“Journeys of Faith” (Los Viajes de la Fe) es el título de un libro reciente que contiene una serie de relatos biográficos acerca de personas (situadas en el contexto de EE.UU.) que han cambiado su fidelidad cristiana de una iglesia o tradición a otra.[1] Es una narración fascinante de la compleja realidad de los cambios religiosos que se producen en la vida de las gentes.
Los viajes de la fe ocurren por todo el mundo y en todo momento. Las migraciones religiosas son acontecimientos corrientes mediante los cuales las personas cambian la dirección de sus peregrinajes espirituales.
En algunas áreas, como en América Latina, se asume que desde hace algunas décadas la comunidad católico romana ha ido disminuyendo en número a costa de varias iglesias evangélicas y pentecostales. ¿Por qué motivo ha sucedido esto? Los sociólogos y los historiadores dan algunas respuestas.La cuestión más importante fue abordada recientemente por Benedicto XVI y sus comentarios merecen algunas consideraciones.
¿NO HAY RAZONES TEOLÓGICAS?
Cuando recibió a los obispos de la Conferencia Episcopal de Colombia (22 de junio), el Papa Ratzinger habló del contexto Latino Americano como de una zona donde la Iglesia Católico Romana (ICAR) tiene que hacer frente a un pluralismo religioso creciente. En América Latina en general, y en Colombia en particular, la sociedad estaba más “unificada” desde el punto de vista religioso, pero los recientes cambios la han transformado en un área extremadamente polifacética. Benedicto XVI se refiere explícitamente a las “comunidades evangélicas y pentecostales” como realidades muy activas y los principales agentes de este cambio.
En este punto hace la pregunta “por qué” antes de averiguar “qué hacer”.
En lugar de proporcionar su propia idea para explicar la situación, Ratzinger cita el documento redactado por la Conferencia de Obispos Latino Americanos de 2007 que ofrece una interesante visión. La sección aplicable del documento (n. 22) citada
verbatim por el Papa,
puede resumirse de esta forma: la mayoría de personas que abandonan la Iglesia Católico Romana en América Latina no lo hacen a causa de lo que los grupos “no católicos” creen, sino debido a la manera en que viven. La razón fundamental no es doctrinal sino que está relacionada con el estilo de vida. Los problemas que perciben no son dogmáticos, sino pastorales. No se distancian de la Iglesia Católica por razones teológicas, sino a causa de cuestiones prácticas.
En otras palabras, el desafío que los pentecostales y los evangélicos representan para la Iglesia Católico Romana tiene poco que ver con sus diferentes doctrinas de la Biblia, la autoridad, los sacramentos, la Iglesia, la salvación, etc., sino con la calidad de vida que parecen tener y que pueden ofrecer a los que vienen de afuera.
LA RESPUESTA ES AÚN MÁS CATOLICISMO
La respuesta al “qué hacer” es sencilla y es la consecuencia de la pregunta “por qué”. No hay nada que cambiar en lo que se refiere a la doctrina de la ICAR. El reto es llegar a ser “mejores” católicos: más hospitalarios, más completos, más compasivos.
Realmente, el Papa alienta a los obispos colombianos a lograr una mejor calidad de vida para los católicos fomentando los rasgos distintivos “católicos” que alberga el alma latino americana: el cumplimiento de las tradiciones de la ICAR, la profundización de la espiritualidad mariana y la práctica de una vida devocional más rica.
El remedio no es menos catolicismo romano y más evangelicalismo, sino que en su lugar se necesita convertir al catolicismo romano para que sea más rico y más profundo que el evangelicalismo práctico.
ENTRE EL HARDWARE Y EL SOFTWARE
Para decirlo sencillamente, a los ojos del Papa el evangelicalismo no parece que tenga un “hardware” teológico que sea lo suficientemente sólido para ser una alternativa real al catolicismo romano.
Este Papa ha argumentado reiteradamente que el evangelicalismo es demasiado líquido en su doctrina e inestable eclesiásticamente para tomarlo seriamente como una contrapartida teológica.
No obstante, lo que tiene el evangelicalismo es un buen “software” de la vida cristiana y un mejor enfoque de la misión espiritual que el que pueda ofrecer al pueblo el catolicismo latino americano. Por lo tanto, los católicos deberían mejorar su “software” sin cambiar su “hardware” tan bien establecido.
Deberían perfeccionar el rendimiento reforzando su ADN. Finalmente, deberían optimizar sus actuaciones mediante una estrecha y permanente colaboración con lo que enseña su
Catecismo.
El discurso del Papa a los obispos colombianos es otro ejemplo de la forma en que Benedicto XVI percibe el evangelicalismo: un curioso experimento que atrae a la gente con su habilidad para agarrar con sus expectativas experienciales, pero con poca sustancia teológica para preocupar realmente a la Iglesia Católico Romana.
También nos recuerda el camino a seguir que el Papa prevé para el futuro de su Iglesia: una renovación interior sin ninguna reforma doctrinal, aferrándose mejor a su pasado y a la tradición viva.
Traducción: Rosa Gubianas
[1]Robert L. Plummer (ed.),
Journeys of Faith, Evangelicalism, Eastern Ortodoxy, Catholicim, and Anglicanism (Los Viajes de la Fe, Evangelicalismo, Ortodoxia Oriental, Catolicismo y Anglicanismo) (Grand Rapids: Zondervan, 201
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