Todo el Evangelio, toda la Iglesia, todo el mundo (I)Como introducción a este artículo de Chris Wright comenzaremos recordando que, durante treinta y cinco años, una de las formas más sencillas de definir el movimiento evangélico ha sido referirse al Pacto de Lausana, que surgió del Congreso Internacional para la Evangelización del Mundo, celebrado en Lausana, Suiza, en 1974.
Convocado por Billy Graham y John Stott, el congreso reunió a 2.300 líderes de iglesias y misiones procedentes de 150 países, incluyendo un número sustancial de las entonces nacientes comunidades evangélicas de Africa, América Latina y Asia.
El Pacto se convirtió en la piedra angular de la historia evangélica, proclamando la necesidad de continuar la evangelización y la responsabilidad social, lo cual algunos desdeñaban considerándolo como un interés “liberal”.
El Movimiento de Lausana convocará el Tercer Congreso de Lausana en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, en Octubre de 2010. La mayoría de participantes procederán de las dos terceras partes del mundo, donde la fe evangélica está en apogeo. A partir de este momento las revistas y periódicos de todo el mundo publicarán varias series de artículos que denominamos la Conversación Global, que abordará los temas clave que debe confrontar la iglesia mientras se busca la manera de proclamar y mostrar el evangelio en toda su amplitud y profundidad históricas.
En este artículo de apertura, Christopher J. H. Wright reexamina una de las frases más influyentes del Pacto de Lausana: “toda la iglesia (llevando) todo el evangelio a todo el mundo”. Este artículo pone en claro que la evangelización es un asunto digno de tratar en la Conversación Global aunque, naturalmente, es una tarea inacabada.
TODO EL EVANGELIO, TODA LA IGLESIA, TODO EL MUNDO
Christopher J. H. Wright
Llevar el evangelio hasta los confines de la tierra, en obediencia a la Gran Comisión, es un imperativo ineludible. Una definición de la evangelización mundial que ha ganado el consentimiento de los cristianos de todas partes es el memorable resumen del Pacto de Lausana, diseñado en gran parte por John Stott y confirmado por el Congreso de Lausana sobre la Evangelización Mundial en 1974: “La evangelización requiere que toda la iglesia lleve todo el evangelio a todo el mundo”.
Los tres “todos” personificados en esta sonora frase han formado parte del discurso cristiano mucho antes de que John Stott diseñara el Pacto de Lausana. Ciertamente, podríamos decir que se remontan al Apóstol Pablo e incluso al mismo patriarca Abraham, pero dentro de nuestra propia memoria, una asombrosa afirmación del teólogo holandés Willem Adolph Visser´t Hooft en 1961 confirma este punto:
El mandato de ser testigos de Cristo se da a cada miembro de su Iglesia. Es una comisión dada a toda la Iglesia, llevar todo el evangelio a todo el mundo. Cuando la Iglesia reconoce que existe para el mundo, surge una apasionada convicción de que las bendiciones del Evangelio de Cristo deben llevarse a cada tierra y a cada hombre y mujer.
El enfoque de Visser´t Hooft de los tres “todos” también sirve para recordar que podemos subestimar el alcance de la misión del evangelio, ya que parece que utiliza la palabra “todo” esencialmente en un sentido cuantitativo. Toda la iglesia para Visser´t Hooft significa cada miembro. Todo el mundo significa cada hombre y mujer. Todo el evangelio significa todas las bendiciones del evangelio.
Esto es seguramente mejor que como lo consideran algunos misioneros: algunas bendiciones del evangelio para algún pueblo en algunas partes del mundo. Pero estos tres “todos” tienen algo más sustancial, o sea, implicaciones cualitativas dignas de una Conversación Global.
“TODO EL EVANGELIO”
La frase “todo el evangelio” sugiere que puede haber varias versiones del evangelio que son inferiores al todo; son parciales, deficientes e inferiores a la plenitud bíblica.
Primero, debemos dar todo el peso que requieren a las realidades espirituales del pecado y del mal, y debemos proclamar evangelísticamente las glorias de la consecución redentora de Dios en la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret.
No habría evangelio sin la cruz. Ciertamente todas las bendiciones del evangelio se derivan de ella, desde la salvación personal mediante la muerte de Cristo en nuestro lugar hasta la reconciliación de toda la creación. La cruz está en el corazón del Movimiento de Lausana, y el tema sobre el que girará el Congreso de Ciudad del Cabo es “Dios en Cristo, reconciliando el mundo a sí mismo”.
