Aclarado. Lucía Etxebarría ya no sufre por amor. Luego queda implicado que en el pasado ha sufrido. Normal. El amor está tan unido al dolor como el calor al fuego.
La propia autora confiesa que en algunos momentos de su vida las flechas del amor la hirieron con fuerza: “He de aclarar desde el principio que yo no soy psiquiatra –dice-. Sólo me avalan mis muchas lecturas, mi conocimiento de las relaciones humanas y, sobre todo, el hecho de haber salido más o menos airosa de una serie encadenada de relaciones catastróficas en varias de las cuales bordeé con mucho la difusa frontera que separa a veces una relación difícil de un maltrato psicológico”.
Lucía Etxebarría no es psiquiatra. Queda constancia. Es escritora. La revista francesa LE FIGARÓ LITTERAIRE dijo de ella que “es la mejor escritora española de su generación”. Con el libro BEATRIZ Y LOS CUERPOS CELESTES ganó el Premio Nadal en 1998. Otra novela suya que se vendió mucho en España y en América Latina fue AMOR, CURIOSIDAD, PROZAC Y DUDAS. Un juego de palabras, de conceptos y de humanas experiencias combinado todo para decirnos que el amor es lo que nos permite ser comprendidos en profundidad. Es la sensación de que alguien te entiende como nadie puede entenderte.
Antes de entrar en batalla la autora advierte que YA NO SUFRO POR AMOR es un libro aspirina. Así como la aspirina sirve para aliviar un dolor, la lectura de este libro puede ser de ayuda a aquellos que atraviesan dificultades de pareja, que sienten que dan más de lo que reciben, que están al borde de una ruptura sentimental.
Para la novelista existe una regla de oro en la evaluación del amor. Diez mandamientos que deben observarse para lograr una relación más o menos feliz.
Enamorarse de alguien que sepa corresponder. La observación de este primer mandamiento puede ahorrar el 95 por ciento de las preocupaciones que puedan surgir en la relación.
Buscar a la pareja con la que se tengan cosas en común. Si las diferencias básicas son pequeñas, las probabilidades de tener conflictos en la vida en común podrán ser mínimas.
Conocer lo más a fondo posible al hombre o a la mujer con quien se planifique la vida en pareja. Es imposible conocer en cuestión de meses a la persona con la que se está saliendo. Requiere tiempo saber cómo es en realidad una persona.
Evitar caer en el aburrimiento. El aburrimiento mata a la pareja. Pasar las tardes de domingo mirando la tele por falta de temas de conversación, puede ser fatal.
Plantear claramente y desde el principio las reglas del juego. Ni mentir ni ocultar la verdad para quedar bien ante el otro. Decir lo que gusta y lo que no gusta, mostrarse claramente tal como se es.
Conocer algo del pasado. Personas con antecedentes poco confesables respecto a parejas anteriores pueden ser un serio problema al entablar una nueva relación.
No ceder constantemente en el terreno emocional a cambio de afecto. Por miedo a la ruptura no se ha de transigir en todo. Porque entonces la otra persona pedirá cada vez más, llegando al chantaje.
No construir una relación sobre los cimientos de la sumisión o la admiración ciega. Puede conducir a la perdida de la autoestima.
Encontrar a la pareja en quien se pueda confiar y tener apoyo. Lograr una intimidad que llegue a ser satisfactoria y emocionante.
Una relación nunca debe estar basada en el sufrimiento o la dependencia. Todos merecemos ser felices y la felicidad se ha de construir en pareja, con el esfuerzo de los dos.
A estas alturas del libro me pregunto cuántas reglas de oro se habrán escrito desde Platón a nuestros días aconsejando cómo enamorarse y cómo evitar el sufrimiento en el amor. Y, sin embargo, las parejas se rompen hoy más que nunca y el amor sigue siendo la enfermedad que más hace sufrir a mujeres y hombres.
“Si no eres feliz en una relación es que ya no te vale. Y punto”. Así de claro pontifica la autora. Pero no es tan fácil. Nunca es más fuerte el amor que al comprender que va hacia quien le hará sufrir. Este era el consejo del poeta francés Musset: “Después de haber sufrido, debemos sufrir más todavía. Debemos seguir amando después de haber amado”.
Lucía Etxebarría ha escrito un libro encantador. Con relatos autobiográficos y un gran sentido del humor, emprende un recorrido personal y literario por las penas y los dolores del amor.
Pero, como decía Goethe, los enamorados no tienen ni vista ni olfato. Seguiremos amando en el dolor o en la felicidad. Continuaremos equivocándonos a la hora de elegir pareja y de compartir los sentimientos. Porque el amor es todo eso. Amar tiene sus penas, pero también sus dulzuras. En ese compendio de sabiduría oriental que es LAS MIL Y UNA NOCHES, su autor escribió, tal vez para que lo leyera Lucía Etxebarría, esta frase verdadera: “Quien no llegó a sufrir las heridas del amor no puede saber los deleitosos tormentos que proporciona”.
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