A Eliseo Pérez Álvarez, con afecto
Entre las muchas maneras de plantear la universalidad de la Reforma Protestante, entendida como la capacidad de este movimiento de renovación religiosa para hacerse presente en diversos países y regiones que anhelaban un cambio en su comprensión y práctica de la fe cristiana, está la observación de los diversos ámbitos geográficos donde prendió y se desarrolló hasta alcanzar un rostro propio.
Algunas ciudades como Münster, Estrasburgo, Basilea, Zürich o Ginebra, se identificaban también por el nombre de los reformadores que estaban al frente del proceso. Lo mismo sucedía, aunque con variantes en otros países como Inglaterra, Escocia o Francia, con sus particularidades propias. La lista de nombres es impresionante: Lutero, Zwinglio, Calvino, Bucero, Capitón, Ecolampadio, Farel, Müntzer, Menno Simmons, y un larguísimo etcétera.
1. LOS CAMINOS DE LA REFORMA
Como explica Patrick Collinston en un capítulo de su libro
La Reforma, hubo varios polos o focos de expansión reformadora por toda Europa, lo cual deja constancia de lo que en realidad sucedió: la existencia simultánea de diversas reformas que coincidieron en el tiempo y que cambiarían el rostro religioso del viejo continente. Sus palabras son precisas:
Al principio todas las ciudades alemanas, y la Reforma fue un fenómeno que ocurrió principalmente en las ciudades, hicieron su propia ley, y cada predicador o panfletista era un reformador según lo que sus luces le dictaran. Hubo pautas de reformas diferentes en otras regiones con diferente cultura, especialmente Suiza, cuya irradiación englobó el sudoeste de Alemania hasta incluir a los alsacianos. Los llamados anabaptistas echaron a volar en varias direcciones, tan pronto como se vieron libres de las amarras de la ley y de sujeción a las autoridades”.(1)
Esta perspectiva maneja aspectos similares a los expuestos por Donald F. Durnbaugh, quien ha señalado las relaciones entre las reformas
magisterial (clásica u oficial: luterana, zwingliana, calvinista) y las Reformas
radicales, es decir, aquellos movimientos que, según expresión de Milan Opocensky no se llevaron a cabo dentro del esquema constantiniano de trato con los poderes terrenales, como lo hizo la magisterial.
Desde este punto de vista, la Primera Reforma es el conjunto de movimientos que sucedieron entre el siglo XII y el XV, del cual surgieron las iglesias Valdenses, la Unión de Hermanos, la Iglesia Morava y algunos grupos hussitas. La Reforma Radical (término popularizado por George Williams en su obra del mismo nombre), ligada a los grupos anabaptistas que dieron lugar a las llamadas Iglesias libres o “de creyentes”. Segunda Reforma es sinónimo de “Reforma Clásica”. La discusión de estos matices sirvió a Durnbaugh como preámbulo de la reconstrucción histórica de los contactos entre algunos dirigentes de estas reformas en el siglo XVI. (2) Así queda planteado definitivamente el carácter plural de la Reforma como un postulado relativamente nuevo para acercarse a este fenómeno religioso.
2. EL MURO DE LA REFORMA EN GINEBRA
En noviembre de 2002, se agregaron nuevos nombres al Muro de la Reforma Protestante en Ginebra, entre ellos el de Marie Dentière (1495-1561), nacida en Flandes, quien vivió en Ginebra y escribió la primera historia de la Reforma en dicha ciudad, además de un pequeño tratado de teología. Dentière ha sido descrita como “una teóloga de un sorprendentemente moderno, feminismo razonado”, por la pastora Isabelle Graessle, primera mujer moderadora de la Compañía de Pastores y Diáconos de la Iglesia Protestante de Ginebra, un puesto originalmente establecido por el reformador Juan Calvino.(3) Según Alfredo Abad, este acontecimiento representa “un hito importante en la valoración de la labor de las mujeres en el movimiento de la Reforma protestante, que aunque no fueron numerosas, fueron singulares”.(4)
El famoso Monumento Internacional de la Reforma, ubicado en el Parque Universitario de Ginebra, es un auténtico mural sobre la universalidad de este movimiento debido a los personajes que aparecen esculpidos allí. Francis Higman explica detalladamente en el folleto oficial todos los componentes del monumento. En primer lugar se refiere a su construcción, realizada con motivo del 400º aniversario del nacimiento de Calvino, entre 1909 y 1917. Fue diseñado por los arquitectos Alphonse Laverrière y Jean Taillens, y ejecutada por los escultores parisinos Paul Landowsky y Henri Bouchard. Fue financiado por contribuciones provenientes de varios países.
