Una de las preguntas más curiosas que he escuchado a lo largo de mi ministerio como profesor de teología es si Adán tenía ombligo. Cierto, no es necesariamente el asunto teológico más trascendente, pero sin lugar a dudas uno de los más especulativos. Esto nos lleva a dos cuestiones: la del tema central y la coherencia de las Escrituras por un lado y los límites de la teología por otro lado.

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Si la totalidad de la Biblia es inspirada por Dios, entonces por lógica tiene que ser coherente y tiene que tener un criterio unificador. Y si podemos sacar un hilo conductor a la hora de interpretar la Biblia en algún momento surge la pregunta de los límites de la revelación divina. En otras palabras: ¿Es lícito sacar de la Biblia conclusiones especulativas?

Empezamos con la primera pregunta: ¿Cuál es el tema central de la Biblia?

La teología sistemática tiene que ser rigurosamente bíblica

Partimos de la plena inspiración de la Biblia. Lo que significa este concepto se ha tratado ampliamente en unas cuantas publicaciones. Llegamos a la conclusión que el concepto de inspiración de las Escrituras transmite fielmente lo que Dios nos ha revelado. Esta revelación inspirada requiere orden y coherencia para constatar que no puede haber teología coherente si la Palabra de Dios no es coherente.

Pero esta coherencia y el principio unificador que forma su núcleo se pone en duda por activa o por pasiva en una gran parte de la teología, tanto conservadora como racionalista. El resultado son todo tipo de teologías que no están a la altura del concepto básico de la revelación divina. Este concepto es que Dios se comunica con el hombre para mostrarle su persona, informarle de su voluntad soberana y su plan de salvación.

En otras palabras, lo que prima hoy es la extraña idea de que la revelación divina va a remolque de nuestros conceptos humanos. Es decir: el barro quiere enseñar al alfarero como funciona la alfarería.

Voy a mencionar solo un ejemplo:

Entre los evangélicos hay una idea que goza cada vez de más popularidad: la Biblia -particularmente el Antiguo Testamento- contiene textos, incluso libros enteros, que no son aptos para la enseñanza y la predicación. Supuestamente contienen afirmaciones y acciones que no encajan en el evangelio que nos gusta que se predique. Pocos lo dicen de forma explícita, la mayoría simplemente traslada a estos pasajes al desván de los olvidos y resuelve el problema con elegancia, simplemente ignorándolo.

[destacate]Algunos han reducido la Biblia a una cantera que sirve solo como proveedora de material que encaje en la cosmovisión del pastor de turno.[/destacate]Una buena parte de la Biblia simplemente parece no estar a la altura de los criterios que se nutren de una cosmovisión inspirada por el antropocentrismo humanista y sus valores que cambian con las ideologías que van y vienen.

En otras palabras: para estos teólogos del antropocentrismo a la Biblia le falta un criterio unificador, un hilo conductor que es aplicable a todo el libro. Para ellos Dios simplemente ha hablado en los pasajes que se adaptan a su filosofía racionalista. Por lo tanto han reducido la Biblia a una cantera que sirve solo como proveedora de material que encaje en la cosmovisión individual del pastor de turno.

No es sorprendente que una actitud subjetiva y discriminatoria del texto bíblico abre la puerta a que entren todo tipo de criterios humanos en la exposición de los textos

Es sorprendente con qué facilidad se ignora la clase magistral de hermenéutica que Jesucristo enseñó en su momento a los dos discípulos que iban camino a Emaús.

Leemos en Lucas 24:25 y 27:

¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! … Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.

Y en el versículo 44 Jesucristo repite la misma lección a los discípulos:

… que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

Esto quiere decir que para Jesús:

1. Existe un criterio unificador para la Escritura: Él mismo.




2. Este criterio se aplica a los nuestros 39 libros del AT - según el contexto inmediato de Lucas 24

Así que cualquier predicador (y por ende cualquier teólogo) que no tiene en cuenta esta explicación de Jesucristo le llama al Hijo de Dios un mentiroso.

Esos teólogos racionalistas tienen que preguntarse: ¿cuántos de los 39 libros del AT son aptos para predicar? ¿Todos o sólamente algunos? No me refiero a una respuesta teológica políticamente correcta. Por esto voy a formular la pregunta de otra manera:

¿Sobre cuantos libros del AT has predicado y enseñado en los últimos 20 años?

