El varano de la Biblia

El geco, el varano, el lagarto común, la lagartija de arena y el camaleón. (Lv. 11:30, NTV)

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El término hebreo we-hak-ko-ah, וְהַכֹּ֖חַ, que aparece en la lista de animales de este versículo del libro de Levítico (11:30), se refiere probablemente al varano del desierto (Varanus griseus griseus), tal como lo traducen ya algunas versiones castellanas de la Biblia (NTV).

Igual que el resto de los lagartos y reptiles, era un animal impuro y no se podía comer. Actualmente, en Israel, este reptil escamoso es la única especie existente de la familia Varanidae.

En hebreo, a este varano del desierto se le llama vulgarmente, Koa´h Afor, y es el mayor de los lagartos israelís ya que puede alcanzar casi el metro y medio de longitud, pues su cola es muy larga y musculosa.

En ocasiones puede usarla como un látigo para disuadir a posibles depredadores. El cuerpo es gris y presenta bandas transversales oscuras que se van haciendo más negras hacia la cola.

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La piel está cubierta de manchas amarillas que se desvanecen a medida que el animal madura. Los dedos poseen fuertes garras que usan para cavar sus madrigueras.

Está activo sobre todo durante las primeras horas de la mañana y al anochecer, en las que busca lagartos más pequeños, tortugas jóvenes, huevos, roedores y artrópodos para alimentarse.

Durante las horas más calurosas se esconde bajo tierra en cuevas y a la sombra. Cuando se siente amenazado, hincha el cuello, abre la boca y muestra su garganta negra.

Las hembras suelen poner de 5 a 20 huevos durante el verano, que eclosionarán nueve meses después en la siguiente época cálida.

En Israel se distribuye por los valles de Jordania y Arava, así como en el desierto del Neguev. Se le puede encontrar también en Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Turquía, Siria, Jordania, Líbano, Irak, Arabia, Omán, Turkmenistán, Kazajstán, Uzbekistán, Tayikistán, Kirguistán, Sáhara Occidental, Mauritania, Malí, Níger, Chad, Sudán,  Afganistán, Irán, Pakistán y la India. [1] 

Se conocen tres subespecies: Varanus griseus griseus, V. g. caspius y V. g. koniecznyi. Todos son excelentes nadadores y buceadores ya que se les ha visto penetrar en los cursos de agua para atrapar animales acuáticos.

Resulta curiosa la reflexión que hacía el predicador puritano inglés, Thomas Watson, en el siglo XVII, sobre todo por las cualidades morales que parecía concederle a la flora y la fauna.

Comentando la frase del salmo 27:2, “cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos”, Watson escribió:

“Los malvados odian a los santos; entre la simiente de la mujer y la serpiente hay enemistad ancestral. Igual que sucede en la naturaleza, hay antipatía entre la vid y el árbol de laurel, entre el elefante y el lagarto. Los buitres sienten aversión hacia los olores placenteros; y así también, hay en los malvados una antipatía contra el pueblo de Dios, odian el suave perfume de sus gracias. Ciertamente los santos tienen también sus defectos; pero no es por causa de sus defectos que los malvados los odian, sino más bien por su santidad. Y este odio engendra violencia directa: el ladrón odia la luz, por tanto, lo primero que hace es destruirla.” [2]

1.  Bar, A. & Haimovitch, G. 2011, A Field Guide to Reptiles and Amphibians of Israel, Herzliya, Israel, pp. 114-115.