El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Nada se dice de la infancia, la juventud ni la familia del apóstol, excepto seis versículos en la epístola a los Romanos y una breve alusión a un sobrino y una hermana en Hechos 23:16.
Por ser Palabra de Dios los Salmos tienen un contenido espiritual de tal magnitud que enriquecen la vida del creyente.
Este grupo de mujeres saludadas por Pablo estuvo fuertemente comprometido con el Señor en tareas que beneficiaban a la Iglesia y al resto de la comunidad.
De El Cristo de Velázquez dijo esto el filósofo Julián Marías: “Unamuno estuvo lleno de auténtico espíritu religioso y cristiano”.
Ejercían frecuentemente el don de profecía que el Señor les había dado para beneficio de la comunidad. Eran ejemplos de mujeres cristianas y en la comunidad se las reconocía.
Unamuno, ya doctorado en Letras, fue profesor de lengua latina, luego estaba suficientemente capacitado para la tarea que le llevó a actualizar el drama griego.
En casa de María los primeros convertidos se reunían para partir el pan (Hechos 2:46 y 20:8).
“Unamuno y Don Juan frente a frente, hechos los dos, figuras del teatro, lucha cada uno para apoderarse del otro”.
Dios no hace acepción de personas. Coloca en su Palabra a una humilde criada que ni siquiera pertenecía a la raza judía, tan protegida por Él.
Unamuno siempre demostró especial debilidad o interés por la historia bíblica de Caín y Abel. Los dos hermanos están presentes en muchos de sus libros.
Pedro tiene calambre en la sangre, azogue en el cuerpo, el corazón rebosante de amor y la mente siempre alerta a nuevas ideas.
En una crítica de la época se puede leer: “Otro conflicto de personalidad, la lucha del hombre con el personaje, en que éste acaba por matar a aquél”.
Cuando el filósofo francés Voltaire dijo que toda la grandeza de este mundo no vale lo que un buen amigo se estaba refiriendo a Pedro Villa.
Una de las críticas de esta obra señaló que “el drama de don Miguel es hondo y amargo”. “Tratarlo como él lo ha tratado acusa valentía y rectitud de conciencia”.
Se supone que la madre de Pablo murió relativamente joven. La Biblia nada dice. La de Rufo, además de criar a sus dos hijos en el Señor, prestó un gran servicio a la Iglesia primitiva cuidando a Pablo.
Escribió Unamuno que “cada día renacemos enterrando al de la víspera”. “¡Cuántos hemos sido!”.
Trifena y Trifosa, están en las páginas de la Biblia para enseñar a las cristianas solteras el gran bien que pueden hacer dedicando su vida al Señor.
Unamuno plantea en esta obra uno de los temas que le son conocidos y queridos: la inmortalidad.
No sabemos en qué consistía la discrepancia de estas dos mujeres. Debió tener cierta resonancia cuando el apóstol da dos nombres propios, algo poco frecuente en él.
Unamuno tenía un sumo interés en la representación teatral de esta obra.
El cristianismo conoció en épocas muy tempranas la institución de las diaconisas.
Unamuno escribe desde una situación en la que el hombre está siempre entre líneas.
Ella fue una fiel adoradora de Dios que llegó a exponer su vida por Pablo.
Desde que nos invadió el coronavirus en marzo hemos estado recibiendo noticias contradictorias sobre las relaciones de parejas.
Fueron corazones femeninos los terrenos fructíferos escogidos por Dios para sembrar la semilla del Evangelio en Europa.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.