Kurt Koch es un nombre que tal vez no signifique mucho para la mayoría de la gente. Sin embargo, hace varios meses Benedicto XVI le nombró cardenal y le dio la responsabilidad de presidir el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que es la institución vaticana dedicada al diálogo ecuménico. Koch, suizo (nacido en 1950) y antiguo obispo de Basilea (Suiza), asumió el cargo en el Consejo Pontificio de manos de otro “príncipe” de la Iglesia CR, el Cardenal Walter Kasper, que dimitió después de cumplir los 75 años, como prescribe el derecho canónico.
Koch ha participado en el ecumenismo CR desde su ordenación sacerdotal. Su tesis doctoral, que la obtuvo en Lucerna, estaba basada en la teología de la historia de Wolfhart Pannenberg.
El conocimiento de la teología protestante alemana ha sido su pan de cada día, teológicamente hablando. Parece estar muy familiarizado con D. Bonhoeffer, J. Moltmann y E. Jüngel (y también con H. Küng),
aunque la teología evangélica está mucho menos clara en su horizonte. Por otra parte, su experiencia episcopal en Europa Central ha significado que las relaciones con cristianos no católicos ha sido siempre un tema primordial en sus opiniones y en su práctica.
CRISTIANOS EUROPEOS: OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS
Es demasiado pronto para decir como desarrollará el Cardenal Koch las acciones multidisciplinarias y la estrategia en el consejo Pontificio. No obstante, hay un camino para obtener al menos una idea en lo que a sus principales preocupaciones se refiere, concerniente sobre todo a la situación del cristianismo en Europa.
Sus escritos anteriores proporcionan una muestra de cual es su pensamiento y su código de valores en lo relativoa los asuntos ecuménicos y otras cuestiones generales que están en juego para el testimonio cristiano. No es un teólogo del calibre de Walter Kasper pero es un pensador que merece atención.
Hay un libro de Koch que vale la pena mencionarpor una serie de razones. Primera, se ha publicado en alemán (
Kirche ohne Zukunft?, 1993) [¿Iglesia sin futuro?], en francés (
Chrétiens en Europe, 2004) [Los cristianos en Europa] y en italiano (
Quale futuro per i cristiani?, 2010) [¿Qué futuro para los cristianos?], proyectando así a Koch en las conversaciones internacionales sobre el cristianismo europeo. Segunda, el libro contiene una serie de conferencias que Koch pronunció en Polonia después de la caída del Muro de Berlín acerca de las perspectivas de la fe cristiana en una sociedad pluralista. La caída de los regímenes comunistas fue un acontecimiento decisivo que continúa teniendo implicaciones para el testimonio cristiano y Koch explora algunos de estos escenarios. Y, tercera, el ecumenismo está justo en el centro de lo que Koch tiene que decir al argumentar que el cristianismo tiene, en efecto, un futuro en Europa. Cree que los retos que tienen los cristianos delante demandan un camino a seguir en términos de unidad.
¿ HACIA UNA “JORNADA DE PUERTAS ABIERTAS”?
El Cardenal Koch está de acuerdo con muchos observadores que la secularización como un proceso sociológico y el secularismo como un marco ideológico representan el clima cultural europeo. Por lo tanto, cualquier tipo de espiritualidad cristiana necesita llegar a un pacto con el secularismo.
En la sociedad secular los intereses religiosos son extensos, ya que sus miembros no han vivido según los modelos tradicionales ni en instituciones eclesiásticas. ¿Cómo deberían responder los cristianos?
Las Iglesias, replica Koch, tienden a reclamar su estatus tradicional cuando son desafiadas por las tendencias seculares. Para él, esto es un paso en falso. En lugar de defender los privilegios heredados del pasado,
las iglesias tienen que hacer autocrítica y estar dispuestas a perder los beneficios innecesarios que son injustos y desleales en las sociedades pluralistas y democráticas. Al hacerlo los cristianos tienen que resistirse a seguir la dirección de la marginación a la que la sociedad secular quiere empujarlos.
