Todo quiere ser

(Dedicado a Félix)

Un potentado señor dominaba sobre un extenso territorio poblado por diferentes especies de animales y por una gran variedad vegetal.

[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]

El elemento granítico y marmóreo tampoco era de despreciar.

Hubo de ausentarse temporalmente de sus propiedades con la esperanza de recuperar en el futuro todo lo que amaba como suyo.

Fue nada más abandonar el señor sus tierras que los fenómenos atmosféricos amenazaron las condiciones de vida de todo lo existente.

Tempestades, granizo, nieve, vendavales, altas y bajas temperaturas, sequía e inundaciones, erupciones volcánicas, temblores, los elementos se confabularon para poner fin a todo.

[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]

Los seres vivos intentaban reafirmarse gimiendo por su existencia, las plantas elevaban sus brotes buscando la luz de un sol entenebrecido y las inertes rocas amenazadas por la erosión también se afirmaban en su asentamiento.

Todo quería ser.

Y volvió por fin el señor. El señor de quien su dominio dependía y de quien todo llegó a ser.

Pero hubo una entristecida, desvalida y melancólica criatura que no pugnó por permanecer, en su torpeza y desvalimiento no supo elevar los ojos al cielo.

Con dedicación el señor se empeñó en ella, la cargó sobre sus hombros y le prometió todo lo que un ser de su categoría es capaz de ofrecer.

Todo quiso ser, y en el fin de los tiempos fue vencida toda amenaza de sobre las extensas posesiones de aquel señor.

Todo quiso ser y al fin todo fue gracias al que es. Porque todo procede de Él, del que es por sí mismo.