El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las principales evidencias bíblicas de la resurrección de Jesús demuestran la falsedad de todas las teorías naturalistas inventadas por los escépticos a lo largo de la historia.
Los creyentes se identificaban entre sí, durante el segundo siglo, dibujando en el suelo o en las paredes de las catacumbas en Roma la figura simple del pez.
La Biblia presenta a un único Dios, frente al politeísmo primitivo mesopotámico, y afirma que el mundo tuvo un principio, en contra de la idea de eternidad de la materia acuosa que tenía esta religión.
El perro es citado en la Biblia una cuarentena de veces, casi siempre como ejemplo de actitudes negativas.
Durante el último siglo, la arqueología no ha desmentido al texto bíblico sino todo lo contrario, ha venido añadiendo más y más de estos “puntos cruciales” a la fiabilidad de la Biblia.
La “falsa oruga del rosal” es una especie de avispa, cuyas larvas se alimentan de las hojas de diversas especies de rosales.
Frente a tanta pluralidad ideológica y tanta creencia vana, debamos conocer bien en qué creemos los cristianos y por qué lo creemos.
¿No es lógico pensar que nuestras mentes finitas evidencian la existencia de una mente superior que las creó?
En la Biblia, las perlas son símbolo de cosas valiosas que merece la pena conservar pero, a la vez, se enseña que existen características humanas más importantes.
Después de casi cincuenta años de manipulación genética, parece que el riesgo no es tan grande como antes se pensaba.
La palabra que se usa para perdíz significa literalmente “el que llama”, aludiendo a su canto, y se menciona sólo dos veces en la Biblia (1 S. 26:20 y Jer. 17:11).
Desde los supercúmulos de galaxias hasta la propia Tierra, todo evidencia cuidado y protección hacia la especie humana.
Si se compara el texto completo del ADN humano con el del simio, los parecidos son notablemente inferiores. De entrada, ni siquiera tenemos el mismo número de cromosomas.
Los pelícanos han sido objeto de una profunda simbología espiritual ya que se les ha relacionado con el amor materno, la solidaridad y la caridad cristiana.
Los divulgadores y la gente común continúan creyendo y enseñando principios, por medio de los libros de texto, que fueron descartados hace ya tiempo por los expertos en evolución.
El poeta chileno Luis Cruz Villalobos acaba de publicar su poemario ‘Texto y Tormenta’.
Los bellos ocelos policromos de la cola del pavo real simbolizaban, para los antiguos, el ojo de Dios que todo lo ve.
Al abandonar la idea de un creador sabio, providente y misericordioso, la ciencia se ha vuelto impersonal, inhumana, injusta y se ha convertido a su vez en un auténtico ídolo.
La mesa del rey Salomón estaba surtida de abundantes manjares excelentes, entre los figuraban los patos engordados.
Todo reside en el hecho de un Dios crucificado, que Aquel que recibió el castigo reservado para los peores criminales, la crucifixión, sea Dios mismo.
Ni la vida ni los ecosistemas naturales existirían sin esta extraordinaria reacción química que viene ocurriendo silenciosamente desde los orígenes.
En el salmo 23, Dios, como un buen pastor, dirige a su rebaño hacia praderas verdes regadas por abundante agua.
No existen tantas evidencias de la evolución como la gente suele creer. El creador podría haberlo hecho todo a partir de la nada repentinamente, o bien por medio de la creación de tipos básicos de organismos que poco a poco se diversificaran por microevolución.
Los griegos empezaron a llamar “biblía” a los rollos de papiro y de ahí viene el nombre de las Sagradas Escrituras.
¿Acaso el raciocinio humano no puede ir de la mano de la esperanza teísta?
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