Tras las huellas del Apocalipsis en la literatura latinoamericana

Cómo debe pensarse el Apocalipsis, cómo debe pensarse -en suma- el testimonio bíblico del reino de Dios y Su justicia. Cómo pensarse -luego- la huella cultural de los profetas, filtraciones del Camino incluso en no creyentes, en devotos más de ideales estéticos que del Creador absoluto y Su palabra. La tarea emprendida por Alberto Roldán en este libro, titulado Dios y la narrativa de los tiempos. Tras las huellas del Apocalipsis en la literatura latinoamericana, es, por cierto, tan osada como cualquier verdadera búsqueda interior; es el intento necesario del hombre por ver lo espiritual, y del cristiano por hacerlo con ojos divinos.

“Mi acercamiento hermenéutico al Apocalipsis joánico -dice el prólogo- lejos está de ubicarse dentro de corrientes literalistas”. Ahí una cuestión antigua, el problema de la interpretación del lenguaje, con todas sus connotativas y denotativas maneras de mostrarse. Pareciera ser que posturas rígidas, ideológicas, en pro o en contra de lo que presuma ser literalismo, pueden entramparnos, ya que a veces un árbol es un árbol, y el cielo a veces es el cielo, y otras veces todo es intencionadamente mil cosas posibles.

La poesía y el espíritu exigen libertad, incluso libertad para el tropiezo, para aprender a los golpes cómo captar el justo sentido, el punto equilibrado de tensión de las cuerdas. Roldán se propuso “encontrar y seguir las huellas que la lectura del Apocalipsis ha dejado en grandes narradores latinoamericanos (...), de modo notorio o subrepticio...”. Esto impele, entonces, plantear una visión de qué es (o qué podría también ser) el Apocalipsis -y en sí el Evangelio-, y asimismo rastrear y vincular de modo legítimo las obras de esos grandes narradores con el mensaje bíblico final. Se estudia a Borges, a Cortázar, a Leopoldo Marechal, a Carlos Fuentes y a Ricardo Piglia.

Es importante destacar lo que el autor señala al final del prólogo, su declaración de intenciones, al decir que su “anhelo más profundo es que la lectura de esta obra suscite en lectores y lectoras una esperanza renovada en el nuevo mundo de Dios que nos promete el Apocalipsis, en el cual los tiempos serán atravesados por la eternidad”. Para quienes hemos abocado nuestra vida al camino de Cristo, y a su vez a la práctica de la Literatura, resulta motivador leer obras como Dios y la narrativa de los tiempos, que logran reflejar las posibilidades de iluminación divina en el estudio de creaciones literarias.

[photo_footer]Dios y la narrativa de los tiempos. Tras las huellas del Apocalipsis en la literatura latinoamericana (JUANUNO1 Ediciones. Buenos Aires, 2021), de Alberto Roldán.[/photo_footer]

Desde El perseguidor, de Julio Cortázar, donde las discusiones entre el narrador y Johnny, el músico apasionado, abren campo a la espiritualidad, meditando sobre el misterio del tiempo y sobre la religión peculiar de la Música, y a su vez a un acercamiento al Apocalipsis mediante guiños de Cortázar a ciertos pasajes. Luego, Leopoldo Marechal, el paradigmático hombre de Letras cristiano en Argentina; sus obras abundan en pistas para llegar al corazón del Evangelio. Roldán enfoca la pericia teológica en las novelas Adán Buenosayres y El banquete de Severo Arcángelo, y es realmente emotivo observar tanta lucidez creativa dirigida por la fe de Cristo en un narrador y poeta.

Acabado el recorrido por Marechal, el libro ingresará en Carlos Fuentes, luego en Borges, luego se retomará a Fuentes desde otras obras, y para finalizar, Ricardo Piglia. No hay una exposición lineal del Apocalipsis a través de citas literarias que lo apoyen y coloreen; hay, más bien, un principio de rumbo y desde allí una suerte de deriva, como de embriague bohemio a través de los diversos textos, rescatando tesoros de pensamiento espiritual, para que el lector tenga, por sobre todo, la sensación de hermandad entre Teología y Literatura, y la chispa para seguir en la pericia por sí mismo, leyendo en clave de búsqueda de fe las obras literarias, sin por eso evitar consideraciones coherentes, sobrias y respetuosas con la naturaleza semántica de los escritos. Nada aparece forzado, como queriendo hacerles decir a las obras cosas meramente personales. Aparece, sí, un desborde rico en sentidos, y esto será de apreciar por todos los amantes del pensar, del creer espiritual y del gustar estético. Es un libro que sube las persianas.

Marcos Porrini es escritor y músico.