Fundador de las revistas Luz y Verdad y Vínculo. Director de programas de radio como La Estrella Matutina. Fundador de la Iglesia de Cristo de Madrid. Ha sido presidente de la FEREDE. Y publicado 26 libros y más de 3.000 artículos. Realizada por Jacqueline Alencar.
Destacamos la labor de este pastor marcada por el compromiso sin fisuras para con Dios y con el prójimo. Forma parte de esa nube de testigos que nos han precedido y preparado el camino para que en este país podamos gozar de ciertas comodidades en nuestra carrera cristiana.
Pregunta.- ¿Cómo logra compaginar su prolífica labor editorial y en los medio de comunicación con el desarrollo de su ministerio en su iglesia, más sus viajes de carácter humanitario a distintos puntos del orbe?
Respuesta.- Simplemente, organizándome. Añade a todo eso un programa de radio de 15 minutos que pasa por unas treinta emisoras en España, América Latina y Estados Unidos de lunes a viernes. Para más trabajo, he de escribir los guiones y luego grabarlos.
Creo a Salomón cuando dice que hay tiempo para todo. Nunca voy a la cama antes de las dos de la madrugada. Nunca me levanto después de las ocho. Poder es querer, dicen, y yo quiero.
P.- Suscribo totalmente lo que dice. ¿Qué papel juegan en la actualidad los medios de comunicación como la radio, la televisión y la prensa escrita en la difusión de las buenas nuevas de salvación?
R.- Un poder fundamental. Más la radio que la televisión. Cuando llegué a Madrid en 1965 con la intención de establecer iglesias en España, busqué la ayuda de la radio. Transmití primero desde Luxemburgo, Mónaco y Oporto hasta que Franco me permitió hacerlo en España. El elevado número de convertidos que entonces tuvimos se debió a los contactos a través de la radio. Nos llegaban hasta 80 cartas mensuales pidiendo el Nuevo Testamento y los Cursos Bíblicos que ofrecíamos. En nuestra familia denominacional tenemos pastores y otros líderes de iglesias que llegaron a Cristo por el camino de la radio. Hoy la situación es diferente. No hay interés por la religión y mucho menos por escribir cartas.
P.- Usted fue uno de los fundadores de Amnistía Internacional: Háblenos de ello.
¿Continúa militando en sus filas?
R.- El año 1961 lo pasé entero estudiando en Londres. Al propio tiempo supervisaba la traducción al inglés de mi libro “En Defensa de los protestantes españoles”, que publicó la editorial “The Protestant Trust Society” en la célebre Fleet Street.
En julio de aquel año recibí una llamada telefónica de un abogado inglés, Peter Benenson. Decía que le había dado mi teléfono el director de la Editorial que estaba publicando mi libro. Había leído las pruebas y estaba asombrado por la actitud del Gobierno español hacia los evangélicos.
Benenson me dijo que iba a presentar en París una organización que lucharía en contra de todo tipo de discriminación. Quería que yo fuera y hablara en el acto. Él pagaba todos los gastos de avión y hotel.
Fui a París. La reunión fundacional de Amnistía Internacional tuvo lugar aquel mes de julio en el Hotel Lutetia de la capital francesa. Hablamos cuatro. El propio Benenson, que presentó el acto, un cura católico de Barcelona de ideas comunistas, una mujer de la resistencia belga durante la segunda guerra mundial y yo. Esta mujer y yo hablamos en francés. Benenson y el cura católico hablaron respectivamente en inglés y en español y fueron traducidos al francés. Así nació “Amnesty International”, que aquel año se llamó “Amnesty 61”. Yo fui uno de los fundadores. De lo que me siento orgulloso. Sí, naturalmente, continúo militando, aunque estoy más en contacto con la rama británica.
P.- Para el mundo evangélico ha sido muy difícil el acceso a la libertad religiosa. Usted trabajó arduamente para ello. ¿Nos podría dar algunas pinceladas sobre ese largo y tortuoso proceso hasta llegar al panorama actual?
