Alejandro López: de Argentina a Salamanca con mucha fe

Charlamos con Alejandro López, un joven argentino que lleva casi cinco años viviendo en Salamanca. Sin recursos, llegó a España para formarse, sueño que ha logrado con mucho esfuerzo; y ya empieza a bosquejar tímidamente su futuro, como tantos jóvenes. Aquí ha vuelto a reencontrarse con Cristo, ¿acaso no es para dar un banquete y celebrarlo?

Pregunta.- Hola Alejandro. Vienes de un país con muchos nexos con España. ¿Qué te llevó a salir de Argentina?
Respuesta.-Hola qué tal estás. Sí, es verdad, los vínculos entre España y Argentina son muy fuertes, tanto que resulta difícil conocer a un argentino que no sea descendiente de español… o italiano, que también son muchos por mi tierra.
Respecto a qué me llevó salir de Argentina, puedo contarte que la idea principal de mi venida a España, y más precisamente a Salamanca, era la de formarme académicamente. Si bien yo estaba trabajando y estudiando en Buenos Aires, comenzó a surgir la idea de venir para estos lados y, luego de muchos trámites, pude venir a Salamanca a comienzos de febrero del 2008.

P.- Me parece que has tenido que costearte los estudios. ¿Qué trabajos, dificultades, circunstancias, se han dado durante este proceso?
R.-Sí, es correcto, llevo trabajando en Salamanca prácticamente desde que llegué en el 2008. Hay mucha gente que conozco que viene a estudiar a Salamanca con becas de sus propios países, pero en mi caso vine un poco a la aventura; así que si bien me traje algo de dinero para comenzar, necesitaba imperiosamente conseguir un trabajo. A pesar de que llegué cuando toda esta inestabilidad económica comenzaba a manifestarse tan fuertemente en Europa (y por supuesto en España también), tuve la fortuna de conseguir trabajo apenas un mes después de tener la documentación necesaria para poder hacerlo. Si hay un aspecto muy positivo que tenemos los argentinos es que sabemos lo que es “buscarnos la vida”. Desde que tengo uso de la consciencia, en mi país siempre hubo “crisis”, así que casi por naturaleza los argentinos estamos preparados para pelearla desde abajo. Aun antes de tener el permiso de trabajo me puse a pasear perros porque necesitaba generar dinero. Aquí me miraban como gato verde, pero en mi tierra es un oficio muy común. Después, comencé a pegar carteles por todos los sitios y así generé mis primeros euros. Luego vinieron más de cuatro años de camarero en una pizzería italiana, años en los que pude combinar estudio-trabajo; y una vez que me gradué de Ingeniero Informático, pude dejar el trabajo de camarero para estar trabajando en el Parque Científico de la Universidad de Salamanca desde hace casi cuatro meses.

P.- ¿Vienes de una familia evangélica?
R.-No precisamente. Hasta donde yo sé, desde mis padres hasta cuatro generaciones atrás, todos son católicos. Si bien no me crié en un hogar cristiano-evangélico, sí tuve desde pequeño el concepto de Dios en mi vida.

P.-O sea que aquí afianzaste tu fe…
R.-Sí, en Salamanca afiancé mi fe, pero tampoco fue aquí donde comencé a vivir con esta nueva perspectiva. Fue a finales del 2001, en la ciudad de Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, donde conocí el evangelio por medio de la familia de un amigo mío de toda la vida. Yo soy de un barrio llamado Villa Luzuriaga, situado en la Provincia de Buenos Aires también; en ese tiempo andaba un poco “rebelde” por esta vida y un día agarré un bolso, mi bicicleta, y me subí a un tren que me llevó a 400 km de mi casa. Fue así que, alejado de mi entorno habitual, comencé, poco a poco, a buscar más intensamente al Dios que siempre creí que existía, pero que no encontraba cómo encajar con mi vida personal.
Pero no todo es color de rosa en esta vida; tuve un par de años en los que me desconecté casi por completo de todo lo relacionado con Dios y fue en Salamanca donde retomé esta búsqueda del Creador. A través de En Vivo, ministerio que se desarrolla en la Universidad, volví a estar en contacto con gente; busqué a Dios y así conocí la iglesia de Paseo de la Estación.

