El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Más de dos millones de ucranianos han salido ya de su país. La entidad evangélica Diaconía ofrece ayuda para coordinar la atención a refugiados que están llegando a España.
También ha donado dos millones y medio de dólares para ayudar a los refugiados ucranianos, judíos y no judíos.
Mientras el conflicto en Ucrania se recrudece, con ataques que cada vez afectan a más población civil, se hace especialmente necesario pensar en la paz.
El historiador ruso Andrey Zubov dice: “Putin dice ‘Rusia quiere esto’ o ‘Rusia exige aquello’. No, son Putin y el Kremlin los que hacen demandas, no Rusia ni los rusos”.
Las iglesias nacionales pertenecientes a los distintos patriarcados existentes han reaccionado de forma diversa a la guerra. En Rusia, 300 sacerdotes ortodoxos han pedido el fin de la confrontación.
Más de dos millones de personas han salido del país desde el inicio de la guerra, según ha informado ACNUR.
Ruslan Maliuta, misionero ucraniano que sirve en One Hope y la Alianza Evangélica Mundial, explica cómo están viviendo la guerra las familias, tanto aquellas que siguen en el país como quienes han podido salir.
Alzamos nuestras voces al unísono para interceder por quienes sufren. Pedimos al Padre que doblegue los corazones duros y los vuelva sensibles.
El encuentro, organizado por el Consell Evangèlic de Catalunya, ha reunido a iglesias locales y a los representantes de la comunidad evangélica ucraniana en la ciudad.
Orar y ayudar está en nuestra tónica, que va muchísimo más allá de la ayuda humanitaria; porque entra en juego el poder del gran Dios bendito de nuestras vidas, un Dios que ama, que murió en una cruz para poder salvarnos.
Lo que las guerras matan en las personas es más que solo cuerpos. Las guerras matan a los muertos y a los vivos en vida.
“Necesitamos arrepentirnos por lo que hemos hecho, primero ante Dios y luego ante el pueblo de Ucrania”, escriben los pastores en una carta abierta.
Andrey Tyschchenko es el pastor de una iglesia evangélica en Járkov, una de las ciudades más castigadas por el ataque de Rusia. Ahora se encuentra refugiado en Polonia con su familia.
La guerra en Ucrania lleva a millones de personas a huir hacia los países vecinos. Conversamos con Francisca Capa, presidenta de Alianza Solidaria, sobre los retos humanitarios que se presentan ante una situación tan extrema.
Organizaciones, iglesias y entidades desde España comienzan a enviar ayuda de primera necesidad a Ucrania y a los países de acogida.
En Rusia, los cristianos evangélicos piden a Vladimir Putin que busque una negociación para “encontrar una solución pacífica”.
Tanya Pinchuk, una periodista evangélica que vive en Kiev, nos cuenta cómo están viviendo la invasión. La mayor ayuda que pueden recibir, dice, es “orar” y “no guardar silencio” sobre lo que están sufriendo.
Si bien las sanciones apuntan a afectar el bienestar material de Putin, apenas afectan el “fervor espiritual” que impulsa su ambición por la cual parece dispuesto a sacrificar las vidas de sus vecinos rusos y ucranianos.
El desarme es uno de los mayores imperativos éticos en el mundo hoy, frente a la muerte de niños, mujeres y ancianos desvalidos e inocentes.
Mientras el ejército ruso alcanza la capital del país, Kiev, unos 100.000 ucranianos han huido de sus casas, según las primeras estimaciones de ACNUR. De ellos, miles han cruzado la frontera nacional.
Dijo Martin Luther King: “Una guerra mundial solo dejaría un rescoldo bajo la ceniza, testimonio mudo de una especie humana cuyo desvarío le llevó a una muerte prematura”.
Los evangélicos reaccionan a la invasión rusa preparando sus iglesias para brindar ayuda, llamando a la paz y a orar con intensidad.
Nuestra idea de poder es algo visceral. Está ligada a una cosmovisión en la que la huella del pecado es ineludible.
“La invasión es injustificada”, expresa la entidad evangélica en una declaración en la que hacen un llamamiento “a orar por quienes sufren” y por “quienes tienen el poder de detener la guerra y una paz duradera”. FEREDE anima a los cristianos a no dejar de orar “para que las acciones militares se detengan de inmediato”.
La iglesia mundial puede redefinir su compromiso con los conflictos y asumir un papel de liderazgo en el mandato de la reconciliación. Un artículo de Daniel Munayer.
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