Ahora dialogamos con
Edesio Sánchez Cetina (México D.F. 1947), Pastor Presbiteriano y Secretario regional para Mesoamérica y el Caribe hispano de la FTL, quien nos revela, a través de esta entrevista, algunos aspectos de la realidad evangélica latinoamericana de hoy.
Es licenciado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Realizó una Maestría en la Universidad Bíblica Latinoamericana y doctorado (PhD) en el Union Theological Seminary en Richmond, VA. Además, es consultor de traducciones Bíblicas con las Sociedades Bíblicas Unidas y autor de varios libros y comentarios bíblicos (a Deuteronomio, Josué, Jueces, Malaquías, entre otros) y artículos sobre Exégesis bíblica y traducción.
Pregunta.- ¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta la iglesia en el siglo XXI?
Respuesta.- Principalmente los de la “globalización”, la inseguridad y la violencia. Me refiero a los problemas que el mundo plantea a toda la sociedad y no solo a la iglesia. La iglesia
evangélica en América Latina, como una de las expresiones de la cristiandad, necesita definir con más certeza y claridad el tema de la
identidad: ¿Qué significa ser evangélico hoy en América Latina? A mí me parece que éste ha sido un problema endémico de los evangélicos en este continente, sean miembros de una iglesia histórica, pentecostal, neopentecostal o mega-iglesia. Un segundo problema es el de la
desunión o
falta de unidad.Hoy, más que nunca, las iglesias viven luchando una contra la otra, “robándose” membresía y siguiendo su propio camino tanto teológico como evangelizador. Un tercer problema es el de la comprensión limitada o tergiversada de lo que es
la misión de la iglesia.
P.- ¿Debe la iglesia limitarse sólo a dar un testimonio verbal, evitando implicarse en la defensa de la justicia social, en la lucha contra la corrupción y siendo voz de los indefensos?
Considero como problema el tener una comprensión estrecha y tergiversada de la misión de la iglesia. En la Fraternidad Teológica Latinoamericana, de la cual soy miembro y Secretario regional para Mesoamérica y el Caribe hispano, el asunto de la
misión integral ha sido compañero inseparable del quehacer teológico. Desde las primeras décadas de su existencia, gente como Orlando Costas, Samuel Escobar y René Padilla, para citar a tres miembros fundadores, extendió e insistió en este tema a través de congresos, conferencias, artículos y libros. Hoy, algunos cuestionamos el nombre, por la sencilla razón de que no es necesario agregarle al vocablo “misión” el adjetivo integral. Si la misión que practica la iglesia, sea ésta cualquier grupo eclesiástico, no coincide con la misión enseñada y vivida por nuestro Señor Jesucristo, simple y llanamente, no es misión. Creo que “las credenciales” de Jesús, esbozadas en textos tales como Lucas 4, Mateo 11 y Juan 10, no nos permiten limitación alguna. Para lograr cumplir con este concepto cristológico de misión el día de hoy en América Latina, es imposible hacerlo sin implicarse en la defensa de la justicia social, en la lucha contra la corrupción y siendo voz de los marginados, silenciados y oprimidos.
P.- Dentro de la población indígena de América Latina existen unos mil grupos lingüísticos de los cuales la mitad tiene por lo menos una porción de las Escrituras traducida. ¿Cuáles son los problemas a los que se enfrentan las Sociedades Bíblicas Unidas a la hora de conseguir traducciones que mejor se adapten a esta población?
R.-Los problemas son múltiples y muy complejos. Quizá el principal es que la iglesia en general, y los administrativos, tanto a nivel global, como regional, como nacional en particular, no tienen como prioritario el que “la Palabra de Dios llegue a todos en el idioma que puedan entender, al precio que puedan pagar y en el formato más adecuado”. Eso está en el papel; eso está a flor de labio cuando desde algún foro se levanta la pregunta o el tema. Sin embargo, siempre ha sido y seguirá siendo que las comunidades indígenas permanecen al final de la lista en cuanto a llenar necesidades y definir prioridades. Y éste no es solo problema de las Sociedades Bíblicas Unidas. Lo es de casi todas las organizaciones que se dedican al ministerio de la traducción y distribución de las Escrituras. Hoy que el asunto económico se ha agudizado, los primeros grupos que sufren son precisamente los grupos indígenas minoritarios. Nuestra organización se está “reingenierizando”, es decir, “achicando”. Quienes han tomado esa decisión lo hacen debido a que ya no se tienen a la mano los fondos que antes se tenían. Se les quiere dar más protagonismo a las Sociedades Nacionales. Pero precisamente es a nivel nacional donde más se muestra ese desinterés por la causa bíblica hacia el pueblo indígena. Las Sociedades Bíblicas nacionales, por lo general, están luchando por su subsistencia, y concentran sus esfuerzos en vender y distribuir el material que más se les compra; es decir, la versión que más busca la iglesia de habla hispana evangélica, la RV60. Todo lo demás queda en segundo plano.
