En busca de la unidad: 40 años del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI)

Necesitamos un marco mínimo irreductible de referencias de ortopraxis y ortodoxia que nos permita reconocernos en la solidaridad común de Cristo. No es fácil, pero no es imposible. Tenemos el tesoro de la Biblia, tenemos la promesa del Espíritu Santo, tenemos la realidad común de nuestros pueblos latinoamericanos. Abriendo la Biblia, uniéndonos en oración en el cuadro de la situación real, podremos hacer una hermenéutica, una lectura de la situación de nuestros pueblos y de nuestra Iglesia, y descubrir juntos las tareas a las que Dios nos llama.[1]

Emilio Castro

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De manera un tanto aislada, algunos militantes protestantes de larga trayectoria han externado su visión acerca de los 40 años de organización del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) que se han cumplido este mes de noviembre de 2022[2]. A la distancia, se aprecia que, con todo y que se encuentra ahora en una fase de reorganización (“reimaginación”, tal como han acuñado el término quienes están al frente del procedimiento), los saldos de la existencia de este organismo han sido bastante positivos. Más allá de la lectura ideologizada que muchos sectores protestantes/evangélicos realizan de la supuesta oposición entre la presencia de la heterodoxia religiosa en el subcontinente, y que de manera recurrente reaparece en este ámbito, queda bien claro que el esfuerzo por aglutinar fuerzas, movimientos e iglesias ha dejado una huella permanente en la conciencia y en la práctica de muchas personas y comunidades de fe.

A pesar de sus saltos en el tiempo y de la falta de consolidación de muchos proyectos que se quedaron en el camino, puede (y debe) decirse que el CLAI ha impreso a la presencia protestante un sello propio, caracterizado por la búsqueda genuina de diálogo e interacción con todo aquello que signifique evaluar y relanzar la existencia y misión cristianas en una región marcada permanentemente por la desigualdad y el ambiguo testimonio religioso de las creencias dominantes. Con todo, acercarse a la trayectoria de este movimiento implica reconocer los signos vitales de una actuación comunitaria, social y teológica que se atrevió a recoger una herencia viva y a proyectarla en nuevas circunstancias y coyunturas que le exigieron posicionarse en momentos muy críticos de la historia latinoamericana, pues aún se vivían dictaduras en varios países, resabios de los complejos procesos acontecidos por lo menos, en dos décadas anteriores.

Surgido en el contexto del añejo debate entre el liberalismo y el modernismo teológico, y acicateado por el impulso innegable de las teologías de liberación, los sectores eclesiales que formarían el CLAI, desde los primeros pasos que desembocaron en su organización formal, dieron cuenta de una nueva manera de plantear la vida y acción de las Iglesias protestantes. Los liderazgos de entonces, que venían de largas luchas y experiencias dentro y fuera de las comunidades, respondieron con pertinencia a los enormes desafíos de su época. Entre los nombres más reconocidos de ese caminar, están los de Emilio Castro, José Míguez Bonino, Federico Pagura (primer presidente), Gerson Meyer (primer secretario general), Felipe Adolf, Carmelo Álvarez, Mortimer Arias, Óscar Bolioli, Beatriz Melano y Julia Campos, muchos de ellos/as ligados a los movimientos anteriores a esta organización: la Comisión Latinoamericana de Educación Cristiana (CELADEC), la Unión Latinoamericana de Juventudes Evangélicas (ULAJE), el Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC) e Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL) y el Centro Latinoamericano de Estudios Pastorales (CELEP), por mencionar algunos.

Porque detrás del CLAI existió un movimiento, Unidad Evangélica en América Latina (UNELAM), presidido por Castro (quien después sería secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, CMI) que dio continuidad a las conferencias evangélicas que iniciaron desde 1916 en Panamá y continuaron en Montevideo (1925), La Habana (1929), Buenos Aires (1949) y Huampaní, Perú (1961). Así resume Jean-Pierre Bastian el trabajo de este organismo: “Desde 1963, UNELAM fue el principal instrumento para mantener los contactos y el desarrollo de la reflexión entre los consejos y federaciones protestantes nacionales. En 1964 se convirtió en organismo permanente de consulta y de encuentro entre las iglesias protestantes latinoamericanas abiertas al movimiento ecuménico internacional y a los problemas sociales. Entre 1970 y 1975, diversos encuentros organizados por UNELAM reflejaron la preocupación por su identidad de las iglesias vinculadas con el movimiento ecuménico”[3]. UNELAM impulsó la creación del CLAI, lo que desembocó en la asamblea de Oaxtepec, México (septiembre de 1978), en la que se agruparon alrededor de 110 organizaciones protestantes[4]. A Huampaní, en ocasión de la integración formal del CLAI, acudieron 85 iglesias y, como observa Bastian, “la base del sector ‘ecuménico’ del protestantismo histórico latinoamericano se redujo en la medida en que la opción por la justicia y la búsqueda ‘de auténticas formas de democracia’ fueron vistas por muchos como signos reductores de la esperanza que animaba a ese movimiento”[5]. 