R.- Es una larga historia, que documento y explico en mi libro
“La transición Religiosa en España”. También será larga la respuesta a esta pregunta.
En 1939 el Nacionalcatolicismo y el ejército de Franco ganaron la guerra civil que estalló tres años antes. Comenzó un período de represión contra la minoría protestante. Cierre de locales, multas, cárceles, algunos asesinatos, fuimos muy machacados. En 1956 se funda la Comisión de Defensa Evangélica para solicitar del régimen un cambio de actitud hacia los protestantes. En 1960 José Cardona se instala en Madrid como secretario ejecutivo de la Comisión de Defensa. Empiezo a colaborar con él en la lucha a favor de la libertad religiosa. En 1962 fundo en Tánger el periódico “La Verdad”, cuya misión principal era denunciar los atropellos contra los evangélicos. Toda la información que yo manejaba me la enviaba Cardona. En 1965 me instalo definitivamente en Madrid. Me integro en la Comisión. Paso a formar parte de la Junta Directiva. Al año siguiente fundo en Madrid la revista “Restauración”, desde la que continuamos la batalla por los mismos objetivos. En 1967 el régimen decreta una incipiente Ley de libertad religiosa. Muerto Franco, en 1980 obtenemos una Ley más amplia. En 1986 se constituye la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España. Fui nombrado presidente de su Comisión Permanente. Por fin, el 10 de noviembre de 1992, las iglesias evangélicas firman Acuerdos de Cooperación con el Estado. Comenzamos a respirar, sin que el Nacionalcatolicismo nos diga que contaminamos el aire con nuestro aliento.
P.- Salamanca, a través de la Asociación Cultural Jorge Borrow de la iglesia de Paseo de la Estación, le tributó un merecido reconocimiento a su trayectoria. ¿Cómo vivió esos momentos en el aula del viejo Rector Miguel de Unamuno?
R.- Puede usted imaginarlo. El primer libro que leí de Unamuno fue
Vida de Don Quijote y Sancho. Desde entonces, sus Obras Completas, que tengo en nueve gruesos tomos, han sido mi guía en la vida. Una guía humana. Dejo aparte la Biblia.
Estar allí, pisando los lugares por donde él anduvo, en aquella Universidad que él tanto quiso, el posterior recibimiento por la Teniente de Alcalde Pilar Fernández Labrador, el balcón del Ayuntamiento abierto a la plaza, el cariño de todos, fueron días de gloria para mí y mi corazón palpitó a un ritmo más acelerado. Sé que todo ello se debió a la iniciativa y al trabajo del profesor Alfredo Pérez Alencart, a quien siempre estaré agradecido.
P.- Las iglesias de Cristo han celebrado su 41 conferencia nacional. ¿El balance ha sido positivo?
R.- El balance de la Conferencia, sí. Estos encuentros siempre son positivos, por lo que se aprende de la Biblia y por las horas fraternales y de comunión espiritual que se viven.
Pero no quedamos contentos a otros niveles. La primera Conferencia de las Iglesias de Cristo tuvo lugar en Sevilla en diciembre de 1964. Entonces éramos un puñado de ilusionados cristianos. El desarrollo fue rápido. Tanto, que un especialista en protestantismo español, el sacerdote Julián Hernando, fallecido el año pasado, escribió en 1977: “Las iglesias de Cristo constituyen el grupo evangélico que más crece en España”. Hoy la situación es distinta. Unas iglesias crecen, otras permanecen estancadas, otras pierden miembros. Resultado de una sociedad secularizada, de espaldas al tema religioso, materializada hasta los últimos recovecos del alma.
P.- Cuando hablamos de los pobres, a veces nos tildan de marxistas. ¿Es que tendremos que redescubrir a los pobres en la Biblia?
