Ateísmo y anticlericalismo en España

El 30 de noviembre de 1993 el Premio Nobel de Literatura Camilo José Cela publicó en el diario ABC un artículo titulado Los nuevos usos, en el que decía: “Los españoles tenemos que andar siempre detrás de los curas, o con un cirio en las procesiones o con una lata de petróleo en las revoluciones”.

Por otro lado tenemos a Julio Caro Baroja, sobrino del ilustre novelista Pío Baroja. Caro Baroja es historiador, etnólogo, antropólogo y lingüista. Ha escrito unos 20 libros. En dos de ellos, Vidas mágicas e Inquisición y El señor inquisidor trata ampliamente el tema del anticlericalismo. Escribiendo de España dice que “parte de la creencia de que la religión católica como tal es buena, bella y verdadera; pero los que la sirven son malos, mentirosos y de fea conducta”.

Antes de él y después de él ilustres escritores españoles han llegado a la misma conclusión.

Aquí cito a algunos de ellos como simple muestra de anticlericalismo en España.

Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. (1283-1353). Su obra más conocida, El libro del buen amor, donde expresa estas ideas anticlericales: 

“Si tuvieras dinero tendrás consolación,

placeres y alegría y del Papa ración,

comprarás el Paraíso, ganarás la salvación,

donde hay mucho dinero hay mucha bendición.

Yo vi corte de Roma, do está la santidad,

que todos al dinero tratan con humildad,

con grandes reverencias, con gran solemnidad;

todos a él se humillan como a la Majestad.

Creaban los priores, los obispos, abades,

arzobispos, doctores,

patriarcas, potestades;

a los clérigos necios, dábales dignidades,

de verdad hace mentiras;

de mentiras verdades.

Hacía muchos clérigos y muchos ordenados,

muchos monjes, religiosos sagrados,

el dinero les daba por bien examinados; 

a los pobres decían que no eran ilustrados”.

Por estos versos anticlericales apuntando al Vaticano, el cardenal arzobispo de Toledo, Gil de Albornoz, condenó al Arcipreste de Hita a 13 años de cárcel, donde estuvo de 1337 a 1350.

El Lazarillo de Tormes, de autor anónimo, que se cree publicado en 1554, representa una picante sátira anticlerical. El clérigo de Maqueda es descrito como prototipo de la avaricia, del buldero, espejo de farsantes. Las aventuras del Lazarillo terminan en el matrimonio de Lázaro con la criada del arcipreste de San Salvador, quien la tenía como amante.

Miguel de Cervantes (1547-1616), amenazado por la Inquisición, siempre tuvo cuidado con sus críticas a la Iglesia católica y al clero. Pero en la segunda parte de Don Quijote, año 1615, capítulo XXXI, cuando la duquesa y el duque reciben a Don Quijote en la sala donde tendría lugar una abundante cena, Cervantes observa que los duques estaban acompañados por un grave eclesiástico. En su figura el autor de Don Quijote deja ver sus ideas anticlericales. Al escribir sobre el eclesiástico dice que era “destos que gobiernan las casas de los príncipes, destos que como no nacen príncipes no aciertan a enseñar cómo lo han de ser los que lo son, destos que quieren que la grandeza de los grandes se mida con la estrecheza de sus ánimos, destos que queriendo mostrar a los que ellos gobiernan a ser limitados les hacen ser miserables”. 

Concluye Cervantes: “Destos tales digo debía ser el grave religioso, que con los duques salió a recibir a Don Quijote”.

Mateo Alemán (1574-1614), médico y escritor de origen hebreo por parte de madre y de padre, en su novela Guzmán de Alfarache trata de traidores a los padres que obligan a sus hijos a ordenarse sacerdotes “por no tener hacienda que dejarles y después se van por el mundo perdidos, apóstatas, deshonrando su religión, afrentando el hábito, poniendo en peligro su vida, y metiendo en el infierno el alma”.

Félix María de Samaniego (1745-1801), perteneciente a una familia noble y rica, viajó a Francia y allí entabló contacto con los anticlericales de la Enciclopedia. De regreso a España se dedicó a la literatura. Está considerado como el mejor de los fabulistas españoles junto con Tomás Iriarte. Tremenda la sátira que describe la vida que llevaban los religiosos carmelitas:

“Tableros humeantes, coronados de platos y tazones, con anguilas, lenguados y salmones. … El mismo presidente levanta al cielo sus modestos manos, pilla el mejor tazón, y sus hermanos, imitan como pueden su talente”.

Caro Baroja dice que Samaniego tuvo problemas con la Inquisición.

Doy un salto en el tiempo y alumbro los siglos XIX y XX.

Benito Pérez Galdós, novelista, ensayista e historiador (1843-1920), da pruebas de su anticlericalismo en la serie dedicada a Torquemada, especialmente en Torquemada en la cruz, Torquemada en el purgatorio y Torquemada y San Pedro.