En la primera parte de esta entrevista repasábamos algunos de las características que han marcado el aumento de ciudadanos musulmanes en Europa. Federico Bertuzzi, coordinador de PM Internacional en Europa y experto en islam, responde a algunas preguntas clave sobre el futuro.
P.- ¿Estarías de acuerdo con las previsiones que dicen que en 2025 puede haber partidos islámicos con un importante número de votos en países europeos como Francia, Inglaterra o Alemania?
R.- No manejo cifras ni proyecciones, pero es más que probable que tal cosa se dé en un futuro no muy lejano. A medida que en la Europa pos-cristiana se siga diluyendo la fe de sus ancestros, el islam continuará avanzando en número y en influencia, y es previsible que muchos europeos sean atraídos a las filas de Alá. Como consecuencia natural de este fenómeno se desprende la formación de nuevas estructuras sociales, políticas, religiosas, etc., entre las cuales tendrán su parte los partidos políticos. Esto ya está aconteciendo en algunos lugares.
P.- El islam, por definición, no es sólo un hecho religioso sino que se extiende a otras áreas de la sociedad. ¿Cómo sería una Europa con una presencia musulmana importante en las instituciones de poder?
R.- Si lo comparamos con la situación de 30 años atrás, ciertas geografías de Europa han experimentado un inusual crecimiento del islam, donde hoy ya se están dando, entre otras, algunas de las siguientes situaciones:
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Proliferación de locales donde se venden comidas “halal”.
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Creación de bancos y entidades financieras que operan bajo principios islámicos.
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Habilitación de tribunales que juzgan cuestiones de familia, herencia, etc.
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Implantación de la “charía” (ley coránica) para regir barriadas musulmanas.
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Horarios comerciales distintos a los habituales.
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Nuevas mezquitas y casas de oración en nuestras ciudades.
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Mayor movimiento de gente por las calles, hombres en los bares.
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Corte de tráfico para el rezo de los viernes en plena vía pública.
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Uso de piscinas y balnearios diferenciados para varones y mujeres.
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Planes educativos para nuestros hijos con mayor incidencia de asuntos islámicos.
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Propagación por altavoces del llamado al rezo obligatorio, cinco veces al día.
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Casos de crímenes por honor, y persecución contra musulmanes convertidos a Cristo.
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Prácticas escondidas de circuncisión femenina.
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Aumento de casos de poligamia.
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Mayor presencia mediática del Islam, sea desde un punto de vista cultural, a favor, en contra, etc., con tal de mantenerse en el aire.
P.- En Inglaterra hay todo un debate político sobre el fracaso en la integración de la segunda generación de musulmanes, jóvenes nacidos en el país de padres inmigrantes, pero que no se identifican con la sociedad en la que viven y se radicalizan hacia posiciones islamistas. ¿Por qué crees que sucede esto, qué razones hay?
R.- Tanto el primer ministro británico David Cameron como la canciller alemana Angela Merkel tuvieron que reconocer ante los medios que los programas de integración de ambos países habían fracasado. En el caso de Alemania fue por un error de apreciación y de expectativa: suponían que los inmigrantes vendrían para trabajar unos cuantos años y que luego regresarían a sus países de origen (Turquía, mayormente); pero contra toda previsión se quedaron, más aún, trajeron a otros familiares, y su cantidad, en vez de disminuir, aumentó. Tuvieron hijos, nietos…, algunos llevan tres generaciones viviendo aquí.
Parte de esta falta de integración a la cultura del país receptor puede deberse a una pobre acogida que se les dispensó. Resulta difícil negar que hubo (y hay) discriminación, sea por el color de la piel, la indisposición para aprender la lengua local, el bajo nivel social que traen, su forma exótica de vestir, etc. Estos factores no facilitaron a los europeos para que sintieran un atractivo especial por ellos. Con el correr del tiempo, la olla comenzó a levantar presión, y bueno, en algunos sitios terminó por reventar, como aconteció en París en 2006.
P.- Tanto la Alianza Evangélica Europea como otras entidades que se dedican a analizar los derechos y libertades en Europa, alertan de una sutil pero importante reducción de los derechos de los cristianos a expresarse de forma pública. ¿Se sienten los musulmanes en Europa también cohibidos en su expresión pública de su fe? ¿Tienen también esta percepción?
R.- Tengamos en cuenta dos factores que están actuando en conjunto, cada uno por su lado. Por un lado, el europeo, con un galopante laicismo que desprecia el hecho religioso en sí, y por el otro lado, el mundial, concretado a instancias de los países musulmanes, entre ellos Pakistán, cuando el 25 de marzo del año pasado logró que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas votara favorablemente la resolución en contra de la “difamación de las religiones”. En apariencia, para proteger a todas las religiones, pero en realidad, para amordazar a quienes no profesan la fe islámica, dando piedra libre para que en sus países se castigue a quienes abandonan a Alá o renuncien a creer en Mahoma.
Por lo visto, no me parece que los musulmanes se sientan en Europa cohibidos para expresarse libremente, y aunque reclamaran mayores libertades, no deberían dejar de lado la obligación moral que tienen de reclamarla también en sus respectivos países, por más que los beneficiados fueran otros credos.
P.- Por último, ¿le parece significativa la declaración que ha hecho la Junta Islámica Española sobre las minorías religiosas perseguidas en Países Islámicos?
R.- Me alegra enormemente enterarme de esta noticia. No recuerdo haber leído antes nada semejante (y llevo años involucrado en temas referidos al islam). ¡Era hora para un pronunciamiento como este! Trascurrió muchísimo tiempo de mutismo cómplice entre gobiernos, casas reales y medios de comunicación de Occidente, que a sabiendas, ocultaron ante la opinión pública los atropellos, vejaciones y sufrimientos que atravesaba la iglesia perseguida del Norte de África, Oriente Medio, Asia Central y Meridional, y Lejano Oriente. Hoy, por más “primavera árabe” que se esté dando, parece ser como que la situación no ha cambiado sustancialmente, aunque al menos se ha hecho notorio que tal persecución existe. Sería de esperar que esta declaración de la Junta Islámica Española no quedara como mera intención de buenos deseos sino que fuera imitada por sus homólogas del resto de Europa, al punto que aquellos gobiernos en cuestión se vieran exigidos a adoptar medidas que garanticen la plena libertad de culto de todos y cada uno de sus ciudadanos.
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