R.- Tengo y he leído todas las obras de Carlos Marx; las compré en Moscú en castellano. En mi libro “Evolución y Marxismo” pongo frente a frente estas obras y la Biblia. Y creo demostrar que en los 66 libros de la Sagrada Escritura hay más preocupación social, más interés por los pobres que en todos los escritos de Marx, incluyendo
El Capital y
El manifiesto del partido comunista.
También Juan Simarro evidencia en sus libros sobre estos temas que no es el marxismo, sino el Cristianismo el que transmite a nuestra conciencia la obligación de atender a las clases necesitadas.
P.- ¿Se soluciona el problema social sólo con la evangelización? ¿Puede el hombre estar reconciliado con Dios pero no con su prójimo? Aún hoy se habla de evangelizar como la salvación del alma, sin atender las necesidades materiales.
R.- La salvación del hombre es integral: Cuerpo y alma. Una postura pietista, decir que a Dios sólo interesa el alma, no es conforme a la Biblia. Tampoco lo es una teología llamada de la liberación con énfasis en la carne y olvido del espíritu. El hombre que Dios rescata es hombre en su totalidad. Si es cierto que no solo vive de pan, también es cierto que sin pan tampoco vive. Quien no vea esta realidad en los cuatro Evangelios, donde aparece Jesús en contacto permanente con las necesidades corporales del individuo, es que no sabe leer o lee con el ojo que más le conviene.
P.- ¿Cómo es la misión al estilo de Jesucristo?
R.- Esta pregunta queda contestada en el párrafo anterior. Pero añado dos textos. Uno: “El Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas” (Lucas 9:56). Dos: “Dadles vosotros de comer” (Mateo 14:16).
P.- ¿Cómo puede la Iglesia dejar de ser un templo y convertirse en un agente de transformación?
R.- ¿Qué significa usted por templo? ¿El edificio material donde se reúnen los cristianos? Los católicos han desvirtuado ambas palabras, llamando iglesia al templo donde celebran la misa. Nosotros sabemos que la Iglesia somos los cristianos redimidos, piedras vivas de un templo espiritual.
Esta consideración me lleva a otra. La Iglesia debe ser siempre un agente de transformación. Es la misión que el Nuevo Testamento le encomienda: Transformación del individuo, de la familia, de la sociedad, del mundo, hasta donde logre alcanzar. ¿Cómo lograrlo? Esto ya depende de la visión y del programa de trabajo de la iglesia local.
P.- ¿Cuál es el mayor enemigo de la comunión?
R.- Usted sabe que por comunión se entiende unión común. ¿Entre quienes? Pues hay que empezar por los miembros de la congregación local, subiendo paso a paso hasta alcanzar el ideal de comunión cristiana a la que nos desafía Jesús en el capítulo 17 de San Juan. Difícil, sí; imposible, no.
P.- ¿Cuál es el modelo de liderazgo que necesita una iglesia de modo que impacte a los miembros y esto también influya en el entorno?
R.- En 1992 publiqué un libro, que se vendió mucho en América Latina, titulado
“La formación del líder cristiano”. Aquí defino el modelo de liderazgo cristiano. La misma palabra líder, del inglés
leader, no se encuentra en la Biblia. Pero los líderes sí que ocupan muchas páginas del Libro, desde Abraham hasta Pablo.
El ejemplo máximo de líder lo tenemos en Jesucristo. Hagamos un ejercicio. Dejemos a un lado su filiación divina. Estudiemos su figura sólo como hombre líder, líder humano. ¿Sabe qué resultados obtendríamos? Que ninguno de los grandes conductores de la Humanidad se le puede comparar. A mi juicio, éste es el modelo de líder que debe impactar a todos los cristianos.
P.- Conoce muy de cerca la situación de algunos países de América Latina en sus diversas facetas, ¿qué piensa acerca de la incursión de algunos líderes evangélicos latinoamericanos en la política?