P.- ¿Crees que puedes también servir a Dios a través de tu carrera, tu trabajo?
R.-Claro que sí. En estos años que llevo en el evangelio he tratado de compartir esta fe de muchas maneras, y mis primeras experiencias, ahora que lo miro con un poco de perspectiva, no fueron muy positivas. Con esto quiero decir que si bien era genuino lo que sentía, cómo lo vivía, creo que mi manera de transmitirlo no era la mejor: ¡volvía loco a cuanto ser viviente tenía la desdicha de cruzarse conmigo! Enseguida abría la Biblia y empezaba: “porque la Biblia dice…”; y agárrate de donde puedas porque era una tortura caminante.
Con los años uno va madurando (no solo física sino espiritualmente también) y hoy veo las cosas muy diferentes. Creo que todos los que creemos en el mensaje que dejó Jesús, debemos compartir este mensaje, el tema es el cómo. Y con esto no quiero decir que haya que ser más o menos intelectual, no, sino compartirlo de una manera más natural. Por eso pienso que al estar en contacto constante con gente que no cree en Dios, bien sea en el estudio, en el trabajo o donde sea, uno puede compartir este mensaje de fe, de esperanza, de salvación, de la manera más natural y simple: con el propio ejemplo que uno da. De nada sirve que diga que “no hay que robar” si luego de decirlo voy y robo. Creo que con lo cotidiano, con el día a día se puede compartir lo que Cristo dejó reflejado en la Biblia.

P.- Háblanos un poco de los evangélicos en tu país; del crecimiento, de su contribución para conseguir cambios en la sociedad…
R.-La verdad es que somos muchos los “aleluya” que andamos dando vueltas por mi tierra. Según estuve leyendo hace poco en unas estadísticas oficiales, en Argentina somos el 9% de la población, es decir, 3.600.000 personas (sobre los poco más de 40 millones que somos los argentinos). Del crecimiento de la población evangélica puedo decirte que es mucho y más en estos últimos años. Tampoco creo que sea coincidencia, ya que a lo largo de toda la Biblia es repetida la escena en la que la gente se aleja de Dios y cuando el cinturón aprieta, entonces se arrepienten y le buscan nuevamente. No siempre se da el caso de que en una situación de dificultad se busque necesariamente a Dios, pero sí es verdad que la mayoría de los que comenzamos esta nueva vida en Cristo, lo hicimos en un momento difícil. Y como dije anteriormente, en mi país “siempre hemos estado en crisis”, y más en estos últimos años luego de haber pasado por un momento muy complicado como fue el famoso “Corralito” (una crisis económica muy dura que vivimos a finales del 2001). Por todo esto es que no me sorprende que el crecimiento de los evangélicos sea tan grande en estos últimos años.
En lo que respecta a los cambios en la sociedad, no es raro escuchar cada vez más a gente conocida, gente con influencia en la sociedad que se convierte a Cristo; y por supuesto que esto ayuda a que cada vez haya más gente que conozca el mensaje del evangelio. Sin duda que uno nunca pierde la esperanza de que se incremente el número de cristianos preparados y capacitados para ser agentes de cambio en la sociedad.


P.- ¿Qué se ha conseguido en materia de libertad religiosa?
R.-Si bien uno está lejos de su tierra, siempre está un poco al tanto de las cosas que pasan por allá. Obviamente, que no es lo mismo que vivirlo día a día y enterarse de primera mano, pero sí voy leyendo artículos periodísticos y me informo de cosas que hasta hace unos años eran impensables. Hace poco leí un artículo en uno de los periódicos más importantes de mi país (Clarín), acerca de que la población evangélica estaba presionando para que se reforme el Código Civil. En mi tierra la religión oficial es la católica, y se está reclamando para que haya igualdad de condiciones en el trato a las diferentes religiones. También leí que se están tomando decisiones sobre asuntos de interés común sobre los que hasta hace muy poco no teníamos voz ni voto, como es el tema del aborto o los “alquileres de vientre”.

