El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Como cristianos estamos en camino y siempre en movimiento. Nuestra meta es el cielo y nuestra vida se compara en la Biblia con un peregrinaje.
Hacer buen uso de lo que el Señor ha puesto en nuestras manos es una de las primeras verdades que un discípulo de Cristo debe aprender.
El tiempo no solamente requiere de un uso responsable: hay que saber también lo que come nuestro tiempo de forma innecesaria.
Igual que los bienes materiales, el tiempo es un regalo de Dios que hay que administrar bien. Pero tiene unas características particulares.
Una de las cosas más relevantes que un creyente tiene que aprender es saber distinguir entre cosas que tienen valor eterno y cosas que no lo tienen.
El cristiano que confunde sus prioridades y lealtades al final convierte su vida en un desastre.
En la Biblia vemos una unidad inseparable entre el conocimiento y la práctica.
El Dios de la Biblia es un Dios que habla. No es un Dios mudo o distante, sino que se comunica con nosotros a través de su Palabra.
Después del juicio -y a veces en medio de él- viene el avivamiento. El árbol del Reino de Dios crecerá sin parar y jamás será tallado. Europa no será una excepción.
La manipulación psicológica existe y goza de buena salud también en el ámbito evangélico.
Vamos a enfocarnos en algunas verdades que deben de formar parte de la expectativa por un despertar espiritual.
Para una persona que es renovada o avivada por el Espíritu Santo, la vida no sigue igual.
El avivamiento, según Edwards, era una exhibición del poder de Dios que le da gloria a su Nombre y que sale de la gracia soberana de la omnipotencia del Altísimo.
Dios no es una fuerza anónima, sino una persona que lleva a cabo sus planes según su voluntad.
Un avivamiento no se hace, sino se produce por intervención divina. Cada avivamiento en la historia parece ser el resultado de unos pocos que tienen hambre y sed de Dios.
En las próximas semanas quiero aportar mi grano de arena para facilitar una sencilla “teología del avivamiento”.
No nos resignemos. No vamos a dejar este mundo en manos de los servidores del mal.
Hace falta un cambio en nuestra mentalidad derrotista y sumisa a las circunstancias para asumir el papel que le corresponde al pueblo de Dios: ser sal y luz de este mundo.
La respuesta principal de la Iglesia ante la persecución debe ser más bien litúrgica y no política.
Aunque vivamos en medio del torbellino, somos portadores de la esperanza y embajadores de la luz en medio de la desesperación.
Cuando una sociedad y su gobierno se rebela contra Dios, siempre hay respuesta de parte de Él.
Los juicios de Dios suelen dirigirse justamente contra aquellos que se arrogan el papel de Dios.
Al inicio del año 2023 se puede decir que vivimos en un continente moribundo, cansado, decadente, corrupto y hostil a la fe cristiana y los valores bíblicos.
Estos líderes tienen la idea de resolver todos los problemas a golpe de talonario o con decretos y con leyes cada vez más extravagantes y absurdas que no solo desafían al sentido común sino a Dios mismo.
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