Su autora, María Dueñas, 46 años, es doctora en Filología inglesa y profesora titular en la Universidad de Murcia. También ha impartido cursos en universidades norteamericanas.
“
El tiempo entre costuras” ha sido todo un éxito. La novela del año. Cuando escribo lleva 39 semanas en las listas de libros más vendidos, casi siempre ocupando el puesto número uno.
La primera edición se publicó en junio de 2009. Cuatro meses después se lanzó la quinta edición, y continúa reimprimiéndose. Aunque con esto de las ediciones hay que andar con cuidado. La técnica moderna de impresión permite una edición de mil ejemplares, de quinientos o de cincuenta.
Esta es la historia que cuenta Lola Dueñas: Una joven modista de Madrid, hija de madre soltera, recibe una carta del padre al que no conocía. Quería saber de su hija, abrazarla. Madre e hija se presentan en la oficina. El encuentro entre la madre embarazada y abandonada por el señorito de la casa donde había trabajado no dispara alegrías, pero allí la protagonista es la hija, Sira Quiroga.
Gonzalo Alvarado, el padre, ingeniero, dueño de una fundición con doscientos trabajadores, intuye que no le quedan muchos años de vida, aunque vuelve a aparecer en el último capítulo de la novela, y quiere distribuir la herencia entre sus tres hijos equitativamente. Entrega a Sira 150.000 pesetas de entonces y valiosas joyas que habían pertenecido a su madre. Alude al clima de inseguridad que se vivía en aquellos meses previos a la guerra civil española y aconseja a las dos mujeres que se instalen en Marruecos. “El protectorado es un buen sitio para vivir –dice-. Un sitio tranquilo donde, desde el final de la guerra con los moros, nunca pasa nada. Empezad una nueva vida lejos de este país enloquecido, porque el día menos pensado va a estallar algo tremendo y aquí no va a quedar nadie vivo”.
Sira se enamora locamente, perdidamente de un apuesto oportunista cazadotes, Ramiro Arribas, quince años mayor que ella. Deja a su novio de siempre, Ignacio, y con su nuevo amor se instala en Tánger. Pensando en aquellos momentos, Sira recuerda: “Hubo horas de amor amontonado en la habitación del Hotel Continental. Salidas constantes, vida en la calle de día y de noche…Horas interminables entre extraños que discutían sobre lugares y asuntos que yo aun desconocía: concesiones, nazismos, Polonia, bolcheviques, visados, extradiciones, apuestas, alardes, oscuras transacciones, mentiras….”.
Una mañana a Sira se le cae el mundo encima. Acude a la consulta de un médico que le confirma el embarazo, regresa al hotel con la alegría bañándole todo el cuerpo. Ramiro no estaba. En la mesilla de noche había dejado una carta en la que, entre otras cosas, le decía: “Cuando leas estas líneas yo ya no estaré cerca, habré emprendido un nuevo rumbo… Me he tomado la libertad de coger prestado el dinero y las joyas de tu padre.…”.
En el hotel había dejado sin pagar una elevada factura. Sira escapa portando una maleta con las cosas más necesarias. Un autobús la lleva a Tetuán. En el trayecto aborta. En la capital del protectorado la acoge Candelaria la matutera, dueña de una humilde pensión. Candelaria la tiene como si fuera hija propia, descubre su habilidad para la costura y se las arregla para alquilar un piso céntrico y montar un taller de alta costura. Las clientas acuden casi de inmediato. Entre ellas está Rosalinda Fox, una joven inglesa de piel “tan clara y tan fina que parecía hecha del papel de envolver los encajes…”.
Rosalinda era amante del alto comisario de España en Marruecos, el coronel Juan Luis Beigbeder, hecho cierto, más tarde nombrado por Franco ministro de Asuntos Exteriores, cargo que llegó a ocupar por poco tiempo, desde agosto de 1939 a octubre de 1940.
Sira y Rosalinda se convierten en amigas íntimas. La segunda logra introducir a la primera en el servicio de espionaje inglés. Cuando los jefes máximos descubren las cualidades y los valores de Sira, la destinan a Madrid. Aquí llega con un nombre falso y pasaporte marroquí. Le instalan un taller de costura por el que pasan las mujeres más elegantes de Madrid, especialmente alemanas. En el taller todo lo hablan. Sira, que ahora se llama Aris Agoriera, pasa a los ingleses las informaciones que obtiene sobre los nazis.
Sus jefes la envían a Lisboa con una arriesgada misión, espiar a otro espía, hombre sin escrúpulos que maneja dinero y voluntades: Manuel Da Silva. En la capital de Portugal Sira se reencuentra con un supuesto periodista inglés al que había conocido en Tetuán, Marcus Logan, que resultó estar al servicio de la inteligencia militar británica, el M16. Sira pasa en Lisboa dos semanas y se dispone a tomar el tren para regresar a Madrid. Da Silva ha descubierto ya su verdadera personalidad y embarca en el mismo tren a dos de sus esbirros para que la maten.
Me reservo el desenlace final con el fin de mantener el interés y la expectativa de quien compre la novela.
Sólo diré que en
“El tiempo entre costuras”, escrita “en una prosa esplendida” que va de los talleres de alta costura al glamour de los grandes hoteles, pasando por las conspiraciones políticas y las oscuras misiones de los servicios secretos, hay toda una amalgama de tópicos bien hilados: amores frustrados, amores heroicos, amores traicionados, amores complacidos, Tánger, Tetuán, el protectorado español en Marruecos, lujos, miserias, guerra española, Franco, políticos, militares, guerra mundial, Alemania, Inglaterra, espionaje nazi, espionaje británico, misiones difíciles, gente vendida a ambos bandos, traiciones, delaciones, no le faltan ingredientes negros a la novela.
Hay desde luego, hechos, relatos, componendas que resultan poco creíbles. Pero se trata de una ficción, en la que todo cabe. Por lo demás, la técnica narrativa de María Dueñas estimula al lector a la consideración de los pequeños y grandes hechos que surgen a diario ante nosotros.
Como Alberto Camús diría, “
El tiempo entre costuras” no es una novela escrita al servicio de quienes hacen la historia, sino de quienes la padecen.
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