El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En tanto que Apolo personificaba el amor romántico, sentimental, Eros representaba el amor carnal, la atracción sexual.
Don Quijote se enfrenta al caballero de la Blanca Luna en uno de los duelos más intrépidos, formidables y eminentes de la literatura. El resultado es una reflexión única sobre la derrota y el amor.
En la mitología griega Ares está considerado el dios de la guerra. Su figura también implica la materialización de la fuerza bruta y de la violencia.
Para Don Quijote, tocar una imprenta era como tocar el espejo de su propia vida. El hidalgo manchego había alimentado su soledad en la Mancha con la lectura. Los libros fueron sus amigos fieles.
Escriben los poetas: el nicaragüense Rubén Darío: “bendigamos la risa, porque ella libra al mundo de la noche”. Nuestro Miguel Hernández: “sonriamos, doremos la luz de cada día en esta alegre y triste vanidad de estar vivo”
Prosiguen las aventuras y desventuras de Don Quijote en la segunda parte de la novela, de cuya aparición se cumplen ahora 400 años justos, 1615-2015.
El principal mito de Deméter es el rapto de su hija Perséfone.
La mitología puede parecer inexplicable y extravagante, pero es así, no hay más, está reñida con la razón, es eso, mito puro.
Observa Diego Clemencín que este incidente de la cabeza encantada es el más feliz de cuantos discurrió Cervantes para sostener el interés de la fábula durante la estancia de Don Quijote en Barcelona.
Las alegres damas le requebraban de tal forma, con tal ahínco, que Don Quijote, encendido y algo furioso, estalló con un latinazo seguido de una aclaración en idioma de La Mancha: “¡Fugite, partes adversaes! Dejádme en mi sosiego, pensamientos mal venidos.
Entre los dioses del Olimpo, Hera estaba considerada como celosa, vengativa y agresiva.
Si tomáramos por verdad aquella frase del literato y periodista francés León Daudet, quien no puede soportar la burla no tiene calidad suficiente, habría que concluir que Don Quijote estaba hecho de la más extraordinaria calidad que imaginarse pueda, porque del héroe caballeresco se burlaban hombres y mujeres, duques y vasallos, encumbrados y ruines.
La leyenda incorpora a su biografía multitud de funciones importantes y lo considera como una de las doce principales deidades del Olimpo, añadiendo que dioses y mortales por igual acudían a él en momentos críticos de necesidad.
¿Qué buscaba Don Quijote en Barcelona? ¿Con qué propósito desvió Cervantes a su criatura de otros caminos y lo condujo hasta la capital de Cataluña?
Estos extraños dioses no sabían o no querían saber nada de sentimientos nobles ni de perdón. Sin haber leído a Moisés practicaban el ojo por ojo, diente por diente.
Don Quijote y Sancho llegaron a las playas de Barcelona “la víspera de San Juan, en la noche”. Originarios de las tierras secas de La Mancha, ni caballero ni escudero habían visto jamás el mar.
Muchos pueblos indoeuropeos tienen una figura divina que más o menos corresponde a Zeus, como Dyaus en India, Júpiter en Italia o Tiwar entre los germánicos.
Don Quijote, para ridiculizar a Avellaneda, no entraría a Zaragoza. Lo dice a sus anfitriones: “Por el mismo caso no pondré los pies en Zaragoza, y así sacaré a la plaza del mundo la mentira de este historiador moderno, y echarán de ver las gentes cómo no soy el Don Quijote que él dice”.
Dijo Cervantes que si los celos son señales de amor, es como la calentura en el hombre enfermo, que el tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta.
A principios del siglo XVII, cuando la novela irrumpe en el panorama literario español, el reino de Aragón tenía unos 300.000 habitantes, de los que 25.000 vivían en la capital, Zaragoza. Barcelona contaba con 35.000 almas.
El amor. Siempre el amor, incluso en vidas turbulentas y en horas de angustia, como la que tocó vivir a Electra.
Me propongo publicar algunos artículos tomando como guía sólo la segunda parte de la novela, cuando el inmortal caballero Don Quijote cruza tierras de Castilla y Aragón camino de Barcelona acompañado por su fiel escudero Sancho.
En Atenea se da el bien y el mal; la nobleza y la venganza; la protección y la destrucción; la misericordia y el crimen.
Jesús llama al rey Herodes “zorra”. La zorra es símbolo de astucia. El ideal no se deja engañar por nadie. Jesús indica que su vida tiene un plan definido y no está dispuesto a detenerse.
Todos los grandes maestros de la literatura universal han escrito millones de palabras para ilustrarnos sobre la estrecha relación que existe entre el amor y la muerte.
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