La obra entrevistaEs amplio el currículum de Samuel Escobar. Basta recordar que es doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid, catedrático emérito de Misionología en el Seminario Teológico Palmer de Pennsylvania, y profesor del Seminario Teológico de la UEBE en Madrid. Generaciones de teólogos se han nutrido de sus aportes teológicos. Su último libro es “Cómo comprender la misión” (Certeza Unida, 2008). Hemos querido conocer sus puntos de vista acerca de algunos temas de actualidad para el mundo evangélico.
Pregunta.- España ha sido un lugar meridiano en su vida; primero en sus estudios en la Universidad Complutense, y ahora, en su madurez, ofreciendo la experiencia adquirida en muchos años, muchos países, seguro entrañables para usted, muchas personas transitando por su vida… Ahora, afincado en Valencia. ¿Qué nos puede decir sobre España?
Respuesta.- Me esfuerzo por comprender este país rico en historia y esta sociedad tan plural y con tantas subculturas, cuya convivencia no es nada fácil. Disfruto de la España evangélica enriquecida hoy en día por la presencia de la migración y desafiada a cumplir su misión en tiempos nada fáciles. A ello quisiera contribuir con un granito de arena.
¿Evangelización o Acción Social? ¿Con cuál se quedaría? Si es que resulta posible decantarse sólo por una de ellas.
Es que es imposible separarlas. La evangelización supone una presencia, y la calidad de esa presencia supone, entre otras cosas, un servicio a las necesidades humanas.
En alguno de sus libros, usted ha dicho que los cambios sociales tan urgentes en América Latina vendrían por el cambio de individuos y de estructuras. ¿Podríamos extrapolar esta afirmación a una Europa donde se va percibiendo una crisis de valores aguda? Siendo así, ¿en qué sentido esto constituiría un reto al testimonio evangélico?
En América Latina la presencia de una comunidad evangélica en abierto crecimiento numérico ya ha tenido sus efectos transformadores. Sociólogos evangélicos y no evangélicos, hasta marxistas, han comprobado algunos de esos cambios, especialmente entre comunidades nativas, universos relativamente pequeños en los cuales es posible detectar y medir el cambio social. Un ejemplo interesante es el de la socióloga española Manuela Cantón Delgado, que se pasó una década en Guatemala estudiando el protestantismo popular y sus efectos sociales, y que ha resumido el resultado de su trabajo en su libro Bautizados en fuego (1998). Luego se pasó seis años con un equipo que investigó el impacto de la Iglesia Filadelfia en Andalucía y ofrece el resumen de su trabajo en el libro Gitanos Pentecostales (2004). Aunque sus trabajos son críticos manifiesta un gran respeto por las personas y movimientos que estudia, y detecta los cambios sociales innegables. El reto al testimonio evangélico es a no perder los aspectos transformadores del Evangelio que se predica y a mantener una cultura evangélica fiel al ejemplo de Jesús con su integridad moral y su espíritu de servicio hasta el sacrificio. Ello no es fácil en una sociedad donde la cristiandad declina y los intelectuales reaccionan a veces de manera violenta contra el viejo catolicismo formalista, sin vida espiritual y apegado al poder económico y político, como si eso fuera el cristianismo.
En la labor de la evangelización, que implica proclamación y conversión, ¿no nos estamos olvidando del discipulado, del seguimiento de los nuevos creyentes de manera que vayan ascendiendo en la carrera espiritual? Algunos necesitan mucho de esa nube de testigos de la que se habla en Hebreos 12.
Ha señalado Ud. una carencia notable que preocupa a quienes reflexionan sobre la realidad evangélica de hoy y la estudian. Lo que pasa es que, en este nuevo contexto social en que vivimos, hay que redefinir la naturaleza del discipulado y sus implicaciones y nosotros, tanto para ideas como para materiales educativos, hemos sido dependientes del evangelicalismo anglosajón. Ni siquiera tenemos bien explorada la memoria de la nube de testigos que nos ha precedido en España.
