Mi primer amor

Quiero que lo seas todo y en todo,
no como cuando miro
las montañas a lo lejos
y a lo lejos solo veo nieve,
nieve que cubre la cima.
Quiero que empieces desde abajo,
que la nieve caiga y suba
e inunde todo mi cuerpo
para que cuando tropiece
y caiga al asfalto más caliente
la nieve se derrita
y el mundo pueda ver quien soy
en realidad.

Quiero chocolate...
torrentes dulces
que se deslicen por mi paladar
como riachuelos de agua viva,
como escalinatas infinitas
quiero un tobogán
para que el chocolate huela a ti
y lo saboree como nunca nadie ha saboreado.

Quiero un quitagrapas gigante
que me pellizque las veces
que sea necesario
que sea ocurrente
que me recuerde
que yo mismo me grapo la boca
para no decir las cosas que debería.

Quiero un efecto invernadero
para que haga las veces de asfalto caliente,
no sea que me caliente yo
y tropezar no sirva de reflexión,
y tropezar sea tan trivial
como hacer tropezar a los demás
y me decepcionaré
porque no podré rechazar
los rayos ultravioletas
que vienen del sol.

Quiero ser una mariposa,
no vaya a ser yo
un capullo disfrazado,
que sentado prefiere el cielo
y levantado prefiere el suelo.

Quiero un teclado
en un idioma que no entienda,
porque así a lo mejor podré escribir los libros más largos del mundo
sin preocuparme un segundo de lo que pone,
sin preocuparme de las duras caricias
que sin amor me devuelve la vida,
que sin amor uno no es nada,
pero sin memoria uno no habría recordado
la posición de las teclas,
y quizá la tomadura de pelo
se vuelva código secreto.

Quiero un espantapájaros,
pero para mi,
no para el campo,
no vaya a ser que siendo yo un buitre
malgaste mi saliva en lo que otros plantan.

Los problemas de la vida que tu tanto me has recordado siempre,
serán migajas de pan
para cuando me haya
convertido yo mismo
en mi propio espantapájaros.

Quiero premios y galones,
pero en vida no vaya a ser que muera
y no viva mi propia gloria;
que la suerte es cara
y los azulejos del tejado
que me recuerda la lluvia
no lo paga la integridad,
ni el deseo de servir a los demás,
que siendo deseo de todos,
maldita y lejana utopía,
seríamos todos servidos.

Quiero volver a mi primer amor,
quiero que lo seas todo y en todo,
quiero que caiga la nieve,
pero esta vez empezaré por la cima
para que te deslices como chocolate
por toda mi vida,
no vaya a ser que saboree tu victoria
y sea demasiado tarde.

Samuel Diaz-Pinto

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