Por otro lado, la nueva generación de donantes, hijos e hijas de la posmodernidad, quieren saber ya qué ha pasado con el dinero que han donado. Están presionando a que se hagan traducciones más rápidas y menos costosas. La experiencia nos ha enseñado que aun con la nueva tecnología la traducción de una Biblia completa lleva por lo menos 10 años. ¿Cómo lograr una excelente traducción en tan solo tres o cinco años? Nuestras Sociedades Bíblicas nacionales no tienen los recursos humanos tanto administrativo como de formación bíblica, lingüística y antropológica para asumir el rol que hasta ahora han tenido los Consultores de Traducción (todos con doctorado académico en alguna de esas tres áreas). Hay que reconocer que el más alto porcentaje de indígenas que participan en la traducción de la Biblia tienen muy pobre formación académica, conocen bien su lengua, pero por lo general nunca escrita; conocen poco el español, y desconocen los tres campos clave para una buena y fiel traducción. Esto explica por qué una traducción tarda más de diez años: el período formativo es extenso y continuo hasta casi al finalizar el proceso de traducción y revisión. Además, esos traductores tienen que ser entrenados en el uso de la computadora y los programas asociados en el trabajo de traducción bíblica. Muchos de ellos viven en contextos apartados de las fuentes de energía eléctrica y de Internet.
P.-¿Qué piensa de la Teología de la Prosperidad que está incursionando en ámbitos evangélicos?
R.-Creo que es una aberración bíblico-teológica. La doctrina fundamental de la encarnación establece claramente la dirección misional respecto de este tema:
Ustedes saben que nuestro Señor Jesucristo era rico, pero tanto los amó a ustedes que vino al mundo y se hizo pobre, para que con su pobreza ustedes llegaran a ser ricos (2 Cor 8.9, TLA). En la práctica de esta teología y la pastoral deducida de ella, la cosa pasa al revés: el líder, pastor, apóstol, patriarca o arcángel amasa riquezas superlativas a costa de la ingenuidad e ignorancia de su pueblo, agregándole altas dosis de manipulación de masas.Desde su nacimiento hasta su muerte, Jesús constató en vida y enseñanza el contenido fundamental del texto de Pablo. Estoy totalmente opuesto a esa teología y cuando puedo predico y enseño en contra de ella.
P.-Se oyen voces que dicen que el crecimiento imparable de los evangélicos en Latinoamérica no va acompañado de una madurez bíblica y teológica, e incluso ética. ¿Está de acuerdo?
R.-Para empezar, en muchos lugares no hay tal crecimiento imparable. Es quizá como decía hace más de tres décadas atrás Juan Carlos Ortiz, un “engorde” de la iglesia. Pues el énfasis no es en el crecimiento total y holístico, sino en lo numérico, que para mí no es crecimiento de la iglesia. Ahora bien, si la pregunta quiere limitarse a este punto, entonces, no vale la pena agregar el asunto de madurez bíblica y teológica y el asunto de la ética. Es harto conocido por todos que en los países donde se dice que se ha dado ese notorio crecimiento numérico también ha crecido mucho más la violencia, el genocidio, la corrupción tanto a nivel gubernamental como eclesiástico, etc. Ni hablar de la ignorancia bíblica. En mis constantes viajes por América Latina y el mundo hispano de los Estados Unidos y Canadá, a menudo constato que más del 80 % del liderazgo pastoral no tiene formación bíblica y teológica alguna. En mis charlas constantemente hago preguntas sobre textos bíblicos conocidos, y la mayoría no sabe dónde buscarlos.
Por otro lado, como se señaló en un estudio hecho en algunos países centroamericanos sobre crecimiento de la iglesia, muchos de los grupos e iglesias que afirman el crecimiento numérico de sus iglesias, lo que realmente experimentan es un “¡reciclaje de la iglesia!”. Quienes salen de un grupo van a otro y de éste a otro y así y así. La “inserción” no es resultado de la evangelización y la conversión genuina, sino de la búsqueda de espacios “religiosos” que los mantenga contentos por un tiempo y que cuando se cansen lo dejan para experimentar otra oferta del mercado.
Además, una buena cantidad de líderes evangélicos que logran llegar a entidades gubernamentales, tales como congresos o asambleas legislativas, terminan metiéndose en el juego político de los partidos mayoritarios y se “olvidan” de su compromiso misional y de su vocación divina.
