El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
España no es un país laicista, es decir, aquel que saca fuera de la esfera y protección pública al fenómeno religioso equiparándolo a un movimiento ciudadano más, sino que lo ampara y se obliga constitucionalmente a cooperar con él.
La humanidad se ha vuelto sorda ante los dolores y clamores del desvalido. Hemos llegado a ser peores que los animales irracionales. El egoísmo y la confusión lo invaden todo. En esta ceremonia de locura sólo tenemos un camino claro: eperar a Godot.
Es preciso que desaparezca esa vergüenza de que en un país que se dice cristiano, y donde los 9.999 por cada 10.000 no han leído el Evangelio, sirva éste todavía para que lo recorten en pedacitos, los cierren en unas bolsitas bordadas por monjas, y llenas de lentejuelas y las cuelguen del cuello de los niños a guisa de amuleto.
No estamos autorizados por la Biblia a vivir nuestra propia identidad de forma excluyente, más aún, cuando estamos excluyendo a personas sufrientes y, en muchos casos, empobrecidas por las ansias consumistas de las que no está ajena nuestra propia patria.
Estamos pues, ante un manual de lectura urgente ante los diferentes brotes de escatologismo irresponsable y ajeno a la esperanza proclamada por las propias Escrituras.
Llamo con urgencia para redefinir la misión de la Iglesia Cristiana en un mundo predominantemente pobre, despojado, empobrecido.
‘Christ Collaborative’ demuestra que las iglesias evangélicas jugaron un papel importante en medio del desastre y ahora están participando en la reconstrucción.
La denuncia era un mecanismo similar al sistema procesal actual. Pero el resto del proceso, aunque con visos de legalidad, posee cualidades arbitrarias y subjetivas.
Sus conclusiones, como no podía ser de otra manera, apuntan a lo que han desarrollado muchos exegetas posteriores: una sana comprensión del Apocalipsis encaminada hacia el fortalecimiento de una fe cristiana bien situada ante las diversas coyunturas socio-políticas.
Quizás, seamos nosotros los que podamos decir al mundo: ¡Andad sobre las aguas! Sí. Porque alguien que es real, poderoso y bueno, nos invita.
Elisa tiene la “desgracia” de haber nacido en un país de América Latina y de haber llegado a este país con sus padres indocumentados cuando tenía pocos años de vida.
Su orientación pastoral presidía, sin fisuras, la perspectiva del pensador evangélico.
Una reflexión bíblico-teológica sobre la acción divina y la experiencia carismática como elemento que disipa todo estereotipo marginal.
Recordemos: Amor a Dios y al prójimo están en relación de semejanza.
Este sistema hacía de toda persona un agente inquisitorial, dispuesto a denunciar a todo vecino, familiar o amigo por el más mínimo acto sospechoso. A su vez, infundía un tremendo temor a que cualquier palabra o acto propio sospechoso, pudiera acabar con el sometimiento a un terrible proceso inquisitorial.
Las iglesias siguen creciendo, pero se dan cuenta que necesitan responder a un mundo muy diferente al que dio vida a su movmiento.
Su enfoque es altamente crítico, en el mejor sentido, y quien lo lee y aprecia puede decir que a través de él traspone el umbral de la ingenuidad bíblica para hacerse presente en el ámbito de la hermenéutica más amplia y efectiva: crítica y profética, analítica y pastoral.
La forma de hacernos cada vez más semejantes a Dios, es hacernos manos tendidas de ayuda al prójimo apaleado y tirado al lado del camino. Por nuestra experiencia en el trabajo de Misión Urbana, a Dios se le encuentra de forma muy real al lado de sus criaturas.
Las preguntas que formula la teología no tienen otro fin que procurar que las iglesias examinen su fidelidad al Evangelio que predican y la fe que dicen representar.
De alguna manera, en los temas proféticos, en Jesús y en gran parte del pensamiento bíblico, el culto no es posible ni agradable a Dios si antes no estamos en líneas de práctica de justicia y de misericordia con el prójimo.
Dondequiera que haya un corazón cerrado, ahí está el Cristo que toca y pide entrada.
En el XVI se impedía obtener cualquier grado académico a todo hijo o nieto de condenado por la Inquisición.
Entre la mente de Dios y la mente del hombre existirá siempre esa abismal distancia teórica que hay entre el cielo y la tierra de la que habla el profeta Isaías. Los caminos de Dios no son los caminos del hombre. Ni los ojos de Dios son los ojos del hombre.
Copleston dice a Russell que si cree en la experiencia de enamorarse o de apreciar la poesía y el arte, con qué derecho niega la posibilidad de la experiencia religiosa personal.
Jesús no es el profeta de aquellos que, con sus tumbas para sepultar en ellas talentos hacen que aumenten los desequilibrios, los sufrimientos y los desiguales repartos.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.