Sergio Cárdenas Tamez (Ciudad Victoria, Tamaulipas, 1951), tal vez el músico mexicano más conocido en el extranjero, no reniega de su pasado protestante.
¿Qué extraes de ella? El sonido es como un calabozo
en el que ella se deja escapar y se añora;
fuerte es tu vida, pero más fuerte es tu canción
que recargada en tu nostalgia solloza.
Dale un silencio para que el alma, callada,
regrese a lo que fluye y abunda,
allí donde creciendo, vivió amplia y sabia
antes que la forzaras en tu manera suave de tocar.
R.M. Rilke, “Música”, versión de Sergio Cárdenas
Junto al poeta Óscar Oliva, el abogado Fernando Serrano Migallón y el colectivo editorial Leñateros, el Mtro. Sergio Cárdenas acaba de obtener el Premio Nacional de Artes y Literatura 2021, en el área de Bellas Artes, otorgado por el gobierno mexicano. El comunicado señala las razones del premio: “…por su singular trayectoria como creador, director musical, pedagogo, promotor cultural y fundador de importantes agrupaciones musicales. Cárdenas reúne los atributos para ser considerado un mexicano ejemplar”. Anunciado con algunos meses de retraso, este reconocimiento llega apenas unas semanas después del magno concierto que presentó al frente de la orquesta de cámara Consortium Sonorus, que fundó en 2016, en el que hizo el estreno mundial de una obra suya, Niebla en la montaña. De dicho concierto se dio cuenta aquí. Anteriormente, había concedido una entrevista y también se dio a conocer la publicación de su más reciente libro, La propia manera de oír el mundo. En ocasión de este importante y merecido galardón, presentamos el fragmento del capítulo “Los ‘hijos de Lutero en México’: recuento histórico con nombres”, dedicado a Cárdenas, incluido en el libro Minorías religiosas: el protestantismo en América Latina (UNAM, 2013, pp. 257-264), coordinado por Carlos Mondragón G. y Carlos Olivier T., del cual también Protestante Digital publicó un adelanto.
Sergio Cárdenas Tamez (Ciudad Victoria, Tamaulipas, 1951), tal vez el músico mexicano más conocido en el extranjero, no reniega de su pasado protestante. Hizo sus primeros estudios en la Escuela de Música Sacra del Seminario Teológico Presbiteriano de México (a partir de 1967). Aparentemente, su carrera musical seguiría el rumbo convencional, es decir, organizaría coros a la manera evangélica y dirigiría los cantos comunitarios, pero dadas las capacidades que mostró, cursó estudios en el Westminster Choir College, de Princeton, Estados Unidos, en donde se graduó con honores en la especialidad de Canto (1972). Un año después, obtuvo la maestría en dirección coral.1
[photo_footer]Orquesta de cámara Consortium Sonorus.[/photo_footer]
Durante su estancia en Princeton, integró la Compañía de Ópera con la que estrenó mundialmente la ópera Between the shadow and the dream, de Olga Gorelli, cantando el papel principal del barítono. Al mismo tiempo, participó en cursos de dirección coral impartidos por Roger Wagner y Robert Shaw. Como integrante del Coro Sinfónico Westminster, cantó bajo las batutas de Pierre Boulez, Leonard Bernstein, Lorin Maazel, Leopold Stokowsky y otros afamados directores. En 1975 se trasladó a la Universidad de Música Mozarteum, de Salzburgo, Austria, donde tuvo como maestros a Gerhard Wimberger y Nikolaus Harnoncourt, además de Sandor Vegh (violín) y Antonio Janigro (violoncello). Ya orientado plenamente a la dirección orquestal, continuó su preparación en los cursos de perfeccionamiento impartidos por Herbert von Karajan (Salzburgo, 1974), Witold Rowicki (Viena, 1975) y Sergiu Celibidache (Tréveris, Alemania, 1977).