La desconfianza aludida por parte de las iglesias (en su mayoría de tendencia conservadora) encontró una vía abierta a través del surgimiento, en el mismo año que el CLAI, de la Confraternidad Evangélica Latinoamericana (CONELA), muy cercana a la empresa del evangelista argentino Luis Palau[6]. Carmelo Álvarez destaca la presencia de representantes pentecostales en Oaxtepec, algo muy llamativo en ese momento:

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Las iglesias pentecostales presentes en Oaxtepec venían con muchas expectativas, y no pocas preguntas, pero determinadas a impulsar un consejo de iglesias que las representara. Habían tenido una reunión en la ciudad de México, antes de llegar a Oaxtepec, para buscar un consenso y aclarar sus propias dudas. Allí coincidieron los obispos Gabriel Vaccaro de Argentina y Enrique Chávez de Chile, Exeario Sosa Luján, de Venezuela, Raúl Cabezas de Costa Rica y de otros países, como líderes de un pentecostalismo ecuménico latinoamericano y caribeño.[7]

Muchos años después, representantes de ambos sectores tendrían acercamientos formales en otras reuniones propiciadas por el CLAI y en los congresos sobre evangelización (CLADE) y otras consultas auspiciadas por la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). Fue el caso, muy notorio, de la “rehabilitación” de José Míguez Bonino, cuya obra teológica era vista como muy ligada a la teología de la liberación, pero que después sería muy bien recibida en el espectro eclesiástico dominante del protestantismo latinoamericano, sobre todo a partir de la publicación de Rostros del protestantismo latinoamericano (1995).

Los volúmenes que registraron estas vivencias iniciales son: Oaxtepec 1978: unidad y misión en América Latina (1980); Puebla y Oaxtepec: una crítica protestante y católica (1980); De Oaxtepec a Huampaní: Informe de la junta Directiva y del secretariado del Consejo Latinoamericano de Iglesias (1982); y Comprometidos con el Reino: recopilación de declaraciones, resoluciones y cartas del Consejo Latinoamericano de Iglesias (1978-1982) (1982). Hay que agregar el de CELADEC: Oaxtepec un año después: aportes y documentos (1981) y el número especial de la revista Pastoralia (1978). Las asambleas subsiguientes estuvieron marcadas por el ritmo sociopolítico que se vivía en la región y, así, es posible analizarlas desde su situación concreta: Indaiatuba (Brasil, 1988), Concepción (Chile, 1995), Barranquilla (2011), Buenos Aires (2007) y La Habana (2013), la cual estuvo a punto de cancelarse por causa de los problemas derivados del bloqueo económico a Cuba por parte de Estados Unidos[8]. Posteriormente, fueron presidentes los obispos anglicanos Julio César Holguín (República Dominicana) y Julio Ernesto Murray (Panamá), y secretario general el pastor metodista cubano Israel Batista, quien abogó por el ingreso de iglesias de reciente formación. El pastor presbiteriano colombiano Milton Mejía fue el último secretario general elegido, pero lamentablemente, no se pudo dar continuidad a los trabajos del organismo, especialmente después de la renuncia del presidente Felipe Adolf. Desde Puerto Rico, el pastor presbiteriano Jorge Daniel Zijlstra se hizo cargo de la representación del CLAI en estos últimos años.

Para ejemplificar parte de la labor desarrollada por el CLAI muy bien se puede echar un vistazo a sus publicaciones, comenzando por las periódicas como Rápidas, Nuevo Siglo, LAEN y Signos de Vida (1996-2011), esta última una revista que recogió lo mejor del ambiente cultural, eclesial y teológico latinoamericano, protestante o no, con un profundo sabor ecuménico[9]. A su vez, los volúmenes producidos dan cuenta de una sólida observación de las necesidades de las iglesias en el afán por cubrir adecuadamente los aspectos religiosos y teológicos básicos, además de proponer nuevas visiones de la fe y la misión. Merecen citarse, entre varias decenas, los siguientes: Caminos de unidad (1994), de Dafne Sabanes Plou; Protestantismo y cultura en América Latina (1995); El nuevo rostro de la misión, de Luiz Longuini Neto; Misión como compasión, de Roberto Zwetsch; Poema, celebración y vida, de Juan Damián; La autoridad de la Biblia, de Gottfried Brakemeier; Evangelización protestante en América Latina, de Arturo Piedra S.; De la Reforma Protestante a la pentecostalidad de la iglesia, de Bernardo Campos; Trípode homilético, de Carlos Emilio Ham-Stanard; ¡Mujer, levántate!, editado por Judith van Osdol; Gracia y ética: el desafío de la ética a nuestras eclesiologías, coordinado por Ofelia Ortega; Las iglesias y los derechos sexuales y reproductivos; Una valiente decisión, de Mariana Falconí; Jesús, ¡ese exagerado!, de Plutarco Bonilla; Conversaciones desde la fe, de Víctor Rey; Peregrinajes teológicos y literarios, de Luis Rivera Pagán; y Misión y evangelización en América Latina y el Caribe para el siglo XXI.

