El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Es posible deducir del sermón del monte que, en la vida del cristiano, es más importante el verbo ser que el hacer.
Los misericordiosos son los que abren su corazón, o sus entrañas, ante el sufrimiento de sus semejantes y procuran ayudarles a disminuir sus males.
Podemos ser perfectos en Cristo y, a la vez, irnos perfeccionando progresivamente a lo largo de toda la vida.
Tener hambre y sed de justicia es albergar en lo más profundo del alma el deseo de ser liberado del pecado en cualquiera de sus manifestaciones.
La cuestión importante para los seguidores de Cristo es: ¿puede el ser humano alcanzar esta clase de justicia?
El secreto de la mansedumbre es la relación diaria con el Señor a través de la oración franca.
Humildad y mansedumbre son dos términos que no gozan de demasiado prestigio en plena era de la globalización.
La perspectiva de la finitud de la vida humana es la principal responsable de la angustia vital que caracteriza a toda persona en lo más profundo de su alma.
¿Cómo vivimos los cristianos este dolor espiritual por el mundo? ¿Será quizás que no influimos más en la sociedad porque nuestra vida no es como debiera ser?
La verdadera Iglesia de Jesucristo está siempre preocupada y sufre por la maldad del mundo, vive acongojada ante el dolor que causa tanto pecado y tanta rebeldía a Dios.
Es triste tener que reconocer que en ciertos ámbitos evangélicos se detecta un grave déficit solidario hacia los numerosos problemas de injusticia social que existen en nuestro mundo global.
La teología de la prosperidad se nos revela como una idolatría religiosa que rebaja a Dios y a Jesucristo para ensalzar al hombre y lo diabólico.
La pobreza sigue siendo un mal contra el que hay que enfrentarse y procurar erradicar.
Una persona es pobre en espíritu cuando no se considera autosuficiente sino que sabe reconocer su necesidad de los demás para vivir.
Las bienaventuranzas se oponen a casi todos los valores convencionales del mundo antiguo, tanto del judío como del griego o el romano, pero también de la sociedad occidental contemporánea.
Si, como decimos, bienaventurado equivale a feliz podemos preguntarnos: ¿somos los cristianos conscientes de nuestra felicidad?
No existe otro pasaje de la Escritura que haya sido tan escudriñado como éste y haya marcado tanto las diversas corrientes teológicas dentro del cristianismo a lo largo de la historia.
Los experimentos clásicos, realizados por el médico y naturalista británico, Bernard Kettlewell, en la década de 1950, quedaron en entredicho.
La ‘polilla de Londres’ presenta un panorama mucho más complejo que la simple historia relatada, durante tantos años, en los textos escolares.
Los mecanismos darwinistas son capaces de generar ciertas estructuras orgánicas menores mediante mutaciones fortuita, pero dichos cambios tienen sus límites.
Algunas mutaciones puntuales son capaces de mejorar, en determinadas condiciones, la existencia de quien las padece.
Cualquier especie de pinzón se podría transformar en otra distinta, en unos pocos cientos de años. Esto parecía una demostración de la evolución en acción. Sin embargo, los picos de los pinzones tenían otra sorpresa que ofrecer.
Se afirma en múltiples publicaciones actuales que la observación de numerosas especies de pinzones en las islas Galápagos estimuló el interés de Darwin por cómo se originaron las especies. Esto es inexacto.
Las evidencias en favor del darwinismo no son tan fáciles de encontrar como habitualmente se cree.
Durante demasiado tiempo, el hombre de neandertal ha sido víctima de un torpe racismo paleontológico en nombre de la ciencia.
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