Como dice nuestro viejo refrán español “Del dicho al hecho hay mucho trecho”. En el movimiento de Lausana, que se vio retratado en el Congreso Lausana 3 de Ciudad del Cabo, se ha podido apreciar como aquel dicho, aquella declaración de intención que fue el Pacto en 1974, se ha ido desarrollando en hechos misioneros en las tres décadas y media transcurridas desde entonces.
Como documento fundamental el valor del Pacto ha permanecido. El historiador Mark Noll dice que es el documento teológico más importante que se ha forjado en el siglo veinte, suscrito por un número altamente significativo de protestantes alrededor del mundo.
Es una confesión de fe y al mismo tiempo es contextual. Durante el Congreso hubo ciertos hechos que ilustran la forma en que el pacto ha sido pertinente y ha contribuido a desarrollar numerosos movimientos dentro del mundo evangélico.
Como su nombre lo indica
en el Pacto había un compromiso:
“Creemos que el Evangelio es la buena nueva de Dios para todo el mundo, y por su gracia estamos decididos a obedecer la comisión de Cristo de proclamarla a toda la humanidad y hacer discípulos de todas las naciones. Deseamos por lo tanto afirmar nuestra fe y nuestra resolución y hacer público nuestro pacto.” (Introducción). En Ciudad del Cabo estuvieron mis antiguos colegas y amigos
Ramez Atallah y su esposa Rebeca que viven y trabajan en Egipto. Él dirige la Sociedad Bíblica en El Cairo y ella ha desarrollado un programa de educación cristiana entre los chicos que trabajan en el basural de Mokattam. Hay una nota firmemente evangelizadora en todo lo que hacen, y por su acción miles de jóvenes y niños han escuchado por primera vez el Evangelio.
Con el mismo espíritu evangelizador, hay miles de personas que trabajan usando los medios de comunicación para difundir el Evangelio. En Lausana 3 estaban, por ejemplo,
José Pablo Sánchez de España y
Brian Stiller del Canadá en cuyos programas de televisión que alcanzan a miles de personas he tenido la oportunidad de participar. Ví también a
Philemon Choi de Hong Kong que publica la revista
Breakthrough dirigida especialmente a la juventud no creyente y conocí al Profesor
Prabhu Guptara que enseña Economía Global en la Universidad William Carey de la India y dirige la revista bilingüe
Forward, en inglés y hindi, dirigida al mundo secular. También ya tenemos en Madrid el periódico de distribución gratuita
Puerta Abierta dirigido por
Manuel López, para el lector común y corriente y que ya tiene una circulación de 20,000 ejemplares. Son todos esfuerzos por volcarse hacia afuera de las comunidades evangélicas para alcanzar a los lectores que todavía no conocen a Cristo.
Una de las oradoras en Ciudad del Cabo fue
Becky Pippert, la conocida escritora y conferencista que tiene un don excepcional para la comunicación del Evangelio especialmente en los medios universitarios. Ahora desde Belfast en Irlanda del Norte se dedica a capacitar personas y congregaciones para la evangelización en los cinco continentes. Disponemos ya de sus escritos en castellano:
Fuera del salero para servir al mundo, Cómo hablar de Jesús sin sonar religioso, La esperanza tiene sus razones, todos ellos publicados en España por Editorial Andamio.
El Pacto es un documento teológico porque contiene afirmaciones básicas de lo que creemos, por ejemplo, acerca del Dios trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de la autoridad de la Biblia, del carácter único y el alcance universal de la obra salvadora de Jesucristo. Estas afirmaciones teológicas expresan la verdad del Evangelio y son el fundamento común que hace posible la cooperación misionera. A veces al afirmar la verdad al mismo tiempo combatimos el error. Eso es lo que ha pasado por ejemplo con mi amigo el Obispo
Robinson Cavalcanti de Recife en Brasil, al que encontré en Lausana 3 y en un momento evocamos nuestra presencia en Lausana de 1974. El obispo Cavalcanti ha tenido que librar batallas por la integridad de la fe en el seno de la comunidad anglicana de su patria.