Los días 25 y 26 de marzo de 2022 se celebró una asamblea virtual para relanzar lo que ahora se denomina Red CLAI. Se formó un comité movilizador (integrado por Odja Santos Barros, región Brasil; Ashley Hodgson, región Mesoamérica, Gabriela Mulder, región Río de la Plata, Pedro Bullon, región Andina, y Nubia Gisela Santos, región Caribe, con Rocío Umaña y Paulo C. de Souza como suplentes) que, en esta nueva etapa, está explorando los caminos para que la “reimaginación” del CLAI rinda frutos y así se continúen sus labores[10].

Es bueno concluir con la opinión del teólogo puertorriqueño Carmelo Álvarez, actor y conocedor profundo de esta historia, quien a 36 años de los inicios del CLAI se planteó la siguiente pregunta: “El CLAI, que se inició con la bandera a favor de los derechos humanos y sociales, la paz con justicia y el cuidado del medio ambiente, seguirá luchando por la justicia del reinado de Dios. Ésa es su suprema vocación ecuménica. La pregunta crucial es: ¿podrá reinventarse el CLAI para ser pertinente en las condiciones actuales de Latinoamérica y el Caribe?”[11].

Notas

[1] E. Castro, “En busca de la unidad”, en Pastoralia, CELEP, edición especial, año 1, núm. 2, noviembre de 1978, p. 106. Cit. por Federico S. Pagura, “Cristianismo en estado de conversión”, en Varios autores, Puebla y Oaxtepec: una crítica protestante y católica. México, Tierra Nueva-Casa Unida de Publicaciones, 1980, p. 89.

[2] Cf. Tomás Gutiérrez Sánchez, “Recuerdos del CLAI”, 9 de noviembre de 2022, ver aquí; y Juan Sepúlveda González, “Haciendo memoria de la Asamblea constitutiva del CLAI”, 16 de noviembre de 2022, ver aquí.

[3] J.-P. Bastian, Protestantismos y modernidad latinoamericana. Historia de unas minorías religiosas activas en América Latina. México, Fondo de Cultura Económica, 1994, pp. 234-235. Cf. L. Cervantes-O., “Génesis de la nueva teología protestante latinoamericana”, en Cuadernos de Teología, ISEDET, vol. XXIII, 2004, pp. 221-250.

[4] Cf. Héctor Alejandro Paredes, “El Consejo Latinoamericano de Iglesias y el encuentro ecuménico latinoamericano de “Mauricio López’ (1988)”, en Anos 90, Porto Alegre, vol. 20, núm. 37, julio de 2013, pp. 156-158; J.-P. Bastian, op. cit., p. 236; y Carmelo Álvarez, “Consejo Latinoamericano de Iglesias: Memorias y contextos (1978-2014)”, en Lupa Protestante, 3 de octubre de 2014, ver aquí.

[5] J.-P. Bastian, op. cit., p. 237. El documento constitutivo del CLAI puede leerse aquí.

[6] Cf. David Stoll, “CONELA”, en ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico (Quito, Abya-Yala, 1990), pp. 163-165, ver aquí.

[7] C. Álvarez, op. cit.

[8] Cf. “Asamblea General del Consejo Latinoamericano de Iglesias será en Cuba”, en Trabajadores, órgano de la central de Trabajadores de Cuba, 17 de mayo de 2013. Varios resúmenes sobre el caminar del CLAI pueden consultarse en este sitio. Allí aparecen los correspondientes a los años 2004, 2006, 2009 y 2013.

[9] Muchos números de estas revistas, varios libros y diversos documentos de trabajo del CLAI pueden consultarse en el sitio mencionado. Corresponde, sobre todo, a la etapa en que el pastor luterano brasileño Nilton Giese dirigió el área de Comunicaciones y la revista Signos de Vida. Posteriormente, sería nombrado secretario general del CLAI.

[10] Cf. “El Consejo Latinoamericano de Iglesias tiene un comité de movilización para nueva etapa”, en ALC Noticias, 1 de abril de 2022.

[11] C. Álvarez, op. cit.