El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Esta admirable mujer, fuerte y obstinada, se empeñó en dirigir una historia de torturas a dos inocentes por la Guardia Civil de principios del siglo pasado.
Me reconforta saber que en medio de todo y por encima de ello, existe un Dios, un Dios con mayúsculas.
Hoy, el umbral de mi alma se abre de par en par. Me inclino ante mi Señor con la reverencia que su persona merece.
La verdad permanece, transforma, libera, nos hace sentir seguros y saber que tenemos algo a lo que aferrarnos.
Son muchas las ocasiones en las que el Señor nos pone a prueba. Nos vemos enredados en situaciones que nos producen mucho dolor y nos cuesta tomar una decisión correcta.
Hay ocasiones en las que el Señor, por alguna razón nos mete en el horno de fuego ardiendo y ¡calentado siete veces!
Montada en la barca recibo el azote salado del mar y mientras el viento golpea mi rostro, evoco los instantes maravillosos en los que tú has traído a mi vida inusitada alegría.
Habiendo navegado por los mares de casi todo tipo de discusiones bíblicas de altura y de bajura en todos estos años, prefiero quedarme con la Sola Escritura.
Conforme va pasando el tiempo, disfrutamos más de la lealtad de Dios, y esa misma lealtad se convierte en una de nuestras características.
En la antesala de lo porvenir has de aguardar con premura el sobresalto, el cambio, el haz luminoso que hará resplandecer lo que la noche oscureció y las tinieblas desean perpetuar.
Hay tormentas que azotan a la vida de cualquier persona que pueden llegar a ser tan impresionantes como la sucedida en el mar donde se encontraban Jesús y sus discípulos; pero en ese mar él demostró su poder.
Cada uno conoce su vida, sus circunstancias, en qué momento ha conocido al Señor; y la vida pasa y sucede con sus alegrías y tristezas, bendiciones siempre.
La mirada de Jesús sigue siendo transformadora. Él detiene su paso, mira la necesidad, atiende al desamparado.
Cuando paso por momentos difíciles, miro a mi Cristo, intento callar y dejo que mi Dios sea quien me defienda.
Anhelo ver con claridad lo que a menudo permanece entre brumas, una visión que solo se adquiere cuando uno es tratado de forma personal en el taller de Dios.
No es fácil el trabajo del alfarero divino en nuestras vidas, ni tomar decisiones firmes delante de él; pero os aseguro que es lo más precioso que nos puede ocurrir.
Sé que llevas el control, que todo cuanto haces o eludes es producto de tu santa voluntad.
En cuantas ocasiones el poderoso, potente y dulce brazo de Dios, no solo fue con Abraham, Moisés, Elías, Pablo, sino también contigo y conmigo.
Dios siempre nos acompaña. Desde que le recibimos en nuestra vida, nada ni nadie puede separarnos de Él, y esa es una promesa que no se plasma solo en la eternidad.
Me resulta eficaz la amistad que me une a Dios, y no quiero que se entienda que le trato como si fuese un talismán. Hablo de confianza.
La historia de Acaz, que es el rey de Judá, y su truncado sueño de alianza con el gran monarca asirio Tiglat-pileser, es bien instructiva en cuanto a la confianza que resulta ser un quebradero de cabeza.
La Biblia tiene mucho que decir sobre la confianza, estableciendo una distinción entre las falsas fuentes de confianza y la verdadera fuente de confianza.
“El Salmo 135 es un cántico de la comunidad que adora y alaba. Pero lo más característico del salmo es el claro contraste: Yahvé ha demostrado en grandes hazañas su poder y su gracia”.
Cuando vivimos cara a cara con Dios nos encontramos a nosotros mismos, porque fue Él quién nos diseñó de una manera determinada.
El dolor inmerecido de Jesús fue el que transformó la historia. Su muerte nos dio vida a nosotros.
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