El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En nuestros momentos más difíciles las lágrimas nublan nuestros ojos de tal manera, que casi se nos olvida que el Señor sigue a nuestro lado.
Cuántos santos en la antigüedad y en la actualidad han sufrido y sufren duras pruebas en la salud, en sus familias, en la economía y en la persecución y se han mantenido fieles al Señor.
Somos mucho menos racionales de lo que nos gustaría pensar.
Son muchas las ocasiones en las que el Señor nos pone a prueba. Nos vemos enredados en situaciones que nos producen mucho dolor y nos cuesta tomar una decisión correcta.
Hay ocasiones en las que el Señor, por alguna razón nos mete en el horno de fuego ardiendo y ¡calentado siete veces!
Hay tormentas que azotan a la vida de cualquier persona que pueden llegar a ser tan impresionantes como la sucedida en el mar donde se encontraban Jesús y sus discípulos; pero en ese mar él demostró su poder.
Le sometió a toda suerte de pruebas, mientras observaba sus reacciones por ver si procedían de un buen corazón cristiano.
Cuando paso por momentos difíciles, miro a mi Cristo, intento callar y dejo que mi Dios sea quien me defienda.
Meditando sobre enriquecimiento espiritual a través de un personaje poco conocido: el joven que huyó desnudo allí en Getsemaní.
No se trata de estar en un pánico constante, ni en una sobrevigilancia obsesiva, pero sí de estar atentos, velar y seguir teniendo presente lo frágiles que somos.
Estas circunstancias nos hacen reconsiderar nuestro camino y desafía nuestro orgullo.
Empezamos 2020 con ilusión, pero también con incertidumbres. La presencia de Dios en nuestra vida no garantiza que todo sea “verdes prados y delicados pastos”.
Al valorar el aporte que aquel sufrimiento trajo, lo hacemos “a toro pasado”, una vez transitado el camino porque, mientras estábamos en él, todo parecía un absoluto sinsentido.
Si nos obligamos a eliminar esa gran roca que estorba podremos abandonar la cueva donde estamos cautivos y así sentir el gozo de la verdadera libertad.
Los golpes no siempre se pueden esquivar. Hay que tener mucha voluntad para remontar y superar situaciones difíciles de soportar.
En un momento de terrible persecución, esta carta nos indica que el sufrimiento tiene fruto.
Existe un sol que puede brillar sobre nuestra existencia comunicando con su luz también calor y guía. Se trata de Dios.
¿Por qué no se dirige al Señor para abrirle su corazón y suplicarle que lo alivie en su dolor? Puede que acabe llorando, pero, a buen seguro, no se arrepentirá.
El himno está dedicado a cantar a ese Amor que no dejará a los que son Suyos.
En el amor no puede haber deseos de sufrimiento y él te ama con locura, te sostiene.
Aquel que conoce a Jesús no debe dejarse anegar por un panorama que puede resultar deprimente.
El valor de todo lo que llegó a ser este genio de la humanidad, creo que lo tiene en un muy alto nivel su propia madre.
Huye del falso evangelio de la prosperidad; que promete un camino al cielo sin pasar por la Cruz, que te lleva a buscar a Jesucristo con una motivación egoísta y equivocada.
Él no sólo llevó nuestro dolor en la cruz sino que además nos sigue instando a dirigirnos a Dios en oración para que nos ayude.
Cuando llegan las pruebas, siempre cabe la posibilidad de refugiarse, cubrirse, esconderse en Dios.
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