Probablemente, la mejor idea del mundo, de Mark Greene

Un fragmento de “Probablemente, la mejor idea del mundo”, de Mark Greene (Andamio Editorial, 2021). Puede saber más sobre el libro aquí.

Imagínate que alguien te preguntara: “¿Cuál es la clave para tener una buena vida?”.

¿Qué le responderías? ¿Qué sería lo que te gustaría trasladarle a alguien (una sola cosa) para que le ayudara a llevar una vida satisfactoria? La respuesta, por supuesto, dependerá de quién te esté preguntando y dónde te encuentres en ese momento. No es lo mismo responder a esta pregunta en la quinta planta de una cursi agencia de publicidad en una rica democracia occidental, que responderla en un campamento de refugiados sirio; o en un destartalado piso de protección oficial en un país en el que el sesenta por ciento de la gente lleva dos generaciones sin encontrar trabajo estable; o como cristiano en un país en el que te arriesgas a perder la vida solo por ir a la iglesia.

Por eso, la respuesta ideal debería ser capaz de dilucidar las grandes preguntas de la vida: para qué vivimos, en qué tipo de personas queremos convertirnos, cómo decidimos contribuir al mundo, o en qué tipo de sociedad deseamos vivir. Y debería poder ofrecernos también una serie de sencillos criterios con los que responder a todas esas pequeñas preguntas que nos hacemos en el día a día: dónde vivir, qué comer, qué beber, qué comprar, cómo viajar, cómo usar bien el tiempo, cómo elegir un trabajo, etc.

Necesitamos una “lente” que nos ayude no solo a obtener una perspectiva del panorama general, sino también a ver todos los pequeños detalles bajo la misma óptica correcta. Necesitamos unas lentes bifocales.

Este libro trata de la respuesta que un hombre le dio a esa pregunta, una respuesta que podría compararse con ese extraordinario momento en el oculista cuando, tras haber probado un montón de lentes en la máquina, meten la última y eres capaz de diferenciar una “u” de una “v” y una “e” de una “c” hasta desde cien metros de distancia.

Hay una historia, que además es cierta, que cuenta cómo un maestro de la ley le hizo la siguiente pregunta a un carpintero (un constructor, más bien): “¿Cuál es el mandamiento más importante de todos?”.

A pesar de carecer de una educación formal o de cualquier tipo de cualificación, aquel carpintero se había ganado tal reputación enseñando que casi todos sus contemporáneos se dirigían a él llamándole rabí. Su respuesta es la clave para conseguir una buena vida, la clave para alcanzar una sociedad mejor y la clave para lograr un corazón restaurado. Es la mejor idea del mundo.

A pesar de poder elegir entre más mandamientos que sabores hay de caramelos, Jesús, el rabino carpintero, replica con una respuesta rápida, sencilla y breve, evitando embellecerla contando una parábola o retrasar la respuesta planteando sus propias preguntas:

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más importante que estos. Marcos 12:30-31

La sencillez de la respuesta de Jesús no debería hacernos olvidar su relevancia. Si estos son los mandamientos más importantes, deberían reflejar lo que más le importa a Dios. ¿Qué es, pues, lo que más le importa a Dios? Cómo amamos. Cómo le amamos y cómo amamos a nuestro prójimo. Y el amor es, básicamente, una relación.