P.-Dos de las referencias teológicas del mundo evangélico en Latinoamérica son Samuel Escobar y René Padilla. ¿Qué opinión tiene de su obra?
R.-Precisamente ellos, junto con otros miembros fundadores de la FTL, hicieron y han hecho un esfuerzo gigantesco para acabar con la domesticación teológica misionera, con el seguir viviendo dependientes en todo de la empresa misionera foránea, y buscaron iniciar y mantener un diálogo abierto, serio y fecundo con los principales teólogos de la liberación, recordemos que tanto el movimiento de teología de la liberación como el surgimiento de la FTL coinciden cronológica y geográficamente hablando. Su postura profundamente ecuménica permitió que abrieran el foro de la FTL para el diálogo abierto tanto con grupos muy conservadores como con gente vinculada al CMI. Llama la atención, sin embargo, que aceptaran entrar al diálogo y hasta en membrecía gente del mal llamado movimiento ecuménico mas no del lado fundamentalista y conservador. La reunión de CLADE II fue clara manifestación de ello.
Samuel y René no son referencias teológicas del mundo evangélico. Ya lo he dicho anteriormente; ¡no hay un mundo evangélico unificado en prácticamente nada! El mundo evangélico que conozco, el llamado evangélico, los considera liberales. La mayoría de nuestra gente que se enorgullece de llamarse evangélica sustentan una doctrina lejana de los principios teológicos de la Reforma Protestante. Yo mismo considero un piropo que me llamen liberal a que me llamen teólogo evangélico en la línea de la que acabo de hablar.
René, sobre todo, ha tenido un liderazgo muy amplio y fecundo: misionólogo, autor prolífico, pastor de iglesia, movimiento estudiantil universitario, fundador y administrador de varios ministerios, profesor de instituciones teológicas, etc. Samuel, obviamente, no se queda atrás, pero considero que él, a diferencia de René, ha sido más concentrado en lo que a ministerios se refiere. De hecho, en las últimas décadas, Samuel, geográficamente hablando, se halla fuera del continente Americano y su participación en foros vinculados con la FTL son más reducidos que los de René, el día de hoy.
P.-Ambos teólogos participaron en la gestación de la llamada Misión Integral. ¿Ha calado ésta en las iglesias latinoamericanas?
R.-Me choca esto de participar en la gestación de Misión Integral. La gestación de la misión de la iglesia es Dios. La “gestación” fue una reacción valiente y atinada ante un movimiento fundamentalmente “yanqui” que quería imponer el movimiento de “Iglecrecimiento” y la llamada “unidad homogénea”.
Como movimiento, vale mejor traer a colación a “Red del Camino”. Pero para la formación de esta red y su actual manifestación en nuestro medio, no sé realmente cuánta participación gestora tuvieron ellos. Por otro lado, de lo que yo conozco de este movimiento de iglesias locales, por ejemplo, en el caso de Costa Rica, hay más de 120 iglesias metidas de lleno en lo que es “misión integral”. Y de Costa Rica, podemos ir a República Dominicana, Honduras, Argentina, Chile. Todos estos, países donde existe una buena cantidad de iglesias comprometidas con la misión de Dios para la iglesia.
P.-Como evangélicos sabemos el modelo bíblico de familia, pero la realidad social latinoamericana nos muestra otras formas, entre ellas, la más lacerante, la de las madres solteras o de las mujeres abandonadas por sus cónyuges y que son quienes sacan adelante a sus hijos. ¿Cómo debemos responder ante esta situación?
R.- Para empezar, no hay un modelo bíblico de familia. Los modelos de familia en la Biblia responden a la situación social, cultural, económica y política de la época. Nuestra situación es muy, pero muy distinta al mundo semítico ubicado milenios atrás en la cuenca del Mediterráneo. Lo bíblico no es el modelo de familia, sino cómo responder con justicia, amor y solidaridad ante circunstancias desafiantes para la familia y la sociedad. El o los modelos los proveen los entes sociales de acuerdo con las dinámicas de vida que se desarrollan en ellos. Cada comunidad eclesiástica debe enfrentar los desafíos de nuestro tiempo y responder adecuadamente. En la época bíblica no se hablaba de madres solteras u hogares de solo madres. Los desafíos eran en relación de gente marginada y vulnerable como los exiliados, las viudas y los huérfanos. El día de hoy, por el modelo de familia diferente, sí conocemos, de manera abundante, este problema de las madres solteras y las mujeres abandonadas. En muchas circunstancias, el problema no se restringe al hecho de ser madre soltera o de ser abandonada; es más complejo. Las iglesias que servimos en zonas marginales aquí en San José viven esa realidad, pero sus raíces trascienden el ámbito meramente familiar. Tiene que ver con la migración-inmigración debido a la suprema pobreza o las guerras y violencia, o los desastres naturales. Hay, como sabemos, diversos tipos de madres solteras y mujeres abandonadas. Por ello creo que no se puede abordar el asunto de manera general y abstracta. Cada comunidad eclesiástica debe, a partir de un estudio profundo de la situación, responder de manera concreta y eficaz al desafío que tienen enfrente.