Todo el evangelio debe ser diseñado a partir de toda la Biblia. Así que también tenemos que preguntar cómo se relacionan las dimensiones sociales, económicas y políticas del Antiguo Testamento con la misión cristiana. Durante siglos el Dios de la Biblia reveló su interés apasionado por los temas sociales: tiranía política, explotación económica, corrupción judicial, el sufrimiento de los pobres y los oprimidos, las perversiones de la brutalidad y derramamiento de sangre y otros. Tan apasionado, realmente, que las leyes que Dios dio a sus profetas enviados iban dirigidas a estos temas más que a cualquier otro, excepto la idolatría (de hecho ellos consideraban estas cosas como manifestaciones de idolatría tangible). Mientras, los salmistas clamaban con regularidad, mediante canciones de protesta social y lamentos lo que tendemos a ocultar en nuestro actual culto cristiano.
Desgraciadamente, todavía se puede detectar un sutil (o quizás no tan sutil) mensaje de que en algún momento todo esto cambió en el salto de Malaquías a Mateo. ¿Es posible que tales cosas no reclamen más la atención de Dios o enciendan su ira? O, si lo hacen ¿ya no es nuestro problema?
La Iglesia primitiva condenó, en el siglo II, este mismo desdén por las Escrituras Hebreas que personificaba el hereje Marción. Éste hizo que su presunto Dios del Nuevo Testamento fuera casi irreconocible como el Señor, el Santo de Israel. Este supuesto Dios creado por Manción perdió las apasionadas prioridades de la Ley de Moisés, y ha desechado toda la carga de justicia que había puesto en sus profetas. Las implicaciones de este “Dios” para la misión son igualmente dramáticas. Puesto que, si los problemas de la sociedad humana no le conciernen a Dios, no tienen un lugar en la misión cristiana, o al menos son decididamente secundarios.
La misión de Dios, desde este punto de vista, es simplemente conseguir almas para el cielo, sin dirigirse a la sociedad en la tierra.
Encuentro que este punto de vista sobre Dios y la misión no es bíblico y francamente no creíble, si se toma toda la Biblia como la revelación digna de confianza de la identidad, carácter y misión del Dios vivo.
Las grandes verdades redentoras del Nuevo Testamento centradas en Cristo y en la cruz no anulan, sino que más bien
completan todo lo que el Antiguo Testamente ha revelado sobre los mandamientos de Dios para la totalidad de la vida humana, la implacable oposición de Dios a todos lo que oprimen, estropean y disminuyen el bienestar humano, y la definitiva misión de Dios de bendición a las naciones, destruyendo la maldad y redimiendo su entera creación, para la suprema gloria de Dios en Cristo.
El evangelio, como un todo, nos muestra el corazón de Dios hacia su mundo roto, sufriente y malvado. Ya que, al fin y al cabo la pérdida (social, cultural y económica) no pueden separarse de la espiritual, puesto que los seres humanos son un todo como personas. El Evangelio es para aquellos que mueren eternamente en sus pecados, pero también para afrontar las causas de muerte prematura en este mundo por hambre, enfermedad, guerra y violencia de toda clase. Para aquellos que están sin Cristo, sin Dios y sin esperanza en el mundo, pero también junto con esta situación espiritual desesperada, sufren toda clase de carencias: los sin tierra y sin hogar, los sin amor, los mutilados, los sin familia y los apátridas. Para la misma creación, frustrada en su supremo objetivo de dar gloria a su Creador, y gimiendo bajo la acometida de la codicia y la barbarie ecológica de las personas.
Como gentes que amamos y predicamos el evangelio debemos creer, vivir y comunicar todo lo que hace el evangelio, la asombrosa buena noticia que es. Espero que en la Conversación Global se expongan múltiples ejemplos de lo dicho.
La próxima semana finalizaremos este artículo analizando los dos últimos “todos” que faltan de la misión cristiana:
toda la Iglesia, todo el mundo.
Autor: Chris Wright, Director Internacional de la “Langham Partnership International” (Ministerios de John Stott en USA) y Presidente del “Lausana Theology Working Group”. Será el expositor bíblico de Fórum GBU 2009.
El movimiento Lausana entra en la recta final de su tercer encuentro (Lausana III, en Ciudad del Cabo, en octubre de 2010). Con este motivo, organiza un foro global por internet llamado
“Conversación Global de Lausana”. A través de blogs, forums de discusión y otras herramientas interactivas como Twitter y Facebook, la conversación global permitirá que se oigan las voces de todos. Por ello, este foro está abierto a todos los cristianos evangélicos del mundo entero, y servirá para debatir las cuestiones centrales que se debatirán en CP2010, incluyendo el contenido de este artículo.
Te recordamos la web de la
“Conversación Global de Lausana” ¡No dejes de participar!
Fuente: CT2020. Traducción: Jaume Tutusaus y Rosa Gubianas. Edición: ProtestanteDigital.com
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