritu profético y alza su voz profética ante las injusticias del mundo y las estructuras de pecado, y denuncia el pecado al tiempo que anuncia la Gracia de Dios.
Necesitamos una iglesia no acomodada a este mundo, sino una iglesia que se da por este mundo siguiendo el ejemplo de Jesús. Una iglesia que predica y vive el evangelio de la Gracia de Dios.
Para una iglesia así, necesitamos hombres y mujeres así, que palpiten con el mensaje del evangelio. ¿Qué personas conformamos la iglesia? ¿Cuáles son las circunstancias personales y el nivel de exigencia que nos damos a nosotros mismos?
Necesitamos hombres y mujeres que vivan hoy la inquietud intelectual, espiritual y social de hacer la voluntad de Dios aún y cuando pueda, incluso, ser políticamente incorrecto. Hay que complacer a Dios antes que a los hombres.

P.- Si le pido que haga un diagnóstico de la educación cristiana, ¿qué me diría?
R.- Pues que tenemos buenos seminarios, algunos hoy Facultad de Teología, y muchas oportunidades para formar laicos incluso on-line. Así que a nivel institucional hay posibilidades. Otra cuestión es que quizás debemos incidir más en animar a la formación de todos los miembros de la iglesia. Aquí luchamos también con algunas situaciones en las que se menosprecia la formación y, claro está, será difícil que una congregación crezca más en formación que la que tenga su propio pastor. Ahí esta la clave primera.

P.- ¿Y del lugar que ocupan nuestros niños, adolescentes y jóvenes dentro de los planes, proyectos y presupuestos evangélicos?…
R.- Supongo que cada iglesia y denominación hará todo lo posible por involucrarles a todos y por formarles adecuadamente. Son parte de la comunidad y parte esencial. Quiero pensar que todos estaremos preocupados por darles lo mejor y que no sean un apéndice de una comunidad de adultos que son “los que importan y cuentan”.

P.- ¿Podemos decir que la misión dejada por Jesús es integral, o sea, que la proclamación sin lugar a dudas debe ir de la mano de la compasión?
R.- Pues abundando en lo ya dicho anteriormente. A mí me gusta emplear el término “todístico”. No sé si lo he inventado pero va más allá de lo “integral”. Con ello quiero decir el todo del todo y que no hay opción de separar lo espiritual de lo material. Creo en la salvación del mundo.

P.- ¿Qué versión de la Biblia aconsejaría para personas no creyentes que se acercan desde el mundo de la cultura?
R.- Evidentemente la última traducción de la Sociedad Bíblica: La Palabra. Se trata de un texto de altura literaria, fiel, claro y bello.

P.- Háblenos de ella, La Palabra, la última publicación de la Sociedad Bíblica…
R.- Me limitaré a decir que la lean y que la aprecien por su propio valor. Compararla con Reina Valera como algunos hacen es errar el objetivo. Se trata de una traducción que pone todo su énfasis en la comprensión del mensaje sin traicionar la fidelidad. Las personas que la leen tratando de dejar a un lado prejuicios le sacan todo su sabor. Cada vez son más las iglesias y creyentes que la están usando. Pueden encontrar más información en www.biblialapalabra.com.

Finaliza la entrevista. Gracias, José Luis, por darnos su opinión sobre diversos temas de nuestro ámbito evangélico; sabiendo que debemos pronunciarnos más en todo, implicarnos, comprometernos porque Jesús nos ha dado vida, y cuando hay vida hay movimiento, transformación. Que no nos acomodados a este mundo, sino que nos damos por este mundo, como Jesús. Gracias por La Palabra.
 

 


4
COMENTARIOS

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Eduardo de Ginebra
05/10/2012
22:11 h
4
 
La versión 'La Palabra' es la misma versión que llamada 'Biblia Interconfesional', naturalmente ecuménica, realizada en su mayoría por católicos romanos y unos cuantos evangélicos. Pero es que ni los católicos la quieren, excepto los que 'coleccionan' biblias. Los católicos la desechan prefiriendo la Biblia de Jerusalén, la Nácar-Colunga. Y todos los católicos tienen a tener ahora la Biblia Oficial Católica de la Conferencia Episcopal. Pero la Biblia Interconfesional (o lo que es lo mismo: La Palabra)) solo la usan unos cuantos ecumenistas.
 
Respondiendo a Eduardo de Ginebra

J.
03/10/2012
16:42 h
3
 
No comparto en absoluto este deseo de meter con calzador esta 'versión' llamada 'La Palabra'. Que se diga que está teniendo una gran aceptación, a mi modo de ver raya el falsear la verdad. Si la estubiesen regalando desde la SB veríamos de que 'gran aceptación' estaríamos hablando. Desde muy diversos sectores cristianos se ha criticado y muy duramente esta versión y bajo mi punto de vista con muchisima razón. Y por último, eso de que 'La Palabra' tiene el nivel y la solera de la Reina Valera me parece el comentario más desacertado que he podido escuchar en mi vida.
 
Respondiendo a J.

Juan F. Muela & Lidia Rodríguez, Bilbao
01/10/2012
09:58 h
2
 
Muchas gracias, José Luis, por ser tan claro y directo. Da gusto ver que tenemos un presidente en FEREDE con la cabeza y el corazón tan bien amueblados. Suscribo tu visión 'todística' (¿holística?) pues como dejó muy bien dicho Roger Scarpit : 'Ojalá la cuestión espiritual se redujera a Dios y yo y yo y Dios. Sería todo más fácil. Pero lo cierto es que también se trata de todo lo demás' Un abrazo, hermano y compañero
 
Respondiendo a Juan F. Muela & Lidia Rodríguez, Bilbao

Samuel Escobar
01/10/2012
09:58 h
1
 
Gracias Jacqueline por esta entrevista a José Luis Andavert. Es un profundo conocedor de la realidad del protestantismo español por su labor en la Sociedad Bíblica y su cultura evangélica. Nos ofrece en estas reflexiones algunas claves que valdría la pena proseguir, hacer objeto de consultas y profundizar si queremos cumplir mejor nuestra misión como pueblo evangélico en España. Gracias José Luis.
 



 
 
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