Un combate de voluntades

Este año se cumplen 20 años de la producción de una de las obras maestras del último cineasta clásico norteamericano.

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Parecía realmente difícil que, en su entrega anual habitual por aquellos años, Clint Eastwood pudiese igualar el nivel mostrado en Mystic River. Estuvo a la altura y nos regaló otra obra maestra: Million Dollar Baby. Basada en una historia corta de F.X. Toole (seudónimo de Jerry Boyd) y con el propio Eastwood, el gran Morgan Freeman y la sorprendente Hilary Swank en el reparto. Clint supo llevar a la pantalla el guion del todavía poco conocido Paul Haggis con una propuesta estética y una concisión narrativa que recuerdan al mejor cine negro clásico.

Se nos cuenta la historia de Maggie Fitzgerald, una joven de clase trabajadora que tiene un sueño aparentemente imposible: convertirse en boxeadora profesional. A pesar de su edad, ya avanzada para comenzar en ese deporte, Maggie acaba consiguiendo un mentor en el cascarrabias, pero compasivo entrenador Frankie Dunn, que acepta entrenarla a regañadientes. Con la ayuda de su amigo Eddie “Scarp-Iron” Dupris, Maggie lucha para alcanzar la grandeza en ese mundo tan difícil.

A medida que prospera en ese sueño que se va haciendo realidad, Maggie enfrenta desafíos, tanto personales como profesionales, pero su determinación y voluntad de hierro le llevan a alcanzar el éxito en el ring. Sin embargo, un giro inesperado (un golpe seco que recibe como pocas veces antes el espectador) cambia drásticamente el rumbo de la vida de Maggie y de aquellos que la rodean, llevando a una serie de decisiones difíciles y conmovedoras.

Lo que realmente nos ofrece Million Dollar Baby es un combate de voluntades. La voluntad inicial de Maggie está marcada por una determinación inquebrantable y una fuerte convicción en sí misma, a pesar de las circunstancias desfavorables y el escepticismo de los demás, su deseo de superarse a sí misma y de alcanzar sus metas impulsa su determinación. A medida que la historia avanza, la voluntad de Maggie se ve desafiada y transformada por los eventos que enfrenta, incluido el rechazo inicial de Frankie a entrenarla y las lesiones que sufre en el ring. Un giro trágico en la trama va a quebrantar drásticamente su voluntad, dejando claro que la dura realidad de la vida es la imposibilidad de tener el control de nuestra propia existencia.

Frankie Dunn es presentado como un hombre obstinado y algo amargado, cuya voluntad inicial radica en mantenerse alejado de situaciones emocionales y mantener una actitud de distancia emocional hacia los demás. Frankie también es un hombre enigmático, asiste a misa todos los días, pero lucha con su fe y rechaza aceptar la voluntad de Dios. Aunque tiene una relación cercana con el párroco de su iglesia, su constante presencia en misa parece más una rutina que una expresión genuina de fe. Además, su relación con sus hija está marcada por el distanciamiento y el rechazo, ya que ella ha cortado todo contacto con él. Su voluntad inicial está marcada por una profunda soledad y un sentido de pérdida.

A medida que se desarrolla su relación con Maggie, Frankie comienza a experimentar una transformación en su voluntad y su perspectiva de la vida. Gradualmente comienza a verla una figura filial y una fuente de redención. La forma en que Maggie lo desafía y lo impulsa a conectarse con ella y con los demás le brinda una nueva perspectiva de vida. Al final, Maggie ocupa un lugar especial en su vida, llenando el vacío dejado por su hija y convirtiéndose en una figura de amor y aceptación que él nunca había experimentado.

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Lo que verdaderamente le duele al espectador en Million Dollar Baby, no es tanto el golpe brusco e inesperado que recibe, sino las consecuencias del mismo. Con crudeza nos vamos a encontrar ante una situación que nos va a hacer reflexionar sobre la dignidad inherente y el valor humano de cada individuo, de cada ser humano, independientemente de su status social o circunstancias. Se nos va a plantear un debate sobre la autodeterminación y el derecho de una persona a elegir su propio destino. Frankie se verá en la disyuntiva de ejecutar la última voluntad de Maggie o no hacerlo y poder poner en práctica una verdadera confianza en Dios. Oportunidad que volverá a dejar a un lado manteniendo un pulso con el Creador.

En Frankie podemos ver un claro ejemplo de combate humano con la fe y la rendición completa a Dios, una voluntad propia que rechaza el buscar la voluntad de Dios en todas las cosas. “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6).

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[title]Por un año más[/title]

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