En reconocimiento a su magnífica conducción de la ópera El empresario, de W.A. Mozart, en Salzburgo, durante la primavera de 1975 (a los 24 años), Cárdenas fue nombrado director titular de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Mozarteum, de esa misma ciudad, puesto que ocupó los cuatro años siguientes, participando con gran éxito en las Semanas Internacionales Mozart y en los Festivales de Salzburgo. Su estancia en esa ciudad le permitió profundizar notablemente en la música de Mozart, lo que fue señalado por la crítica austriaca, que calificó sus interpretaciones como “ejemplares”, y como “algo que fija parámetros e impone estilos”.
A partir de entonces, desarrollaría una carrera muy personal y ascendente que, aunque lo alejó del ámbito eclesiástico, nunca dejó de relacionarse con su trasfondo religioso, prueba de lo cual fueron sus colaboraciones con el coro de la Asociación Musical Evangélica Nacional (amén), con quien colaboró desde sus inicios. Fruto de esta colaboración fue su traducción del oratorio El Mesías de G.F. Haendel, que se presentó íntegramente en varios espacios culturales.
A principios de 1979, el Instituto Nacional de Bellas Artes lo invitó a ocupar la dirección artística de la Orquesta Sinfónica Nacional, en donde permaneció hasta septiembre de 1984. Su labor se concentró en recuperar el énfasis nacional de la agrupación, lo que lo llevó a fundar y dirigir los Festivales de Verano de Aguascalientes y de Primavera de Oaxaca, junto con giras por varias entidades federativas. Entre las diversas grabaciones que realizó con esta orquesta destacan las dedicadas a José Pablo Moncayo y Candelario Huízar. Con la Camerata de la misma orquesta, grabó un disco con trabajos de Manuel Enríquez, Ricardo Castro y Manuel M. Ponce.
En 1985, Cárdenas ganó el concurso para seleccionar al director de la Orquesta Sinfónica de Hof, Alemania, para convertirse en su primer director mexicano. Allí estuvo hasta julio de 1989 y desde entonces regresa frecuentemente a dirigir esta orquesta, con la que estrenó las obras de su autoría: So I will hope (1999) y Voces de los Montes Altos, para rapero y orquesta sinfónica (2000), además de otras composiciones. En 1986 fundó la Filarmónica del Bajío, que dirigió constantemente en el Festivales Cervantino, lo mismo que en giras por más de 12 estados de la República Mexicana y en 26 municipios de Guanajuato. En 1992, esta orquesta se estableció en Querétaro y Cárdenas la dirigió hasta julio de 1997, tras más de mil conciertos y siete discos, nuevamente con una intensa promoción de compositores mexicanos. Sobre este periodo, en el prólogo a Estaciones en la música, volumen que recopila textos de Cárdenas, algunos publicados en periódicos, Juan Villoro escribió:
Cuando lo vi en acción en Querétaro, soplaba un viento tan frío como el de Salzburgo y el ambiente era igualmente enrarecido. Estábamos en un hangar infinito, con aspecto de arena de boxeo, asientos de trolebús y más chiflones que acústica. A pesar del mal tiempo había buena entrada. Cárdenas subió al podio con la apasionada desenvoltura de los directores que se deben a una ciudad (Bernstein en Nueva York, Von Karajan en Berlín, Solti en Chicago) y transformó el ambiente inhóspito en el mejor albergue para Brahms y Britten. Aunque había escuchado sus grabaciones y sus conciertos en la Sala Netzahualcóyotl, sólo entonces comprendí que Sergio Cárdenas dirige como quien encabeza una cruzada. La adversidad le parece un magnífico pretexto para divulgar su fe.2
En 2003, luego de cuatro años como director huésped de la Sinfónica de El Cairo, Egipto, ganó el concurso internacional para ser su titular. En esa orquesta apoyó a jóvenes talentos y compositores egipcios, llevando también autores e intérpretes mexicanos a participar con él. Realizó estrenos africanos y mundiales de varias obras suyas. Simultáneamente, ha dirigido agrupaciones en los demás continentes, destacando orquestas de Inglaterra, Alemania, Polonia, Lituania, y conjuntos corales en otros países. Esta última labor, marcada también por sus orígenes protestantes, la ha desarrollado en diversas oportunidades con el coro Convivium Musicum, el de Niños y Jóvenes y el de la Escuela Nacional de Música de la UNAM (en donde es profesor titular), el de Radio Cracovia, Polonia, y muchos más en Europa y Estados Unidos. Asimismo, contribuyó a fundar el Coro del Noreste Mexicano.