P.-¿Qué le parecen los temas centrales que se abordan en el Quinto Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE V)?
R.-Debo decir que formo parte del comité que coordina este evento. Así que se debe tomar en cuenta este punto ante mi respuesta. No queremos dictar cátedra sobre el asunto, ni marcar derroteros, sino que humildemente acercarnos al Señor más en actitud de oración, de súplica, de aceptación obediente al mandato misional divino. De allí el lema:
“Sigamos a Jesús en su reino de vida. ¡Guíanos, Santo Espíritu!”. El lema en sí apunta a la misión de Dios, mirada en forma completa, total. De allí el tema del seguimiento, de allí el asunto del reino de Dios, de allí la súplica de la dirección del Espíritu Santo.
Los temas centrales los aporta el lema. Pero, de manera deliberada, decidimos no invitar a los “nombres grandes y famosos”. No habrá conferencias o charlas magistrales. De hecho, lo más grueso del congreso queda en manos del trabajo teológico, misionero y pastoral de los diversos núcleos o grupos de miembros y amigos de la FTL que desde hace varios meses están trabajando sobre un documento llamado “Cuaderno de participación”. Sí, se hace teología, se invita a la reflexión; pero esta reflexión surge de la práctica pastoral y misional. El texto bíblico se lee en y desde la “lectura” crítica de la situación de las iglesias locales en cada país y región. Las preguntas del material no permiten mantenerse en las nubes o en la torre de marfil. Habrá suficiente espacio para talleres, espacios “verdes” no por lo ecológico, sino para que de acuerdo con intereses propios se formen grupos de charla, diálogo y reflexión. El equipo de liturgia se mantendrá ocupado todo el tiempo proveyendo, a partir de las diversas manifestaciones del arte, un enfoque celebrativo y de actitud obediente al llamado de Dios.
P.-Los evangélicos incursionan en la política, sobre todo, en Centroamérica. ¿Cuál es su valoración sobre esta opción?
R.-Yo tengo bien clara mi postura. Si un evangélico se siente llamado a seguir esa profesión, que lo haga. Pero que no lo haga en nombre de la iglesia ni tampoco impulsado por ella o por algún partido que se autodenomine evangélico. No creo que quienes ejerzan el pastorado deban meterse al ejercicio de esta profesión. La iglesia y su liderazgo deben mantener su voz profética, y solo “desde afuera” se logra eso. No creo saludable que las fraternidades de pastores o alianzas evangélicas se metan al juego político dándole su apoyo, en nombre de Dios, a tal o cual candidato; mucho menos al recién nombrado presidente o presidenta.
Me parece que la formación de partidos políticos evangélicos es una decisión equivocada y de resultados negativos para las iglesias. Ya tenemos malas y tristes experiencias de esto en varios de nuestros países centroamericanos.
P.-¿Cómo llegó Cristo a su vida?
R.-Cristo no llega a la vida de uno; al menos mi experiencia y por lo que veo en la Biblia no es tan así. A la mayoría los llamó y los comisionó. Pero conversión, al estilo de las campañas evangelísticas conocidas en nuestro medio, ¡nunca! Este vocabulario me suena más a los grupos que llamo “conversionistas”. Te tienes que convertir del pecado, de una vida mala, del camino torcido o equivocado. Pero ¿qué pasa cuando esto no ocurre en la vida de uno? Cristo no llegó a mi vida. Nací metido en la vida de Cristo; nací en un hogar cristiano, en un hogar pastoral. ¡Soy hijo de la promesa! ¡No tuve que convertirme de nada!
Creo oportuno aclarar que la Biblia es muy clara y seria en indicar que quienes nacen en hogares formados en la fe bíblica y cristiana ya de suyo forman parte de la familia de Dios. Solo si se salen tienen que convertirse o hablar de cuándo Cristo llegó a su vida. De allí que apoye y crea y practique el bautismo infantil y la participación de los niños en la Cena del Señor.
Mi testimonio más grande, elocuente y feliz es que Dios permite que muchos de sus hijos e hijas nunca tengan que vivir otra vida que no sea la de la vida abundante en Cristo.
Finaliza la entrevista. Gracias, Edesio, por mostrarnos ciertos rasgos de la comunidad evangélica latinoamericana, que nos permitirá conocer y valorar, propiciando un mayor acercamiento.
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