Pedrito, el lobo y la IA

Pasado el escarmiento que los aldeanos dieron a Pedrito, y apartado de las tareas de pastoreo por un tiempo como castigo, el pobre se aburria como una ostra encerrado en casa.

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Se dice que los poderosos cuando se aburren en palacio se ocupan en idear guerras. Como puede haber sido el caso del presidente Putin.

Y Pedrito tampoco abandonó su inclinación mentirosa ideando nuevas estratagemas para seguir molestando a sus vecinos.

Como no era muy inteligente, echó mano de la IA para estar bien asesorado. “¿Cómo puedo seguir engañando a los lugareños de mi pueblo?” fue la pregunta que introdujo.

En microsegundos recibió la respuesta.

“Has de cambiar de táctica. Ya no tienen éxito las mentiras directas que contradicen verdades porque no tienen futuro una vez manifestada la verdad, como te ha pasado. Hoy en día, para mentir sin mentir y no dejar de mentir lo que tienes que hacer es cambiar la mentalidad de tus paisanos, ellos mismos se engañarán con una mente instruida. Y para cuando se descubra el pastel tú ya estarás ideando otro cambio de mentalidad para los siguientes ingenuos”.

La pregunta “cómo hacerlo” no se hizo esperar y la respuesta tampoco.

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Enseguida habló con el ayuntamiento para participar con un programa radiofónico cultural en la emisora municipal.

Una vez sentado ante el micrófono, prometió a sus oyentes traer a los mejores expertos en diferentes temas.

El primero resultó ser un entendido naturalista que hablaba de los lobos. Gracias a la habilidad de Pedrito en imitar voces no hizo falta contar con nadie más que él.

El experto enseguida victimizó a estos animales incomprendidos que inicialmente eran herbívoros, que en el paraíso del Génesis convivían entre gallinas y ovejas sin colisionar, y que por intervención humana han adquirido la peor fama.

Lo que ha hecho más mal a esta especie animal son los cuentos para niños en que siempre se les pinta como temidas bestias”.

La nueva generación de aldeanos jóvenes sacó sus propias conclusiones y empezaron a criar lobos en las casas como mascotas.

No hicieron ni caso de las advertencias de los mayores en cuanto al riesgo en que incurrían, arguyendo que “los tiempos están cambiando” como dijo Bob Dylan.

Pero cuando se hicieron grandes los cuadrúpedos, la tragedia no se hizo esperar. Una mañana aparecieron muertas cien ovejas y mil gallinas.

Y nadie pidió esta vez cuentas a Pedrito, porque ¿cuándo él les había dicho que criasen lobos?

Y a este pérfido Pedrito, irreconocible para los que sabemos de él en su primer cuento, le esperaba una nueva generación tan ingenua como la anterior, lista para ser instruida en asuntos desconocidos.

Sin abandonar la temática lobuna, traía expertos a sus programas que modificaban la concepción clásica que tenemos de los lobos y el final siempre era el mismo: la mortandad de los animales domésticos.

Pedrito ya nunca fue atrapado en ninguna mentira al tiempo que no dejaba de mentir. Ese es el mérito del Pedrito de nuestros tiempos.

Un Pedrito que está en el aire sin que podamos atraparle y al que nadie puede pedir cuentas.

“Vamos, madres y padres de toda la Tierra, y no critiquéis lo que no podéis entender. Vuestros hijos e hijas están más allá de vuestro dominio. Vuestro viejo camino está envejeciendo rápidamente. Por favor, salid del nuevo si no podéis echar una mano, porque los tiempos están cambiando” (Bob Dylan)