Además de Estaciones en la música, Cárdenas ha publicado otros dos libros: Un rap para Mozart (2003) y Una dimensión no lineal (2010), en los que manifiesta una profundidad poco común al referirse a aspectos religiosos de autores y obras musicales. El primero de ellos abre con varios textos dedicados a Mozart, entre los cuales destaca “La extensión de la fe mozartiana” y acaso el propio Cárdenas se ve reflejado en el gran compositor austriaco cuando escribe: “…el hecho de estar distanciado ‘oficialmente’ de la Iglesia no fue sinónimo de su distanciamiento con Dios”.3 Sobre la adscripción religiosa de Mozart, y en un análisis que mezcla este tema con aspectos especializados, agrega:
Puedo afirmar también que la fe mozartiana, si bien era una fe cristiana, trascendía al carácter puramente confesional. Lo anterior lo podemos corroborar por el uso indistinto que hace de formas musicales que en la época se asociaban con formas típicamente católicas o protestantes. Así, por ejemplo, las partes vocales del Réquiem son en muchos pasajes de un carácter fugado muy similar al de los compositores “protestantes” Bach y Haendel; en otros adquiere colores con movimientos vocales similares a los del salvador de la música católica, Giovanni Pierluigi da Palestrina.4
En ese mismo tenor llama la atención su atenta lectura de E.M. Cioran, particularmente en lo relacionado con “la música oficial del paraíso”, es decir, aquella que, mediante un juego imaginativo, se escucha en los ámbitos celestiales y divinos. Cárdenas incluyó en su primer libro un fragmento del ensayo “Mozart o mi encuentro con la felicidad”, del pensador de origen rumano, además de otros dos textos, uno referido a Johann Sebastian Bach, cuya influencia es notoria en “La prueba de la existencia de Dios”, artículo con el que rinde homenaje al músico barroco alemán, incluido en Un rap para Mozart. Allí, mediante una magnífica combinación de elementos técnicos (especialmente acerca del sistema tonal) y culturales, expone las características de la obra de Bach. Una observación muy puntual es ejemplo de esta mezcla afortunada:
…en el barroco se inicia, de manera vertiginosa, (también como resultado del movimiento reformatorio iniciado por Lutero), la secularización del control económico de la producción musical que, hasta entonces, había sido casi de la exclusividad de la Iglesia. Bach expresó estos profundos cambios en su música (queda por saber si de manera consciente) y, más que anticuada, mi convicción es que la producción musical de Bach es una de las que con mayor enjundia pueden adjudicarse el calificativo de actuales: su sistema de composición obedece al sistema de libre mercado en el que las fuerzas (musicales) actúan con libertad de movimiento y de expresión, dialogan, discuten, se incriminan y elogian mutuamente, luchan, sueñan, se ponen máscaras, sufren y gozan, odian y aman.5
Todo esto al lado de una afirmación que justifica lo anunciado desde el título del artículo: “Me parece, sin embargo, que es otra cosa lo que da vigencia a la música bachiana: nuestra necesidad de Dios, esa necesidad de romper con nuestros límites, esa necesidad de sobreponerse a todo en medio de la generalizada descomposición del mundo al que se nos ha aventado: Bach es, por sobre todo, la explicación más contundente de la existencia de Dios”.6 (Y a continuación cita de nuevo a Cioran: “Cuando escucháis a Bach, veis nacer a Dios. Su obra es generadora de divinidad. Después de un oratorio, de una cantata o de una Pasión, es necesario que él exista”.)
