El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
No creo que hoy falten plataformas en el mundo evangélico para predicar sobre justicia social; creo que faltan testimonios de vida.
Hoy recuperamos un reportaje publicado en agosto del 2013, en el que abordamos un tema que es para todos los tiempos.
Con eso de que no somos del mundo, olvidamos que vivimos en sociedad, con derechos, obligaciones, y regidos por leyes comunes. Hay temas sociales, políticos, económicos, culturales, que nos afectan, a veces mucho.
Si los cristianos queremos que dejen de considerarnos un residuo del catolicismo, tenemos que tirar ese muro que durante décadas hemos formado para distanciarnos “del mundo”. Esa actitud es de lo mejor que podemos legar a la gente que empieza
En los 66 libros de la Sagrada Escritura hay más preocupación social, más interés por los pobres que en todos los escritos de Marx, incluyendo El Capital y El manifiesto del partido comunista.
Muchas iglesias se decantan más por la denuncia de ciertas manifestaciones de inmoralidad sexual, dejando a un lado otros males iguales o más graves que incluso penetran en nuestra forma de vida como cristianos.
Cerca de 600 estudiantes cristianos, distribuidos por toda España, están dando testimonio entre sus compañeros.
La Reforma abrió el mundo a conceptos nuevos de libertad, respeto y dignidad del hombre.
El abrazo del olvido quiere tapar; el abrazo del rescate quiere sacar a la luz. Gratitud para todos los que abrazan la verdad.
Me maravilla la capacidad de Jacqueline Alencar para reunir a un grupo de valiosos escritores en torno a su revista.
Para mí el desafío es el equilibrio: no somos del mundo, pero somos enviados al mundo; y hay mucha tradición evangélica y zona de comodidad de la que debemos desprendernos para ir, y acercarnos a donde nuestra sociedad realmente está.
Semana a semana he ido entendiendo que algunos estamos y existimos para dar a conocer lo que otros llevan a cabo.
Algunos saben aprovechar la Libertad religiosa y el bienestar, mientras otros dormitan.
“Todos formamos parte de un vecindario o barrio, todos podemos ser misioneros allí donde estamos, haciendo real la Palabra de Dios en nuestras vidas, de una manera práctica”.
Es más fácil que se dé apoyo a artes más visuales o “útiles” como aquellas relacionadas con la música, ya que en casi todas las iglesias locales se precisa de personas para tocar o cantar.
A los jóvenes los animo a luchar por sus sueños, a no desalentarse frente a las dificultades; teniendo la fe como bandera y escudo, reconociendo que estamos llamados a la excelencia.
Nadie va a escuchar nuestras denuncias de esos abusos si no escuchan también nuestra confesión y arrepentimiento de nuestras propias injusticias y abusos.
“No podemos guardar silencio ante un problema que puede afectar mucho a las ovejas que Dios nos da a pastorear”, dice el psiquiatra.
Cuando pones los dones que Dios te ha regalado a su servicio no lo ves como una obligación, sino como un verdadero placer; sobre todo cuando trabajas en equipo con gente que comparte la misma visión.
Me alegra ver cómo los evangélicos españoles están expresando su opinión en la vida pública y se están involucrando para ayudar a aquellos atrapados en la explotación sexual, o su lucha para establecer y mantener sus lugares de culto.
La misión se ejerce en lo cotidiano, necesitamos recuperar la centralidad del Evangelio y el corazón misional de la iglesia.
La visión protestante de lo social ha sido siempre más abierta a lo democrático y menos elitista y más cercana a la visión bíblica.
Pienso que nosotros, que somos la iglesia, deberíamos tener esa capacidad para estar con las personas donde éstas estén, como hizo Jesús.
En todas las carreras que presenciamos, los corredores aumentan la marcha ante los aplausos y ovaciones del público que encuentran en cada tramo.
Los temas que preocupan a la sociedad, también deberían inquietarnos porque somos parte de ella; somos llamados a ser levadura, sal, luz, las manos y el corazón de Dios, para hacer visible Su invisible reino en la tierra.
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