Aprendizaje o comienzo

Érase una sociedad bien orientada que llegó a la conclusión de que lo más importante en la vida era el amor.

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Permeó de tal modo ese principio que las escuelas incluyeron en el programa educativo la asignatura “afectividad” en todas las edades, ya desde bien pequeños.

Urbanidad, respeto, buenas maneras, rectitud, sobriedad, corrección, prudencia, recato, modestia, honradez, decencia, generosidad, diligencia, caballerosidad, amabilidad, piedad, etc. fueron algunos de sus contenidos.

Y aquellas acciones mejoraron considerablemente las relaciones en aquella población.

Pero con los años surgió una generación bien educada, pero sin la motivación primera de los padres.

Llegaron a expresiones afectivas en forma, pero no en fondo y finalmente ni eso.

— Le doy los buenos días…, pero no lo siento.

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— ¿Por qué tengo que cederle el asiento cuando va contra mis deseos?

— ¿Por qué tengo que agradecerle la compra si le estoy pagando?

— ¿Para qué voy al entierro de fulanito si no siento pesar?

La generación precedente bien orientada, siendo ya muy mayores, se alarmaron de los escasos resultados que dieron la enseñanza de la “afectividad” en las escuelas.

“¿En qué hemos errado?”

Reunidos en consejo de ancianos abordaron el problema de raíz: “¿realmente el amor es un aprendizaje acumulativo?” La discusión clarificó algo el asunto.

“No debe serlo porque si se aprende, también puede ser imitado y por lo tanto no será auténtico. Se dice que el afecto es la expresión con más sucedáneos”.

Pero también es difícil que sin aprendizaje el niño se oriente hacia lo bueno.

Reconocieron que ellos no fueron conducidos al amor gracias a una enseñanza, sino que se debió a un comienzo. Un comienzo de carácter trascendente que luego se complementó con las obras que habían visto en sus padres.

¿Qué hacer entonces? ¿Aprendizaje o comienzo?

Y se decantaron por el aprendizaje, porque era de lo que humanamente se podían ocupar.

En cuanto al comienzo era algo que quedaba en la potestad divina.

¿Y qué hicieron los ancianos además?: implorar al cielo por los suyos.

“La salvación es de Yahvé; sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah” Salmo 3:8

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[title]Por un año más[/title]

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