P.- ¿Cómo vives en España tu fe evangélica?
R.-Muy libremente. Si bien aquí hay mucho desconocimiento de qué somos o cómo vivimos los evangélicos, creo que es una excelente oportunidad para compartir con aquellos que conozcan poco o nada lo que es el mensaje del evangelio. Respeto profundamente a aquellos que tengan el llamado de Dios de ser misioneros, que lo dejan todo y se van al otro lado del mundo a predicar, pero creo que los que no tenemos ese llamado, tenemos la misma tarea estemos donde estemos, sea en la China, en Estados Unidos o en la esquina de nuestra casa.

P.- ¿Qué significa la familia de la fe para quien llega de lejos?
R.-¡Uf… mucho! Ahora me hago el valiente porque estoy de novio hace nueve meses, pero antes de encontrar a este tesoro que Dios me dio (mi novia), me hacía tanta falta sentir el calor de un abrazo, unas palabras de aliento o ser recibido como en casa. Solo los que sabemos lo que es estar lejos de casa podemos darnos cuenta realmente de todo lo que esto implica. Creo que en la iglesia de Paseo de la Estación se respira este amor y este clima familiar que uno tanto echa en falta. Y te lo digo con más razón, ya que si bien hace casi tres años que voy a esta iglesia, solo a finales del año pasado, cuando me apunté al coro, es que comencé a compartir mucho más tiempo y actividades con gente de la misma. Fue a partir de ese momento que comencé realmente a estrechar lazos con los hermanos.
Sin duda que el mejor recuerdo que me viene a la cabeza para representar esto que digo fue en la Nochevieja del año pasado, que la pasé con la gente de la iglesia. Fue mi primera Nochevieja que pasaba lejos de todo ser querido (las anteriores que llevo en Salamanca siempre estuve acompañado de algún familiar, pero esta vez no), y a medida que se acercaba esta fecha, más temía el cómo la iba a pasar. No es por tener algún problema con alguien de la iglesia, pero es una fecha tan especial y me preocupaba no pasarla con algún familiar… pero nuestro Dios es grande y me regaló una noche buenísima con gente que si bien no es familia en sangre, lo es en la fe.

P.- ¿Qué papel deben tener los jóvenes en la siembra del evangelio?
R.-Sin duda que somos presente y futuro (me tomo el lujo de autodeclararme “joven”, ¡aunque estoy por cumplir los 30!). Creo que los jóvenes somos los que tenemos que coger el toro por los cuernos y darnos cuenta de la oportunidad que tenemos de compartir todo lo que nuestro Dios nos da. Sin duda que el evangelio no es un mensaje fácil sino todo lo contrario, es un mensaje que confronta y nos hace ver qué fácil que es vivir alejados de Dios. Y por supuesto que la tarea que tenemos de compartir el mensaje que Cristo dejó en la Tierra es algo que cuesta. A nadie le gusta ser rechazado, o que se burlen de uno o que te miren de reojo como si fuésemos bichos raros, pero tenemos que aprender cada día a acercarnos un poco más al Creador, y cada vez más ver un poco las cosas como Él las ve. Creo que así nos iremos dando cuenta de cuánto necesita este mundo tomar consciencia de que sí hay un Dios, que está mucho más cercano de lo que creemos; y lo mejor (y a la vez lo más difícil de creer) es que este Dios Creador de todo lo que hay, este mismo Dios quiere comunicarse con nosotros.

Finaliza la entrevista. Gracias, Alejandro, por contarnos el sentir de un joven que vive lejos de su tierra, pero que también ha constatado que en cualquier rinconcito de este mundo puede sentirse hospedado por la Familia de la fe.