R.- He seguido de cerca este tema, de difícil interpretación. Lo que yo creo es esto: Que somos los cristianos, el pueblo de Dios, quienes estamos llamados a gobernar el mundo, creación de Dios. Tiempo atrás se nos enseñaba que un cristiano no debe meterse en política. Que no somos de este mundo. Así nos ha ido. Hemos estado gobernados por paganos.
Por otro lado, los intentos realizados en América Latina por crear partidos políticos evangélicos no han dado resultados. Otra cosa es que evangélicos capacitados escalen puestos políticos en los partidos de su preferencia. Esto sí está relativamente extendido en esa parte del mundo. El riesgo que corren es que cuando suben en política bajan en la fe. Guatemala ha tenido dos presidentes evangélicos, Serrano y Ríos Mont, a cual peor, acusado uno de ladrón y de crímenes otro.
Si cristianos evangélicos llegaran limpios de ideas y de espíritu a las alturas políticas, y se mantuvieran así, sería una bendición.
P.- ¿Qué le diría a los jóvenes evangélicos para estimularlos en la carrera que tienen por delante? Acaba de publicar un libro donde ellos son los protagonistas.
R.- Sí, es el segundo libro que publico sobre temas juveniles. “Inquieta Juventud” fue el primero. Este segundo yo lo titulé “Jóvenes en la encrucijada”, el editor lo cambió por el de “Un cruce de caminos”. ¿Qué les diría a los jóvenes evangélicos? ¿Cree usted que harían caso a lo que yo les dijera? ¿Hacen caso a lo que les dice Jesús? De todas formas, aludo a uno de mis textos favoritos, Hechos 13:36: “David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios…”.
Que cada joven cristiano descubra qué quiere Dios de él o de ella en la generación que le ha tocado vivir. Y la sirva, antes de que se les seque el alma.
P.- ¿Necesitamos reformar la reforma?
R.- En todo el mundo evangélico se levantan voces pidiendo esto: una reforma de la Reforma. Pero ¿quién empieza? Y ¿por dónde empezar? ¿Reformando nuestras vidas? ¿Reformando las congregaciones? ¿Reformando el conjunto del protestantismo? Ni usted, que tiene muchos años menos que yo, verá cristalizado esto que se me antoja utópico.
P.- Dice Mark Driscoll que “La responsabilidad del pastor es cuidar de su familia y que sacrificar a su mujer e hijos por el ministerio cristiano es injustificable. ¿Cuál es su opinión respecto a este dilema en que se deben encontrar muchos pastores al leer esta noticia?
R.- Este señor Driscoll, ¿es norteamericano? Si lo es, no me extraña que piense así. De los 50 estados que tiene la Unión norteamericana he hablado en iglesias, universidades, centros culturales de 29. Conozco bien el protestantismo estadounidense y a sus líderes. La gran mayoría de ellos son especialistas en 1ª de Timoteo 5:8, donde se obliga a los cristianos a no descuidar a la familia carnal. Este versículo les viene de perlas para llegar a la oficina del templo a las 11 de la mañana y abandonarla a las 5 de la tarde. Hay que atender a la familia, dicen. ¿Por qué no asimilan con idéntico entusiasmo Lucas 10:37, donde Jesús antepone el amor a Él al amor a la familia, y Mateo 12:48-49? Aquí el Señor aclara sin la más leve duda que su familia no se compone de cuatro o diez personas, sino de la multitud de no convertidos.
No acepto que un pastor descuide a su familia por una dedicación excesiva al ministerio. Tampoco lo contrario. Es cuestión de prioridades y de equilibrio. Dar a la familia el tiempo que necesita y a Dios el que le corresponde. Pero sin robarle los días y las horas que son de Él y para Él.
Gracias, Juan Antonio Monroy.
Algunos de sus libros:
Defensa de los protestantes españoles; El poder del Evangelio; Las Bienaventuranzas para nuestros días; La Biblia en el Quijote; Inquieta juventud; Un cruce de caminos; Un enfoque evangélico a la Teología de la Liberación; Obras Completas.
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