Usted estuvo junto con John Stott, René Padilla, Billy Graham, Michael Cassidy, Ramez Atallah, Ajith Fernando, entre otros, durante la elaboración del Pacto de Lausana allá por 1974, y también en 2007, cuando algunos de estos líderes se reunieron en Budapest para planificar el III Encuentro de Lausana, del que tanto se está hablando hoy. A grosso modo podemos decir que en aquel primer encuentro salieron con las maletas cargadas de buenas intenciones en cuanto a la Misión Integral, ésa que nos dejó Jesús, con las ganas de mirar los potenciales de las iglesias del Sur, un Reino de Dios que no implicaba sólo la salvación de las almas… ¿Hacia dónde estima usted que encaminarán sus reflexiones los líderes que se sienten a dialogar en Ciudad del Cabo el próximo octubre?
Hay que dar gracias a Dios de que las buenas intenciones que usted menciona en Lausana 1974 han dado su fruto en un avance de la evangelización, y en la multiplicación de redes de proyectos de servicio a las necesidades humanas. El mundo que tenemos por delante hoy es un mundo sin utopías ni sueños, por tanto desesperanzado, y al mismo tiempo un mundo consciente de la necesidad de principios éticos que permitan la sobrevivencia. Es un mundo de pluralismo religioso conflictivo, de migración intensa y extensa, de excesos tecnológicos y mitos como el fútbol o la vida alegre de los ídolos que los medios de comunicación promueven. Estos son algunos de los desafíos que se considerarán en Lausana III a la luz de las experiencias cristianas y la Palabra de Dios.
¿Esto significa que debe darse un nuevo diálogo evangélico global con espíritu crítico frente a lo que se ha venido desarrollando hasta hoy, capaz de reconocer errores, extraer lo bueno, aceptar nuevas perspectivas generadas a través de una lectura de la Biblia: leer con ojos nuevos…?
Usted lo ha dicho muy bien pero hay que tomar en cuenta que tanto reconocer errores como leer creativamente la Biblia, con ojos nuevos, no es nada fácil e incomoda a más de uno. En la buena tradición de Lausana el estudio bíblico es la primera actividad del día en el programa de Lausana III, y en este caso tendremos seis expositores de diferentes países, dos de ellos mujeres y relativamente jóvenes. Se considerará la Epístola a los Efesios y ya hay miles de personas, entre los participantes, preparándose por la lectura y estudio de la misma.
Muchos migrantes han llegado a España y se acercan a las iglesias buscando apoyo espiritual y material. ¿Cree que esto está poniendo a prueba la compasión cristiana, la práctica de la fe con los riesgos que ello implica?
Para mí ha sido motivo de gratitud a Dios ver como las iglesias evangélicas, en general, han respondido al desafío sin grandes polémicas. Pero no es nada fácil crecer en la calidad de la convivencia, la aceptación del otro, y ello presenta grandes y nuevos desafíos pastorales.
Los que llegan de otras latitudes traen consigo un bagaje de costumbres, formas de expresar la alabanza, doctrinas… que a veces pueden resultar “chocantes” a los autóctonos. Pero también vienen cargados de dinamismo, experiencias cristianas, nuevas estrategias de evangelizar… ¿Se requiere por la parte local de paciencia, tolerancia y sabiduría a la hora de facilitar su aprendizaje y adaptación a las formas nuevas a las que se enfrentan? ¿Debemos aprender a trabajar con su entusiasmo, pero con sabiduría? El capítulo 14 de Romanos es una pastoral de la receptividad, ¿cree que ya se está instalando en nuestras iglesias?
Usted ha descrito bien el desafío que tienen las iglesias por delante, y he podido ser testigo de varios casos de iglesias en España donde se está dando una colaboración fructífera entre españoles e inmigrantes. Creo que el espíritu de la receptividad que es una de las claves de lectura de la Epístola a los Romanos se está manifestando. Hay resistencias y hay fracasos, pero creo que estamos avanzando y tomando conciencia.
¿Constituye la migración una vía para que la iglesia evangélica se estrene o afiance en la Vida Pública?
Definitivamente creo que sí. Un dato interesante son las publicaciones de la Fundación Pluralismo y Convivencia sobre el papel de las religiones en la integración de los migrantes. He visto los libros sobre este tema dedicados a Cataluña, Madrid y Valencia, que digamos de paso, ofrecen descripciones bastante aceptables de las comunidades evangélicas y de lo que están haciendo.
