El amor del cuerpo

La agotadora vida, el intenso trabajo, la crianza de hijos pequeños, todo se agolpaba en aquella pareja joven para dificultar su vida sexual. Esta carencia enrarecía la relación y amenazaba el entendimiento mutuo.

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Consensuado por ambos, decidieron por fin visitarse con el sexólogo que les recomendaron.

Mientras estaban en la sala de espera, él miraba el catálogo de un sex shop del revistero en medio de cuyas páginas apareció una hoja suelta a modo de pasquín escrita a mano.

Tuvo mucha curiosidad, la leyó y se la guardó en el bolsillo. Aquel texto le dejó pensativo.

El sexólogo abordó la cuestión de la inapetencia sexual de él y les recomendó una serie de ejercicios de relajación.

Volvieron a casa, pero él ya lo tenía claro.

— El problema no reside principalmente en nuestros cuerpos ni en nuestro modo de vida, es un tema de mayor calado.

Ella se extrañaba de lo que decía.

— Mira este escrito que he encontrado en la sala de espera. Lee.

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En esta consulta no encontrareis la solución a vuestros problemas sexuales. Mejorando lo externo no se solventa lo interno. Vuestra relación sexual será satisfactoria si primeramente resolvéis vuestra relación con Dios. La sexualidad continuada se sustenta en el amor, y no hay verdadero amor sin amar a Dios. El cuerpo expresa el amor del espíritu. Y no es imposible, basta pedirlo con intenso deseo.

— ¿Será un pastor de iglesia, un cura? ¿Un tema de sexualidad llevado desde la religión? Lo encuentro extraño — dijo ella.

— No sé, todo está más relacionado de lo que parece. Podemos contactar con él, total el sexólogo tampoco me inspiraba tanta confianza.

— Y si el autor de la nota no tiene problemas sexuales, ¿qué hacía en la consulta de un sexólogo?

— ¡Qué capciosa eres! no preguntes tanto y colabora un poco con el narrador de este relato que aún se lo fastidiarás.