El párrafo 10 del Pacto se refiere a la evangelización y la cultura reconociendo que
“las misiones con mucha frecuencia, han exportado una cultura extraña con el Evangelio”. Por ello afirma que
“El evangelio no presupone la superioridad de una cultura sobre otras, sino que evalúa a todas las culturas según sus propios criterios de verdad y justicia”. En conferencias y grupos de estudio en los años siguientes a 1974 se exploró las consecuencias de estas verdades y se estimuló a las iglesias a expresar su culto, su fe y sus esfuerzos de comunicación del mensaje de Jesucristo en sus propias categorías culturales, las de su contexto. Es lo que los estudiosos de la misión llamamos contextualización. Pues bien, en Lausana 3, los tiempos de alabanza y adoración se realizaron en una increíble variedad de formas culturales junto a algunos de los himnos clásicos europeos o anglosajones. Además desde la plataforma la verdad se comunicó no sólo en la expresión sermonaria tradicional sino usando el drama, la danza, y los medios audiovisuales más variados. Fue una expresión de que la iglesia es hoy una realidad global con sus múltiples expresiones culturales y que parte del espíritu fraterno es la aceptación y el disfrute de esa variedad. La música y la liturgia de Lausana 3 fue completamente diferente a la de Lausana 1974, y sin duda en aquella fecha algunas de estas formas culturales nuevas habrían escandalizado a más de un evangélico.
Sin embargo la contextualización se aplica también en la comprensión y expresión de las verdades bíblicas. El párrafo 2 del Pacto de Lausana afirma sin ambages:
”Afirmamos la divina inspiración, fidelidad y autoridad de las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento, sin error en todo lo que aseveran, y que son la única norma infalible de fe y conducta.” Luego de afirmar el poder de la Palabra por medio de la cual el Espíritu Santo sigue comunicando hoy la verdad de Jesucristo, este párrafo termina diciendo
“Él ilumina la mente del pueblo de Dios en cada cultura, para percibir la verdad nuevamente con sus propios ojos, y así muestra a toda la iglesia más de la multiforme sabiduría de Dios.”
La consecuencia de esta verdad es que los biblistas, esos estudiosos que se especializan en las lenguas originales y en la comprensión del mensaje bíblico, juegan un papel importante en la contextualización de la Palabra de Dios, al servicio de la tarea pastoral y evangelizadora de las iglesias. Hubo varios biblistas en Lausana 3, que además de ser entusiastas de la evangelización se dedican al trabajo diligente de producir o editar material contextual. Menciono sólo a tres de ellos. En primer lugar
René Padilla, especialista en Nuevo Testamento que dirigió el equipo de traducción de la Nueva Versión Internacional de la Biblia en castellano y que actualmente dirige el proyecto de un comentario bíblico latinoamericano en un tomo. Luego al africano
David Oginde uno de los expositores bíblicos en el congreso y que ha colaborado en el comentario bíblico africano en un tomo que apareció hace un par de años.
Un expositor muy apreciado es el británico
Chris Wright, sucesor de John Stott en la Fundación Langham, y cuyo mensaje del sábado 23 de octubre en Lausana 3 fue un llamado conmovedor a la humildad, la integridad y la simplicidad en la misión. Digamos de paso que la fundación que dirige Wright ha ayudado a financiar tanto el comentario africano como el latinoamericano. Los fondos que lo han hecho posible empezaron con la donación que hizo
John Stott de todas sus entradas por los derechos literarios de sus numerosos libros con el fin de promover la exposición bíblica, la formación de biblistas y la publicación de libros sobre temas bíblicos en los países pobres de Asia, África y América Latina. El año pasado apareció en castellano el libro de Chris Wright
La misión de Dios una obra monumental de 735 páginas publicada por Editorial Andamio.
En Lausana 3 hubo un encuentro de personas y movimientos como los que aquí he recordado, cuyos hechos misioneros han venido haciendo realidad los dichos del Pacto de Lausana.
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