El final de un año y el principio del siguiente es una época de gran actividad en el Vaticano. Las celebraciones de Navidad suponen la exposición del Papa a los medios de comunicación y enormes esfuerzos organizativos que llegan a su punto culminante en la misa de Nochebuena y la bendición
urbi et orbi (“a la ciudad y al mundo”) en el día de Navidad. Más tarde, el día de Año Nuevo, el Papa pronuncia un mensaje especial con ocasión del Día Mundial de la Paz. En el calendario de la Iglesia CR, el primero de Enero es también la solemnidad de María, la
Madrede Dios. Esta combinación ofrece al Papa la oportunidad de rezar a María por el mundo y encomendar el nuevo año a su cuidado y protección.
Esta es la actividad normal de la temporada. No obstante, en medio de los diversos actos y compromisos públicos, el primer día de 2012 se conoció la promulgación de un particular documento vaticano con especial referencia a los antiguos anglicanos que desean estar en plena comunión con Roma. La Congregación para la Doctrina de la Fe emitió un decreto que establece disposiciones para que puedan ser completamente aceptados en el grupo romano.
DE CANTERBURY A ROMA
El movimiento de clérigos y laicos de la Comunión Anglicana a la Iglesia CR tiene una larga historia con intensidades variables. Posiblemente, el más famoso convertido a Roma sea el cardenal John Henry Newman (1801-1890) que fue beatificado por Benedicto XVI durante su visita a la Gran Bretaña en el año 2010.
Desde sus comienzos, la Iglesia Anglicana ha tenido un componente importante Anglo-Católico que se inclina hacia las doctrinas y las prácticas católicas. La
via media (“el camino intermedio”) ha sido la herramienta utilizada para permitir a los grupos de diferentes orientaciones mantener una identidad anglicana, a pesar de la presencia de diferentes corrientes teológicas y litúrgicas dentro de la Comunión.
Lo que ha funcionado durante siglos está ahora bajo una creciente presión. En realidad, a partir de los años ochenta, la inquietud que sienten los anglo-católicos por la ordenación de mujeres ha empujado a un progresivo número de ellos a pedir a Roma que los acoja, puesto que este tema se ha convertido en el punto de ruptura con el anglicanismo. El fenómeno ha crecido en proporciones significativas, fomentando así que el Vaticano tomara medidas para facilitar la transición.
En 2009 el Papa Ratzinger emitió el documento Anglicanorum coetibus (“grupos de anglicanos”) que establece la constitución de “ordinariatos personales para anglicanos que entran en la plena comunión con la Iglesia Católica”. En el lenguaje jurídico de la ICR, los ordinariatos son entidades semejantes a las diócesis que llegan a formar parte de la Conferencia Episcopal de un país, al mismo tiempo que mantienen ciertas características específicas. En este caso, los antiguos anglicanos que ahora son católico romanos pueden celebrar los sacramentos según “los libros litúrgicos propios de la tradición anglicana”.
Volviendo a lo sucedido el 1 de enero de 2012,
el primero de estos ordinariatos se erigió finalmente en USA para recibir a los antiguos episcopalianos norteamericanos. Se le llama, no por accidente, “La Silla de San Pedro” como si quisieran subrayar la importancia crucial de la institución central de la Iglesia CR.
Su sede será la iglesia de Nuestra Señora de Walsingham en Houston (Texas) y su patrona la Santísima Virgen María. Las caras petrina y mariana de la iglesia CR son inevitables, tanto simbólica como prácticamente. Cada detalle tiene un valor de amplio alcance y un propósito específico.
Se calcula que este ordinariato reunirá a 2000 fieles laicos y 67 sacerdotes.
BIENVENIDOS, PERO…
¿Cuál es el sentido de esta acogedora movida que lleva a cabo el Vaticano? Muchos observadores están perplejos ante lo que parece ser una política de doble rasero por partede la Iglesia CR en sus relaciones ecuménicas. Por una parte, presenta los esfuerzos ecuménicos en términos “fraternales” apreciando, en consecuencia, los “dones” de las diferentes comunidades cristianas. Por la otra, ofrece un espacio institucional para acoger a los socios ecuménicos desilusionados y que se conviertan en católico romanos. ¿Qué está haciendo Roma? ¿Rodear con un brazo mientras sustrae con el otro?
El Vaticano puede cometer errores en muchas áreas de la comunicación, pero no en ésta. No hay ninguna agenda oculta en el ecumenismo vaticano. Está claro como el cristal que,
según la iglesia CR, el ecumenismo no quiere decir mantener la realidad existente, ni simplemente aceptarse mutuamente y ser amables unos con otros. Esto puede que sea la ambición de los protestantes con respecto a Roma: cada uno queda como es y acepta al otro tal como es. No, para Roma no es así.
Cada texto oficial sobre el ecumenismo hace hincapié en que la unidad es triple: profesar la misma fe, celebrar los mismos sacramentos y estar bajo la dirección de los mismos obispos unidos con el Romano Pontífice (p. e. los textos del Vaticano II: Constitución Dogmática
Lumen gentium 13; 14; 21; 22; Decreto
Unitatis redintegratio 2; 3; 4; 15; 20; Decreto
Ad gentes 22). Puesto que la Iglesia de Cristo se sustenta nada más que en la iglesia católica, de forma que la Iglesia Católica es la única que goza la triple unidad en su totalidad, más unidad ecuménica significa que habrá
más Iglesia Católico Romana y, por consiguiente,
menos de otras comunidades cristianas. A este respecto, el objetivo del ecumenismo es la plena realización de la unidad que la Iglesia CR (y
solamente la Iglesia CR) ya vive.
Benedicto XVI abre el
Anglicanorum coetibus con algunas palabras reveladoras: “En estos últimos tiempos el Espíritu Santo ha impulsado a grupos de anglicanos a pedir en varias ocasiones e insistentemente ser recibidos, también corporativamente, en la plena comunión católica”.
El Papa Ratzinger está diciendo que el movimiento de los anglo-católicos hacia Roma es una obra del Espíritu Santo. El mismo Espíritu, que es el principio de la unidad, es el que crea la Iglesia vaticana como una comunión. Pero no la Comunión Anglicana –perdón…- sino la comunión católico romana.
Traducción: Rosa Gubianas
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