Llegados a este punto de la vida de Juan Calvino, punto que algunos lectores están esperando desde el principio, pues no hallamos los humanos mayor placer que el de criticar los errores ajenos, nos metemos en harina.
La relación entre Juan Calvino y Miguel de Servet fue más larga de lo que muchos lectores creen.
Miguel de Servet, nacido en Huesca y notorio teólogo y científico español, hijo de una familia notable, fue criado con esmero. Su familia era de judíos conversos y, no se nos escapa, que los mejores pensadores, teólogos y religiosos españoles del momento, tenían esta procedencia común.
Miguel aprendió de joven las tres lenguas clásicas, para pasar después a hacerse discípulo de Fray Juan de Quintana, uno de los confesores de Carlos I y gran aficionado a las ideas de Erasmo de Rotterdam.
Miguel vivió y estudió en Toulousse, donde conoció las ideas reformadas y según algunos autores, se convirtió. Acompañó a su maestro Quintana por Europa, como parte del séquito real del emperador, viajó por Italia y Alemania, impregnándose de los aires de cambio que recorrían Europa. Tras dejar a su maestro, visitó varias ciudades protestantes y conoció a personajes como Bucer o Escolampadio.
En 1531, escribió su primera obra De Trinitatis Errorribus, que levantó un gran revuelo entre los reformados y los católicos. El obispo de Zaragoza solicitó la intervención de la inquisición en el caso. Miguel aumentó la polémica publicando poco después
Dialogorum de Trinitate y
De lustitia Regni Christi.
En su primer libro, Servet argumenta que la idea de Trinidad es extra bíblica y que no se haya en las Escrituras. Servet niega la eternidad de Jesús, que se convierte en inmortal, pero no en eterno, ya que no persistía antes de su humanidad. Servet llama a la trinidad “los tres fantasmas”.
En su
Dialogorum, Servet pretende aclarar las dudas creadas con su primer libro, por eso en este matizará algunas cuestiones, afirmando la divinidad de Cristo, pero delegada por Dios y no como parte de su propia esencia.
En este clima de alteración, Miguel tiene previsto un encuentro con Calvino en París, que al final no se produce. Servet se refugia en Lyon con una identidad falsa, pero comienza a cartearse con Juan Calvino.
En 1537, se traslada a París para estudiar medicina. Pero en la capital de Francia vuelve a meterse en problemas al dar un curso de Astrología en el que defiende el influjo de las estrellas sobre los seres humanos.
Después de establecerse en Viena como médico, con nombre falso, escribe su Christianismo Restitutio. En el que habla de Cristo como una especie de fuerza que está en todo, llegando hasta ideas panteístas.
Calvino escribe a Servet para corregirlo y le recomienda que lea su propio libro Institución de la Religión Cristiana. Servet leyó la obra y cubrió el libro de críticas y comentarios muy duros, enviándoselo después a Calvino. Calvino se enfureció por la arrogancia del aragonés.
Tras la salida del libro último ya mencionado (
Christianismo Restitutio), la persecución sobre Servet se estrecha.
La Inquisición le encuentra en Viena y le encarcela, pero este logra escapar, por lo que es quemado en efigie.
Camino de Italia,
Servet decide pasar por Ginebra y escuchar un sermón de Calvino, alguien le reconoce entre la congregación y es denunciado. Servet es capturado y puesto en manos del Consejo de Ginebra, para ser juzgado.
Continuará.
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