El secularismo tiene un lugar para la iglesia únicamente si éstas son instituciones para “el tiempo libre” (o sea, no para toda la vida), y si tratan con los necesitados, que siempre hacen que una sociedad opulenta esté inquieta. En un comentario, Koch arguye que la Iglesia debe aprender a aceptar el pluralismo sin reservas, incluso si el pluralismo disminuye su estatus (p. 29, edición italiana).
Más que aspirar a reconstruir el “sacro imperio”, la iglesia debería anhelar a convertirse en una ”jornada de puertas abiertas” (p. 35), que reconoce su carácter provisional.
LA “NUEVA EVANGELIZACIÓN”
Las iglesias cometerán un tremendo error si se enredan en preservar los pasados compromisosque había en las relaciones entre la iglesia y la sociedad. Su papel debería consistir en atraer a Europa a la “nueva evangelización”.
En una perspectiva histórica más bien estrecha, Koch dice que la palabra “evangelización” empezó a circular en el Vaticano II (1962-1965). Quizás esto sea verdad en lo que se refiere a los círculos CR, pero también es verdad que esta palabra ha formado parte del lenguaje evangélico desde hace siglos.
Para Koch la evangelización no significa recuperar una nueva cruzada para reclamar la devolución del pasado dominio, sino vivir el Evangelio en términos espirituales. La vida del verdadero cristiano es el “quinto evangelio” para el hombre moderno (p. 62), y el que le habla más poderosamente.
En otras palabras, el modo de evangelización no debería ser dogmático sino mistagógico, o sea, más interesado en las realidades místicas que en la definición teológica. A este respecto la iglesia necesita estar
semper evangelizanda (siempre en el proceso de autoevangelización). Al evangelizar a los demás, debería también evangelizarse a ella misma. Si lo hace así la evangelización no será “confesionalista”, (esto es, reproduciendo los pasados esquemas y divisiones) sino “ecuménica” (promocionando la unidad).
¿DÓNDE VAMOS A PARTIR DE AHORA?
La combinación de la aceptación del pluralismo y un énfasis en el misticismo (otros dirían “espiritualidad”) parece ser la dirección que pretende llevar el Cardenal Koch en Europa.En cierto sentido, sus puntos de vista no son muy diferentes de las opiniones de los protestantes ecuménicos.
Sin embargo se encuentran más tonos y perspectivas discordantes CR en la Exhortación de Pablo II de 2003 Ecclesia in Europe (La Iglesia en Europa), y en los escritos de Joseph Ratzinger sobre Europa (p.e.
A Turning Point for Europe? The Church in the Modern World, 1994) [¿Un Punto de Inflexión para Europa? La Iglesia en el Mundo Moderno]. En estos escritos no hay ningún indicio de la voluntad por parte de la ICR de renunciar a sus privilegios, especialmente cuando éstos implican beneficios económicos y políticos.
No hay evidencias de la viabilidad práctica de los argumentos de Koch. La principal justificación teológica de un “sacro imperio” CR, o sea, una Iglesia que tenga un estado (el Vaticano), queda totalmente incuestionable incluso por las voces más progresistas. El nudo gordiano del acuerdo es protegido cuidadosamente y posiblemente extendido, en vez de cortarlo o incluso desatarlo.
El Cardenal Koch debe resolver lo que él entiende por la superación del “sacro imperio” hacia un “jornada de puertas abiertas”, no solamente en la seguridad del aula, sino dentro del mismo sistema del Vaticano.
Entonces, el significado de “evangelización” necesita ser pronunciado más claramente, tanto teológica como prácticamente. Apelar al misticismo postmoderno puede sonar
en algunos europeos como el
maîtres-à-penser (los profesores del pensar), pero ¿qué significa en términos de fidelidad al evangelio y de llamada a la conversión a Jesucristo?
De nuevo, dar una conferencia es una cosa, evangelizar y ver que ocurre puede ser otra muy distinta. De Basilea a Roma, del obispado en Europa Central a la curia vaticana, del atril a la realidad más compleja, Kurt Koch seguramente tendrá oportunidades de comprobar el peso de sus puntos de vista sobre Europa.
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