Pedid y se os dará

Érase una vez un mundo donde se prometía de todo a sus pobladores, con tal que no pidiesen nada.

A parte de las necesidades básicas, el poder ponía a disposición de todos, un extenso surtido de cosas.

“Aquí lo tenéis todo, tan solo habéis de hurgar en el canasto”. “Tenéis todo lo que necesitáis, otra cosa es que os lo podáis pagar”. La oferta era amplísima, y el bombardeo para que deseasen lo que les ofrecían, era constante.

Y no permitían que deseasen cosas fuera de control.

Tanto definía a aquella sociedad el tener todo a su disposición que a las personas se les llamó consumidores, cuando en el antiguo habían sido criaturas de Dios.

Pero no por poder disponer de todo las gentes estaban saciadas.

Pero es igual, se les había convencido que su saciedad se produciría tan solamente asiendo lo ofrecido en el extensísimo catálogo de cosas permitidas en el mercado. Fuera no había nada, el vacío.

Y sí, había una saciedad, la creada por lo consumido al consumirlo para seguir consumiéndolo, pero sin responder a una necesidad real.

Porque el poder sabe ciertamente que quien pida algo que desea desde una necesidad real lo va a recibir indefectiblemente. Su misión fundamental es retrasar ese momento, su mensaje es: NO PIDAS.

Él conoce mejor que nadie aquella invitación de Jesucristo: “Y yo os digo: pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.”

¡Amigo, sorprende a tu algoritmo y ponte a soñar!, no dejes de pedir, no dejes de buscar, no dejes de llamar, porque seguro, seguro que se te abrirá. Palabra de Jesús.

A esta historia tú le pones el final.