La figura más conocida es la del centro, donde se encuentran las efigies de Farel, Calvino, Beza y Knox, y en el fondo aparece el lema
Post tenebras lux (“Después de las tinieblas, la luz”). A ambos lados del bloque central se encuentran esculpidas algunas escenas históricas relevantes: la predicación de la Reforma en Ginebra (1534), la firma del Edicto de Nantes (abril de 1598), la declaración de independencia de los Países Bajos (1581), la recepción de refugiados franceses por parte del príncipe de Brandenburgo (1685-1686), la predicación de Knox en Escocia (1565), la llegada de los primeros colonos puritanos a Nueva Inglaterra (1620), la presentación de la Declaración Inglesa de Derechos a Guillermo y María de Orange (1689) y la obtención de libertad religiosa en la Dieta Húngara por parte de Stefan Bocksay (1606).
Cada escena está flanqueada por efigies de personajes que subrayan la expansión de los postulados de la Reforma y su aceptación en diferentes países. Ellos son: el almirante Gaspar de Coligny (1517-1572), líder de los hugonotes franceses; Guillermo el Taciturno (de Orange, 1533-1584), caudillo de la independencia holandesa; Federico-Guillermo, príncipe de Brandenburgo, Duque de Prusia (1620-1688); Roger Williams (1604-1683), fundador de la colonia de Massachussets (de donde sería expulsado) y Providence, adalid de la tolerancia; Oliver Cromwell (1599-1658), Lord Protector de las Islas Británicas y protector de la Reforma continental; y Bocksay (1556-1601), príncipe de Transilvania.
No faltará quien objete inclusión de estos personajes, con cierta razón, interpretándola como una rendición explícita a la participación de nobles y poderosos en la Reforma Magisterial, aunque precisamente dicho reconocimiento es un acto de justicia a la verdad histórica, cuestionable desde perspectivas más radicales por otras alas de la Reforma.
Finalmente, no podían faltar bloques dedicados a Lutero y Zwinglio, figuras fundamentales de la Reforma. Es así como un monumento erigido a principios del siglo XX rinde pleitesía al liderazgo y esfuerzo de hombres y mujeres que arriesgaron todo en la búsqueda de una genuina renovación eclesiástica. De ese modo, la universalidad de la Reforma encarnó en vidas concretas que tuvieron un objetivo común al servicio de Dios y de su Iglesia.
(1) Patrick Collinston, La Reforma. Trad. de J.A. Bravo. Barcelona, Destino, 2004 (Breve historia universal), p. 84.
(2) D.F. Durnbaugh, “The First and Radical Reformations and their relations with the Magisterial Reformation”, en Towards a renewed dialogue. The First and Second Reformations. Ginebra, Alianza Reformada Mundial, 1996 (Estudios de la Alianza Reforma Mundial, 30), pp. 8-29.
(3) Alfredo Abad Heras, “María Dentière: una mujer se suma al Muro de los Reformadores de Ginebra, Suiza”, en Cristianismo Protestante, Barcelona, núm. 29. Julio-Septiembre 2003, p. 13, www.iee-es.org/pdf/cp29.pdf. La segunda parte apareció en el núm 30. Cf. Manuel Quintero, “En las huellas de la Reforma”, en Nuevo Siglo, Quito, CLAI; año 6, núm. 10, octubre de 2006, p. 24. Pueden leerse más datos sobre Dentière en la página electrónica de la Société Internationale pour l'Étude des Femmes de l'Ancien Régime: www.siefar.org/DictionnaireSIEFAR/SFDennetieres.html
(4) Ibid, p. 12.
Si quieres comentar o