[photo_footer]Cárdenas, en una clase de dirección.[/photo_footer]
Varias porciones bíblicas le han merecido obras importantes: Números 6 (la bendición aarónica), el Salmo 23, de entrañable memoria protestante, las Lamentaciones de Jeremías (un spiritual negro) y Hechos 2 (el episodio de Pentecostés). Cor mundum (2004), grabado en Alemania, incluye algunos cantos religiosos y textos bíblicos musicalizados, además de una obra basada en un poema de Octavio Paz.7 “Sed de Dios” es un motete para coro mixto a capella, basado en el Salmo 63, compuesto en septiembre de 1996. “Ante tu cruz” es otro motete para coro masculino a capella, con texto de Rafael Sánchez M. y que fue estrenado en octubre de 1998 por el Coro de Cámara de México. The flower is a key es el título de su rap para Mozart, musicalización de un poema de Dyma Ezban e interpretado en su estreno por Simon Rattle, director de la Orquesta Sinfónica de Berlín en 2010, y en marzo de 2012 presentó en la UNAM otro dedicado a Beethoven.8
Además, su conocimiento de la lengua alemana le ha permitido un acercamiento constante a la poesía, lo que ha rendido frutos en sus magníficas traducciones de Rainer María Rilke. En 2011 editó un disco compacto con la Elegías duinenses.9 Celosamente, y como buen protestante apegado íntimamente a la música, Cárdenas ha resumido en un credo (resabio también de la tradición reformada) que es también un poema, las ideas que sigue llevando a la práctica, en el que lo religioso es el marco donde se inscribe su visión de la música. Dicho texto concluye como sigue:
La música es un misterio.
En algún momento,
por un momento,
ese misterio nos es revelado.
Es una revelación
cuya fugacidad perturba,
cuya plenitud envuelve y nos posee.
Es un acontecer que cuestiona y desnuda,
que remite a Dios.
La música es Dios.
¿Habrá quien resista su presencia?10
Finalmente, su opinión acerca de la música eclesiástica actual es muy crítica: “Siendo la música un vehículo para el encuentro de los seres humano consigo mismos y, eventualmente, para influir en la comunión con lo sagrado, ahora se utiliza sólo como una forma de entretenimiento y evasión”.11
Notas
1 Todos estos datos provienen de la página web: http://academia.uat.edu.mx/seriscarta/Curriculum/espanol.htm.
2 Sergio Cárdenas, Estaciones en la música, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, pp. 10-11. Cursivas del original.
3 Ibid., p. 22.
4 Ibid., p. 23.
5 S. Cárdenas, “La prueba de la existencia de Dios”, en Un rap para Mozart. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2003 (Cuadernos de Pauta), pp. 13-14. Énfasis original.
6 Ibid., p. 14.
7 Cf. Merry Mac Masters, “Falta capacidad auditiva ‘para entender la música contemporánea’”, en La Jornada, 21 de septiembre de 2004, www.jornada.unam.mx/2004/09/21/02an1cul.php?printver=1&fly=1. El catálogo de obras de Cárdenas se encuentra en: http://academia.uat.edu.mx/seriscarta/Sitio.htm.
8 Emiliano Balerini Casal, “Un rap para Beethoven en la Nezahualcóyotl”, en Milenio Diario, 22 de marzo de 2012, www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9133773.
9 En su sitio web pueden leerse varias traducciones de Rilke, Gottfried Benn, Robert Gerhardt y Wislawa Szymborska, entre otros: http://academia.uat.edu.mx/seriscarta/Sitio.htm.
10 S. Cárdenas, “Credo”, en Un rap para Mozart, p. 11.
11 L. Cervantes-Ortiz, “La música en algunas iglesias es demagógica, afirma Sergio Cárdenas”, en ALC Noticias, 24 de mayo de 2005.
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