Usted puede dar testimonio de la transformación que se ha dado en la vida de muchos estudiantes en distintas partes del mundo. Es más, usted es uno de los precursores y voy a citar muchos otros nombres como los de John Stott, John White, Pedro Arana, Stuart Park, David Burt, Rodolfo González (padre), Ruth Siemens, Jorge Atiencia, entre otros, en la tarea de crear y mantener el movimiento estudiantil tanto en América Latina como en Europa y el resto del mundo durante mucho tiempo (IFES, GBU, CIEEAL). ¿Se continúan removiendo los corazones en el interior de nuestras universidades a ese nivel?
Agradezco a Dios porque el movimiento estudiantil evangélico sigue avanzando. En países como México, Brasil, Perú se han visto avances notables. Durante el Congreso de Comibam en Granada (2006), me senté a comer un mediodía con un grupo de misioneros que trabajaban en Asia y África. Para sorpresa mía descubrí que seis de los ocho que allí estaban habían encontrado su vocación misionera en su grupo universitario evangélico. Mi hijo que trabaja en desarrollo económico con el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington, en sus viajes se encuentra siempre con directivos de ONGs evangélicas o no, que le cuentan que el desafío al servicio y los primeros pasos los dieron en la obra estudiantil. Y la gente joven es muy creativa en cuanto a medios de comunicar el Evangelio, como ese hermoso libro que combina pintura moderna y el texto de Eclesiastés, publicado por los GBU de España.
Al día de hoy, ¿cómo debemos comprender la Misión de la Iglesia en un mundo globalizado, con los valores cristianos a la baja, desbordados por el relativismo, el laissez faire y el laissez passer?
Con gran acierto dice el misionólogo español Ángel Bueno de la Fuente que España se debate hoy entre cristianismo y paganismo más bien que secularización. Yo creo que lo mismo pasa en otros países europeos y aun en América Latina. O sea que estamos en una situación similar a la de la iglesia del Nuevo Testamento cuando empezó su expansión en el mundo pagano. Hay que recuperar el talante y el estilo misionero de aquella época: su centralidad en Cristo, su confianza en que Dios está en acción en el mundo, su alegría y celebración entusiasta, su disciplina de vida. Hay que dejarse impulsar por el Espíritu Santo, una vez más.
Hablando de misión, ¿dónde encaja lo que se llama la contextualización?
En cada momento de la misión. Es cuestión de entender el contexto socio-cultural que nos rodea y responder a las preguntas que nos plantea desde el texto de la Palabra revelada. Por eso, cada generación forja sus propias respuestas, y las respuestas de otros contextos nos pueden ayudar pero no son suficientes.
¿Debe darse una nueva Reforma para que se pueda ver muchas más vidas transformadas?
Ya lo dijeron los reformadores del siglo dieciséis: ecclesia reformata semper reformanda est. Es decir, una iglesia que ya es reformada pero que siempre está abierta a un nuevo proceso de reforma continua.
Diego Thomson, primer agente de la Sociedad Bíblica Británica, fue uno de los pioneros en la labor de traducir el Nuevo Testamento a lenguas indígenas en América Latina; y muchos otros siguieron su estela en los dos últimos siglos. Pero pregunto, ¿se puede decir que ya quedan menos etnias que no hayan escuchado hablar del evangelio de Jesús y, por lo tanto, podemos bajar la guardia y dedicarnos a otros menesteres?
La Sociedad Bíblica informa que según la UNESCO se hablan unas 6.000 lenguas y dialectos en el mundo. Actualmente, se han alcanzado a 2.479 lenguas con alguna porción de la Biblia o toda ella. Se está trabajando en 700 lenguas más, pero es evidente que queda mucho camino por recorrer. No hemos de bajar la guardia.
Ya sé que este es un tema polémico, pero que nos atañe a todos los evangélicos: el de la financiación de la iglesia con recursos del Estado, ¿podría darnos una opinión personal?
Creo que las iglesias deben atender a su culto y ministerio con sus propios recursos, las ofrendas de sus fieles. Esto le da independencia frente al Estado y evita que la iglesia se haga instrumento del Estado. Acepto que para las tareas de servicio a la comunidad se utilice recursos de que el Estado dispone, y que son resultado de los impuestos que todos, incluidos los evangélicos, pagamos. Eso sí, hay que mantener claridad y transparencia en el proceso.
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