La Biblia explica que Dios usó una zarza espinosa que ardía sin consumirse para manifestarse a Moisés ya que ningún ser humano puede ver directamente al Altísimo.
Y se le apareció el Ángel de Jehová
en una llama de fuego en medio de una zarza;
y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego,
y la zarza no se consumía. (Ex. 3:2)
Entonces alzó Abraham sus ojos y miró,
y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos;
y fue Abraham y tomó el carnero,
y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. (Gn. 22:13)
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En nombre vulgar de “zarza” corresponde al de un arbusto muy espinoso que cuando crece mucho puede convertirse en un “zarzal” espeso e impenetrable.
Es difícil identificar exactamente a qué especie botánica pueden referirse los diferentes textos bíblicos ya que en Tierra Santa existen numerosos vegetales con espinas susceptibles de ser posibles candidatos.
Además, en el hebreo bíblico se usan varias palabras distintas para hablar de estas plantas con pinchos. Así, por ejemplo, el término kharul que se tradujo por “espinas”, “ortigas” y “ardiente” (Job 30:7; Pr. 24:31; Sof. 2:9), debe referirse a una planta lo suficientemente grande como para que bajo ella se puedan cobijar personas y asimismo debe crecer pronto en las tierras sin cultivar.
Otra palabra es barganim (Jue. 8:7, 16), que se tradujo por “espinos y abrojos”, y que correspondería probablemente a varias especies más pequeñas del género Rubus, abundantes en Palestina y en la península del Sinaí, como la subespecie Rubus ulmifolius sanctus, a la que vulgarmente se le llama “zarza sagrada” porque según la tradición ésta planta correspondería a la zarza ardiente que observó Moisés.
Son características sus pequeñas flores rosadas, sus numerosas espinas y el hecho de ser muy longeva.
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Las palabras hebreas khedeq (Mi. 7:4), shamir (Is. 5:6; 9:18; 10:17; 22:23) y shayth (Is. 7:23-25) se refieren a diversas plantas productoras de espinas punzantes.
Otros autores interpretan también el término seneh como la planta espinosa que es llamada en la Antiguo Testamento “zarza ardiente” (Ex. 3:2-4; Dt. 33:16).
Muchos creen que se trata del espino blanco (Crataegus x sinaica), una especie que se originó por hibridación entre dos especies diferentes, Crataegus azarolus y Crataegus monogyna, ambas presentes en Israel y en Egipto (península de Sinaí).
[photo_footer]Las espinas de la zarzamora son abundantes y se disponen helicoidalmente alrededor de los tallos de la planta. Su misión principal es disuadir a los herbívoros./ Antonio Cruz. [/photo_footer]
La palabra árabe sanna se usa también para indicar todos los arbustos con espinas.
El zarzal es aquel lugar que está poblado por zarzas y, en hebreo, existen tres términos para referirse a él.
El primero es sebakh, סֶבָךְ, que se refiere a la “espesura de un zarzal” y se menciona a propósito del carnero trabado que Dios proveyó a Abraham, cuando éste se disponía a sacrificar a su hijo Isaac (Gn. 22:13).
El segundo término es naatsuts, נַעֲצוּץ, que significa “matorral de espinos” y aparece sólo en dos pasajes bíblicos (Is. 7:19; 55:13), mientras que la tercera palabra es mesukhah, מְסוּכָה, e indica también el “zarzal” pero como un seto o vallado que rodea un campo o viña (Mi. 7:4).
[photo_footer]El espino blanco presente en las estribaciones del monte Hermón (Israel) es la especie de arbusto o árbol espinoso que originó por hibridación con Crataegus azarolus la especie típica del Sinaí, que muchos autores identifican con la “zarza ardiente” de la Biblia (Ex. 3:2-4)./ Antonio Cruz. [/photo_footer]
Se trate de la especie botánica que se trate, lo cierto es que la Biblia explica que Dios usó una zarza espinosa que ardía sin consumirse para manifestarse a Moisés ya que ningún ser humano puede ver directamente al Altísimo y seguir con vida (Jue. 6:22-24; Is. 6:5).
Esto significa, entre otras cosas, que hasta los organismos más humildes de la creación pueden reflejar la gloria de Dios. Además, los hebreos despreciaban de forma especial todas la plantas espinosas del desierto ya que fueron malditas por el Creador a causa del pecado original (Gn 3:18).
Sin embargo, en ocasiones, Dios elige lo más bajo y despreciable del mundo para manifestar sus propósitos eternos y el fuego de su Espíritu.
El seneh es pues la planta espinosa material que ardía pero no se consumía porque el fuego de Dios no destruye sino que produce vida eterna.
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