La respuesta no solo sería interesante, sino muy esclarecedora.

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La teología sistemática no debe ser especulativa

Con esto vamos a abordar la siguiente cuestión. En los recónditos pasajes de la historia medieval, una pregunta aparentemente frívola se alzaba como un misterio inquietante: ¿cuántos ángeles pueden danzar en la cabeza de un alfiler? Esta peculiar interrogante, en ocasiones planteada como "¿Cuántos ángeles pueden danzar en la punta de una aguja?", trascendía la frivolidad que sugería. En su época, fue un tema de seria reflexión entre los escolásticos, y sus respuestas desencadenaron debates ardientes.

Tomás de Aquino, el eminente pensador de su tiempo, afirmó que, dado que dos ángeles no pueden ocupar el mismo espacio simultáneamente, solo uno podría ubicarse en la punta de una aguja en un momento dado. Sin embargo, esta afirmación no hizo más que encender la chispa de la controversia. Otros señalaron que los ángeles son seres espirituales, lo que planteaba la intrigante cuestión de si existía algún límite para la cantidad de ángeles que podrían acomodarse en la diminuta superficie de un alfiler o en la cabeza del mismo.

Y así, el debate continuó, adentrándose en el terreno de lo metafísico y lo absurdo. ¿Podrían los ángeles, en su naturaleza espiritual, ser tan diminutos como una célula bacteriana? ¿Podrían reducirse aún más, alcanzando las dimensiones de un electrón o, incluso, algo más diminuto? ¿Cuántos ángeles podrían albergar un solo electrón?

Con el surgimiento de la Reforma, los teólogos protestantes ridiculizaron estas especulaciones, argumentando que debatir tales cuestiones resultaba inútil cuando asuntos trascendentales como la salvación y la eternidad estaban en juego. La pregunta sobre cuántos ángeles podían danzar en una superficie diminuta se convirtió en un símbolo de discusiones académicas triviales.

[destacate]En nuestros días se especula de nuevo dónde la actual guerra de Gaza se menciona en las Escrituras. Pues la respuesta es sencilla: en ningún lugar.[/destacate]Hoy en día, esta curiosa interrogante persiste como un recordatorio de la intrincada historia de la teología y la filosofía, un vestigio de una época en que las mentes eruditas se aventuraban en los territorios más extraordinarios.

La teología especulativa parte de la base de que es posible (con la lógica humana) deducir de la Biblia conclusiones e incluso revelaciones que no son especificadas en ningún lugar. En el tiempo del escolasticismo (aunque en realidad mucho antes) este tipo de teología gozaba de gran popularidad en la Iglesia y ha dado resultados nefastos. La lógica es una herramienta excelente para organizar lo revelado, pero es completamente inadecuada para hacer afirmaciones sobre lo no revelado.

De Tomás de Aquino se han escrito textos asegurando que podía enfrascarse en sesudos y trascendentales debates como los siguientes: ¿Era Jesucristo hermafrodita? ¿Hay excrementos en el Paraíso? ¿El cabello y las uñas crecen después de la Resurrección?

Sí, estoy de acuerdo. Son preguntas absurdas que además no aportan absolutamente nada a esclarecer el hilo conductor de la Escritura: el Mesías, su Salvación y su Reino.

Pero si alguien cree que este tipo de especulaciones ridículas es cosa del pasado poco sabe de lo que hoy se cuece en las cocinas de los vendehumos y especuladores evangélicos que gozan de aceptación en las redes sociales.

Empezamos con uno de los temas favoritos: ¿Ocurrirá el rapto antes, despúes o en medio de la gran tribulación? Todo el tema que rodea a la idea peregrina del rapto premilenista se basa enteramente en especulaciones bizantinas que eran prácticamente desconocidas antes del inicio del siglo XIX.

En nuestros días se especula de nuevo dónde la guerra de Gaza se menciona en las Escrituras. Pues la respuesta es sencilla. En ningún lugar, de la misma manera que la Biblia no sabe nada de ángeles bailando sobre puntas de alfileres.

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El creyente -sea pastor, teólogo o miembro sencillo de su congregación- tiene que adherirse a lo que está escrito y no usar la Biblia como libro de magia para buscar respuestas a sus preguntas absurdas preferidas.

De lo contrario, los ángeles seguirán bailando sobre las puntas de los alfileres en el mundo evangélico.